El Amazonas no le es indiferente a los investigadores de la UNICEN

El Amazonas se está quemando, noticia que saltó a la prensa el martes aunque los incendios arrasan la zona desde hace dos semanas. Las consecuencias de este desastre ecológico a nivel mundial ha causado preocupación global y los científicos de nuestra región se pronuncian sobre la catástrofe ambiental: Compartimos una nota de la Dra Ana María Fernández Equiza de la Facultad de Ciencias Humanas de Tandil y un documento del Dr. Marcelo Sarlingo de la Facultad de Ciencias Sociales de Olavarría.

 

Amazoniatierra



Dra Ana María Fernández Equiza
(Instituto de Geografía, Historia y Ciencias Sociales. CONICET
Facultad de Ciencias Humanas-UNICEN.
Centro de Investigaciones Geográficas. FCH. UNICEN.)

Amazonia: vida, cuerpo del planeta herido, nos respira, co-vivimos. Hoy nos duele más.

¿El interés particular guiado por la lógica de maximizar las ganancias es compatible con la defensa de la vida? ¿Es compatible con el interés nacional? ¿Lo mejor para los ruralistas brasileros es lo mejor para Brasil, para su pueblo, para el mundo? El mar de incendios, este infierno en el cual la codicia se vuelve verdugo de la vida grita que No! Pueden incendiar el Amazonas pero no pueden tener razón, ni valor.

Gritan ellos que acabarán con los indígenas que paran el progreso y que progresarán a fuerza de incendios, armas, motosierras. Cruzados del capital, potentes bárbaros. Relativamente pocos. Como los colonizadores. ¿Por qué unos pocos pueden con tantos? Ayer y hoy. ¿Por qué soportamos la economía al servicio del 1% que destruye y empobrece?

¿Un puñado de Nerones explican este incendio y todas las catástrofes del mundo?

 

 

Se alarman hoy los mismos que han crecido con coloniales desastres en el cuerpo del planeta saqueado. ¿El inversor de países ricos sabe que su fondo de pensión acapara tierras en varios continentes empobrecidos? ¿Quiénes son los accionistas de las transnacionales petroleras, mineras, de los pooles de siembra, de las papeleras, de los latifundios de monocultivos de palma, soja , eucaliptus? ¿De quienes los capitales que hacen grandes proyectos hoteleros para aprovechar la naturaleza que los países menos desarrollados no destruyeron todavía para desarrollarse? ¿De quienes las fábricas, las usinas y los autos que emitieron la mayoría de los gases de efecto invernadero que hoy producen el cambio climático? Ellos exportan una idea de progreso y los sures tributan cuerpos territorios para que “avancen”.

Los pueblos que viven en la selva, los animales, la tierra, se sofocan y se desintegran en llamaradas… Seres humanos y culturas, selva, ríos, delfines rosados, mariposas, aves, árboles, especies que no conocemos, sonidos, olores, latidos, arden como hojarasca encendida por los sicarios de los ruralistas brasileros y su Nerón Bolsonaro. Arde con odio. Arde contra la vida. Serán señores de la muerte. Las cenizas no serán naturaleza domesticada. La potencia consumada no será derecho.

De las cenizas volverá el Amazonas si somos capaces como humanidad, muchos en todos los lugares del mundo, de reconocer en estos incendios todos los anteriores y su origen en la estructura de explotación que violenta la vida planetaria, nuestra vida.

Le hemos puesto a la tierra veneno en sus venas, le carcomemos su cuerpo, la infectamos de plástico, la convulsionamos de guerras, le desnutrimos los hijos. Toleramos un modo de vida que no es más que un modo de muerte y caminamos enceguecidos por un sistema que nos convierte a todos en una mercancía en un mercado de vivos- muertos. No hay ciencia ficción más terrible que este presente de furioso desamor.

Cada cuerpito respirando en el cuerpo del mundo merece amor. Ganancia es un palabra sin futuro.

Rebelarnos contra modelos de desarrollo equivocados, injustos y destructivos es más necesario que la lluvia. Ella vendrá. ¿Y nosotros humanidad?

 


DOCUMENTO SOBRE LOS INCENDIOS EN EL AMAZONAS Y NUESTRO POSICIONAMIENTO

 

 

Por el Dr. Marcelo Sarlingo

El escenario actual que presentan los incendios de la floresta tropical del Amazonas es mucho más dramático que en todos los momentos anteriores de la historia de Sudamérica. El Instituto Nacional de Investigaciones Espaciales brasileño ha detectado 78.883 focos de incendio solamente en el año 2019, situación que nunca se había producido con tanta intensidad.Emerge así una problemática mucho más profunda y compleja, cuya importancia impide la indiferencia y nos obliga, como antropólogos sociales, a manifestar nuestra solidaridad con los grupos humanos que están siendo expulsados y arrasados de esta forma tan brutal. Porque el fuego no es solamente una amenaza para la riqueza biológica. Cuando se destruyen especies animales y vegetales de un ecosistema, también se destruyen las comunidades humanas que viven en él.

El ritmo de desforestación del Amazonas es de un campo de fútbol por minuto. El fuego incontrolado es usado como la principal tecnología de eliminación de la cubierta vegetal tropical, para luego utilizar el suelo en actividades ganaderas y mineras. No es algo reciente ni novedoso. La expansión de las culturas coloniales en Sudamérica sobre los espacios naturales se basan en la simplificación de la biodiversidad natural y es una dinámica que tiene miles de años. Incluso, en el siglo XVII y aún en el XIX, los gauchos pampeanos frecuentemente quemaban el pastizal reseco para facilitar sus actividades culturales. Y la expansión de la soja sobre el bosque nativo argentino en las provincias del norte, en las dos últimas décadas del siglo XX, se hizo utilizando el fuego como etapa inicial. Pero sucede que el ecosistema amazónico es la floresta tropical más importante del mundo en materia de beneficios ambientales regulatorios del clima mundial, de la humedad atmosférica y de los ciclos hidrológicos completos, del nivel de oxígeno y de infinitas variables continentales y regionales.Estructuralmente, una gran parte de la vida y la dinámica planetaria dependen de sus procesos de reproducción ecológica y de su productividad natural. Por esta razón se entiende claramente que la desforestación incontrolada y la quema de regiones enteras de este ecosistema sea un gravísimo problema a escala mundial. Y esta gravedad habilita a los poderes de diferentes países a posicionarse, opinar y reclamar acciones que cambien el actual curso de los procesos de destrucción masiva que se observan hoy. Porque la desaparición de los bosques amazónicos impactará gravemente en todos los rincones del planeta.

 

Territorialmente, el Amazonas es una región extraordinariamente compleja. Actualmente abarca siete millones de kilómetros cuadrados y comprende nueve países. Su diversidad biológica es increíble, muy difícil de dimensionar. Se calcula que la cantidad de árboles alcanza a 400 mil millones, y que hay una enorme cantidad de especies de aves, insectos y todo tipo de seres vivos aún sin incorporar a ninguna taxonomía moderna. Debido a esto, el descontrol de los incendios forestales no es un problema solamente brasileño. El uso del fuego se utiliza en otros países amazónicos, como en el Oriente boliviano y también en algunas regiones de Perú. En las últimas décadas son objetivos sectoriales de desarrollo económico privado los que impulsan estos procesos de reconversión de la selva en tierra agrícola.

Los grandes terratenientes brasileños y los “fazendeiros” que pretenden expandir sus tierras cultivables, principalmente para incrementar sus plantaciones de soja, cuentan con la complacencia del actual gobierno nacional brasileño, que redujo el presupuesto de las políticas de control ambiental en un 95 % y ni siquiera se preocupó por monitorear la expansión del fuego. Esto facilitó el incremento exponencial de las prácticas de destrucción de la biodiversidad: los incendios se descontrolaron en cinco grandes estados (Mato Grosso del Sur, Rondonia, Pará, Acre y Río de Janeiro). Y los impactos ambientales de esta destrucción ya se comienzan a sentirse en todo el Cono Sur. Se calcula que en pocos días, las partículas del humo de los incendios arrastradas por el viento llegarán hasta Buenos Aires y a la llanura pampeana.

El drama humano actual es terrible. Partiendo de la base que la gran diversidad biológica del Amazonas tiene un correlato en el extraordinario mosaico sociocultural de los pueblos que la habitan, los antropólogos de la FACULTAD DE CIENCIAS SOCIALES DE LA UNIVERSIDAD NACIONAL DEL CENTRO DE LA PROVINCIA DE BUENOS AIRES, ARGENTINA, pensamos que es importante mirar más allá de la emergencia y reparar en que el Brasil moderno es un conglomerado heterogéneo de poblaciones de origen amerindio, europeo (mayoritariamente portugués, pero no únicamente) y africano, con una historia extraordinaria y dinámica. Esta historia produjo configuraciones culturales únicas, como la matriz afrobrasileña, originada en cuatro millones y medio de esclavos trasladados desde África como mano de obra en la producción de azúcar o cacao. Y por supuesto, también hay que resaltar el aporte de los pueblos de la floresta amazónica, en su mayoría nómades y adaptados a la fluctuación entre las tierras altas y la várzea (tierras bajas inundables), a quienes el positivismo europeo clasificó como más cercanos a la naturaleza dado el desarrollo extraordinario de sus estrategias adaptativas.

Estas sociedades diversas, riquísimas en la complejidad de su articulación al mundo natural, trataron de mantener su identidad cultural, sus territorios y su identidad frente a la expansión europea. La mayoría de estos grupos étnicos no lo logró. Muchos desaparecieron, otros se integraron subordinadamente a la economía de plantaciones y a mediados del siglo XX importantes grupos étnicos fueron recluidos en reservas por las políticas desarrollistas de los sucesivos gobiernos nacionales brasileños. La explotación del caucho, la búsqueda de oro, las políticas de colonización territorial, fueron todos procesos de expoliación violenta de los espacios tribales.

En 1961, el gobierno crea el Parque Nacional Xingú, para institucionalizar algún tipo de protección a grupos étnicos singulares, a quienes jurídicamente se los consideraba como objetos de tutela. Es decir, no se les reconocía ninguna autonomía sociocultural, y el Estado Nacional se adjudicaba la responsabilidad de tutelar, al igual que los adultos tutelan a los menores. A tal efecto se creó la FUNAI, la Fundación Nacional del Indígena, para administrar desde la esfera nacional la cultura y la vida de sociedades y grupos humanos a los que solamente se los pensaba como supervivencias de un pasado humano moralmente condenable por su salvajismo y su diferencia.

Los incendios actuales son solamente uno de tantos indicadores de los procesos de expoliación que en los últimos años se han descripto desde la Ecología Política. La dinámica transnacional de la producción de commodities está traccionando la expansión sistémica de áreas cultivables y la presión productiva sobre los recursos naturales desplaza todo tipo de grupos humanos a las periferias pobres de las ciudades.

En este sentido, descendientes de los pueblos de la floresta, campesinos pobres expulsados y desplazados de sus tierras, pobres urbanos que subsisten como pueden en las favelas, y las víctimas de la violencia política provocada por los sicarios de las empresas privadas que persiguen a los líderes ambientalistas, comparten un mismo destino de incertidumbre y escasez, de pérdida de identidad y de seguridad vital sobre su futuro. En tanto antropólogos sociales no queremos quedarnos solamente en la observación de procesos de cambio. Proponemos que se articulen acciones en todos los niveles, especialmente nacionales e internacionales, para que se cambie la política actual en estas temáticas.

Quienes deseen adherir a este documento, que este viernes se presentará para su aprobación en el CA de la Facultad de Ciencias Sociales,  se les solicita que lo firmen, consignando la institución en que trabajan o representan para luego . Luego enviarlo a: miguelmugueta@yahoo.com.ar

Dr. Marcelo Sarlingo (FACSO, UNICEN, Argentina) – Dr. Miguel Mugueta(FACSO, UNICEN, Argentina) – Dr. Mariano Ramos (UNLu, Dto de Cs Ss, PROHAREP) – Dr. Horacio Sabarots (UBA, UNICEN, Argentina) – Dra. Gabriela Brook (FACSO, UNICEN, Argentina)) – Lic. Jorge Arabito (FACSO, UNICEN, Argentina) – Lic. Marina Schucky (FACSO, UNICEN, Argentina) – Dra. Matilde Lanza (UNLu, UBA, Argentina) – Dr. Juan Matta (FACSO, UNICEN, Argentina) – Dr Emiliano Fittipaldi (Universidad de Napoles, Italia) – Leo Yunguer (TesistaUNICEN, Argentina) – Dr. Carlos Paz (FACSO, UNICEN, ARGENTINA) – Lic. LudmilaAdad (FACSO, UNICEN, Argentina) – Dra. Alicia Villafañe (FACSO, UNICEN, Argentina) – Jhonny Batista Mora (UNLA, Venezuela)

 


El bosque tropical más grande


La Amazonia es el bosque tropical más grande del mundo, con una superficie de 5,5 millones de kilómetros cuadrados, un tesoro ecológico amenazado por la creciente deforestación y los incendios forestales.

La cuenca del Amazonas, que abarca 7,4 millones de kilómetros cuadrados, cubre casi el 40% de América Latina y se extiende por nueve países: Bolivia, Brasil, Colombia, Ecuador, Guyana Francesa, Guyana, Perú, Surinam y Venezuela. Alrededor del 60% está en Brasil.

La selva amazónica, de la cual 2,1 millones de kilómetros cuadrados son zonas protegidas, alberga un santuario de biodiversidad único en el mundo. Una cuarta parte de las especies de la Tierra se encuentran allí, es decir, 30.000 tipos de plantas, 2.500 especies de peces, 1.500 de aves, 500 de mamíferos, 550 de reptiles y 2,5 millones de insectos, según la Organización del Tratado de Cooperación Amazónica (OTCA).

En los últimos 20 años, se han descubierto 2.200 nuevas especies de plantas y vertebrados. La Amazonia contiene un tercio de los bosques primarios del mundo y, a través del río Amazonas y sus afluentes, proporciona el 20% del agua dulce no congelada de la Tierra. El Amazonas es el río más caudaloso del mundo.