“Max Headroom”: Nuestro presente anticipado en los ochenta

 

En un mundo apenas 20 minutos en el futuro, la televisión está en todas partes y es ilegal apagarla. Hay cientos de canales, los anunciantes tienen el control total, y el rating llega en directo y puede hacer cancelar un programa instantáneamente. Max Headroom es un personaje generado por computadora que aparece en el Canal 23 en cualquier momento haciendo comentarios sarcásticos sobre sus creadores humanos.

Su inventor es un genio adolescente, el pequeño “Nerd” Bryce Lynch, quien toma como modelo de la criatura a Edison Carter, reportero estrella de la cadena que recorre la ciudad denunciando el crimen y la corrupción con su arma, una cámara portátil que le permite transmitir desde cualquier lugar y bajo cualquier condición.

Si algo de esto suena familiar, a mediados de los ochenta se estrenó una serie de TV llamada “Max Headroom” que comenzaba cada capítulo con la frase: “20 minutos en el futuro”. Lo que nos mostraba después era el ominoso y conectado mundo que nos esperaba a la vuelta de la esquina. Un horizonte básico del ciberpunk, subgénero de la Ciencia Ficción que a mediados de los ochenta se encontraba en su cumbre.

Los argumentos de la serie giraban siempre en torno a casos que el periodista- detective investigaba y resolvía con ayuda de sus amigos: la bella controladora Theora, su jefe Murray, y Cheviot, el presidente de la cadena 23. Otros personajes eran Bryce Lynch y el veterano post-punk Blank Reg.

En Max Headroom todo pasaba por la televisión y su búsqueda desesperada de audiencia. La serie nos mostraba un mundo donde todo está informatizado y conectado a una gigantesca red controlada por el poder. Cada persona está registrada en una base de datos, en la que borrando algunos archivos se puede lograr que una persona sea considerada inexistente.

La serie deja entrever un violento conflicto de clases, entre los que viven en la seguridad de los grandes edificios y los que arrastran su pobreza en las márgenes de la ciudad. Estos no tienen ningún valor, y de hecho son cazados para que sirvan de donantes de órganos para los ricos. No es sorprendente, porque a veinte minutos de nuestra comodidad, el delito más vergonzoso en la sociedad de consumo es quedarse sin crédito.

Sin embargo, la serie construida en base a una historia inteligente, una estética muy cuidada, bastante crítica social y una corrosiva dosis de humor negro que recorría toda la producción fracasó en la pantalla. Desgraciadamente, una serie que se planteaba irónicamente una sociedad futurista donde el rating televisivo lo era todo, sucumbió… por falta de rating. Las mediciones de audiencia nunca acompañaron al proyecto, por lo que fue cancelado rápidamente. Sólo se filmaron 14 episodios, y quedó sin realizarse un guión escrito por William Gibson, padre del género cyberpunk. El tiempo y la Internet, poco a poco la convirtieron en una serie de culto, creando un mito que esa misma Red hoy nos permite rescatar.