Daniel Viglietti, un hombre que creía en el hombre…

El músico Daniel Viglietti, uno de los más influyentes de la música popular latinoamericana, murió a los 78 años en Uruguay por complicaciones durante una operación quirúrgica. Fue cantante, compositor y guitarrista, considerado uno de los mayores exponentes del Canto Popular Uruguayo, y nos deja en momentos que sus ideales parecen lejanos, pues como dijo a la revista «La Garganta Poderosa» el ex presidente uruguayo José «Pepe» Mujica en 2013: «De joven quería cambiar al mundo y ahora la vereda de mi casa» pero su voz nunca se calló, y siguió tocando y cantando hasta sus últimos días.

Su canción emblemática proponía en los 60 repartir la tierra para luchar contra la desigualdad y romper las fronteras entre los hombres. Como homenaje publicamos una entrevista inédita que le hiciera nuestro amigo Gustavo «Pascale» Barbato hace unos años y que cediera gentilmente para Miradas del Centro:

Viglietti un veterano del canto popular uruguayo y latinoamericano que aún cree en el hombre. No le asombra la violencia y apela a la memoria de los pueblos para entender la realidad. El mundo tendrá que pensarse de otra manera, las cosa no pueden pasar como una serie de Tv. El cancionero Uruguayo se renueva y no puede tener el mismo discurso de los 70 porque sino estaríamos volviéndonos conservadores. Viglietti un sabio del siglo XX.

¿Cómo ve al canto popular?. En los años sesenta, setenta tenía una característica contestataria, ¿cómo ha ido evolucionando, que cambió?

Creo que el canto popular ha atravesado períodos diferentes, desde la afirmación de una identidad musical uruguaya, que preexistía, pero de la cual no éramos del todo conscientes. Lo prueba el hecho que algunos de los que comenzamos tempranamente, como los Olimareños y yo, teníamos formas musicales argentinas, estábamos muy influenciados, pero por suerte, por un pueblo hermano. Esta es una primera etapa, afirmación de una identidad, después todo el crecimiento y la popularidad, a pesar del bloqueo que existía en los medios y que no respondía a razones como las del periodo dictatorial, pero que también merece ser analizado algún día. No se nos difundía en las radios y mucho menos en la televisión. Eso hoy no ha cambiado mucho, sobre todo en Montevideo. Después vino la dura travesía del desierto, que fue la dictadura, cuando muchos de los artistas populares estábamos prohibidos, esto no nos detuvo. El género continuó creciendo.

Esto parece una paradoja pero en el año 77, con muchas de las figuras iniciales de esta corriente fuera del país, o algunas presas, como el caso del sanducero Aníbal Zampayo, irrumpe en el Uruguay con mucha fuerza, una masa de músicos nuevos, la que se denominó como la generación Lazaroff, a quien hemos perdido. No lo nombro por ese hecho, sino porque él me pareció una figura esencial dentro de ese equipo. Él era parte del grupo – los que iban cantando -. La aparición contemporánea de Leo Maslíah, con su talento tan particular, Jaime Roos, Fernando Cabrera, Mauricio Ubal, Laura Canoura, que hoy canta como solista, pero que fue parte de un grupo muy importante que se llamaba Rumbo. Yo creo que la respuesta se alegra mucho de ser dada, porque en una época de tanta dificultad aparece una corriente nueva, demostrativa además, de que nadie es imprescindible, los olimareños afuera, Zampayo preso, Zitarrosa, Numa, Carbajal exiliados. Todos lejos. Que no estuviéramos no significó que el canto popular se detuviera y esta renovación continúa. Hay gente nueva, podemos decir que la generación Lazaroff son los mayores y nosotros los veteranos. Soy muy optimista, creo que él genero se ha enriquecido, ha mostrado sus diferentes polos para que el público pueda elegir. Naturalmente que la nueva generación tiene un discurso que no puede ser el de los años setenta, de lo contrario, estaríamos volviéndonos conservadores.

¿Cuales son sus los nuevos trabajos?

Sigo activo, componiendo. Justamente esta gira por el Uruguay, es el camino de un disco que se viene gestando, voy a presentar temas nuevos. Además, mi trabajo viene funcionando también en otras partes. Los años fuera del país crearon vínculos, con una memoria adjunta que reaparece y también, claro, experiencias nuevas. Fui invitado a El Salvador cantando canciones que homenajean a Roque Dalton, ese poeta símbolo de un pueblo tan castigado. Ahora que se viven hechos tan dolorosos en lugares no habituales para el mundo, vale recordar que en El Salvador hubieron ochenta mil muertos producto de la guerra. A esos casos se le han sumado otros, productos de desastres naturales. Fue una experiencia muy intensa estar en El Salvador. Allí, también pude participar de un homenaje a Monseñor Romero. Estuve en Venezuela, llevado por uruguayos, junto al grupo – Entremurgas – . Reencontrarme con amigos como Soledad Bravo, el musicólogo Rafael Salazar, fui a reencontrarme con los afectos.

Mi actividad se sigue nutriendo de todos esos movimientos, a veces pendulares, muy cercanos. Por ejemplo estuve en la Argentina donde hubo un gesto para conmigo de la municipalidad de la ciudad de Buenos Aires. Serán los años que se van sumando y las experiencias que lo vinculan a uno con esa palabra tan rara, tan especial, que es el honor.

¿Qué lectura ideológica hace hoy?

Hay una lectura que sigue siendo con los dos ojos y los oídos bien abiertos, puesto que sabemos que siempre existe la tentación de cerrar un ojo, que es lo que pasa, muchas veces, cuando se mira televisión, parece que fuese con uno solo. Sigo pensando sobre la base de una amalgama de mensajes que vienen, incluso, de la historia más lejana. Yo no hubiera escrito nunca una milonga como «Desalambrar» si no hubiese nacido en el país de Artigas, autor del primer reglamento de tierras, como primer proyecto de reforma agraria de nuestro continente. Eso se ha ido nutriendo de toda las luchas por la igualdad, por la justicia en nuestro país, por todo lo que fue el enfrentamiento a una dictadura tan infame como la que padecimos y de la actitud de seguir creyendo en el ser humano, no caer en el desencanto a pesar de todos los pesares. Seguir creyendo que es posible hacer un hombre nuevo. Para mí, en lo personal, de la manera que lo soñó el Che Guevara, para otros habrá otros referentes. Digamos que el jardín tiene muchos árboles de ideas posibles, pero es un jardín de confianza en el ser humano, no es un jardín fundado en el poder por el poder mismo. Sigo creyendo el ser humano.

Daniel Viglietti con Eduardo Galeano

Aún en esta realidad donde pareciera que el mundo va explotar mañana…

El mundo explota continuamente, pregunte al vientre de un niño hambriento del África si su mundo no está explotando de una manera dramática con la muerte. Con esto no quiero minimizar lo que pasa… Habría tanto por hablar que se escribiría un libro, sobre todo este giro de contradicciones, de matices, de vientos que se siembran y se recogen tempestades. De sufrimientos inocentes que no nos deben hacer olvidar tantos inocentes sumados en tantas áreas del mundo pobre, durante tanto tiempo. Creo que lo que esta pasando puede provocar, más que una reacción inmediata de «el imperio contraataca», pienso que puede haber una refacción mas honda del sistema sobre como continuar poniéndose de cara frente a la historia, desde situaciones de poder tan enormes, creo que habrá sectores de la sociedad norteamericana que reflexionarán de manera diferente.

¿Cree que eso es posible, que el mundo se mire a sí mismo de otra manera ?

Y, es demasiado fuerte lo que pasó como para que se lo mire como en una serie de TV. No puede ser. Esto obliga a una reflexión. Ojalá la hagan. Es bastante significativo que tanta gente que piensa en forma tan diferente haya mirado esto con estupor. Esperemos que haya una reacción, que se reflexione. Si bien no se debe ser oportunista en el análisis, pero los mismos que en otros tiempos fueron responsables por la invasión a Panamá, a la isla de Granada y otros tantos lugares, cometiendo excesos que fueron ocultados por los medios.

¿Hay una falta de memoria al analizar los hechos?

Sí, existe. La falta de memoria obedece al manejo que hacen los medios de la realidad, principalmente por la limpieza que hace la televisión. Y eso es brutal.  Como te digo, es necesario abrir los dos ojos, recibir las imágenes y no escuchar el discurso adjunto de una manera literal. Esta debería ser una práctica permanente, para poder descifrar otros sentidos en los discursos que llegan por los medios. El día en que se pueda hacer eso creo que la pasividad del televidente y del oyente de radio podría cambiar y eso sería una revolución en la toma de conciencia.

La música tiene ese rol, el de modificar el modo de ver las cosas.

Bueno, volvió a la música, a veces me hacen preguntas como si fuese un politólogo.

¿Se puede separar la música de la ideología?

Sí, yo lo hago y canto lo que canto, porque creo en lo que hago. Estoy convencido no fanáticamente, soy una persona con una certeza llena de dudas, pero tengo certezas que son inamovibles como nos muestra nuestra historia reciente, respecto a la aparición de la nieta de este gran amigo y poeta con quién tuve el placer de actuar, Juan Gelman. Esto es una certeza. Es un logro, un paso importante que debe continuar, debemos evitar que se atasque allí, que se consideren a personas que tienen responsabilidad de haber violado los derechos humanos y vivan cubiertos de impunidad.
Yendo a tu pregunta, creo que la música tiene que ver con todo, la canción más anodina, vacía, es cómplice del silencio, Y la de mala calidad cómplice de la tontería. No quiero ser un especialista que cante dificultades o encasillarme en una canción de protesta, esa es una manera de marginarnos. Yo canto al amor, canto canciones de cuna, canto paisajes, pero no olvido que la música tiene que pasar por cantarle al hombre en su lucha por ser libre, por una sociedad igualitaria, por un mundo que no es el que ha vivido hasta ahora…

Ultima presentación del cantautor uruguayo

¿Con quién de aquellos que te marcaron musicalmente, y en el modo de ver la vida, te gustaría encontrarte?

Ahí vienen los imposibles. Con Antonio Tormo, cuando niño imitaba a Tormo. Eso fue lo que físicamente, me llevó a cantar. En tanto que en materia de pensamiento, en materia de un mensaje más profundo, fue Atahualpa Yupanqui. Me gustaría reencontrar a dos Chicos, Chico Buarque, y Chico Méndez. Silvio Rodríguez o Pablo Milanés, me gustaría tomar un cafecito con Bola de Nieve Ignacio Villa, un especie de Yupanqui del caribe.

¿Qué te ha dado la gente?

Cariño, mucho cariño. Que no me equivoco al pensar que es un cariño dirigido a mi persona, pero como espejo de una cantidad de cosas que me iluminan, un aljibe donde esta Sendic, como rehén. Un niño que pide por la calle, puede crear ese juego de interacción