Entre el arte y la educación, la experiencia crear

Mi laburo por la docencia ha sido tan en primer lugar como la música… Me ha tocado estar tocando una mañana en San Pablo, a las 9, en el Festival Virada Cultural; ese mismo día domingo, a las 21, tocar en Café Vinilo en Buenos Aires; y a la una de la mañana, tomar el Pullman Gral. Belgrano, llegar a la terminal de Olavarría a las 7.45 y a las 8 estar dando clases en el Conservatorio de acá”, recuerda Quique Ferrari, bajista y docente azuleño.

(por Yamila Palma)

Quique Ferrari es un músico y docente de la vecina ciudad de Azul. Para él, la docencia y su carrera de músico son caminos paralelos que pudo balancear hasta el día de hoy, y así “vivir de eso”. Inició este camino a los 10 años, cuando recibió su primera guitarra. En ese entonces, tenía pensado estudiar Bellas Artes, pero a los 15, después de tocar en su primera banda de rock, viró su atención hacia la música y descartó aquella idea. Así, empezó a estudiar música de manera autodidacta, comprando libros y lo que tenía al alcance. Hasta que, en 1989, partió a Buenos Aires para comenzar en el Conservatorio Juan Manuel De Falla. Un año más tarde, un grupo de folklore azuleño abrió una escuela de música, ‘La Casa de Ayuntai’, donde le ofrecieron su primer trabajo: “Ahí empecé a hacer algo que lo hice hasta el año pasado inclusive: viajar desde Buenos Aires los días lunes y martes a Azul a dar clases, y después cursaba el resto de la semana y tocaba en Buenos Aires.”

Desde el año 2005, se desempeña como docente en el Conservatorio de Música ‘José Mogávero’ de Olavarría. Para él, llegar al conservatorio fue una gran lucha, ya que no existía el espacio de la práctica de bajo. Junto a la directora Laura Aitala y el estudiante Emilio Urtado, después de juntar firmas y realizar gestiones, “en el 2005 se abrió un concurso, se escribió un proyecto, se armaron los contenidos mínimos… Entré a laburar así, una difícil cobertura.”

Donvi decía: “Si van a tocar mierda, no lo hagan. Búsquense un laburito de otra cosa y hagan música”. Sus antecedentes

Según él, siempre tuvo esta vocación docente. En su adolescencia, daba clases particulares en Azul, como una manera de ganar plata, pero sin experiencia. Por eso, empezó a estudiar, tanto a nivel institucional como a formarse con profesores particulares. Todo el tiempo, para sacar data y volcarla a su experiencia docente. “Después se armaron dos caminos paralelos: tocar música y vivir de la docencia. Nunca necesité ningún extremo en las dos: ni tocar una música que no me gustara para nada para vivir de ella, ni tener que dar clases en lugares que no quisiera”.

La responsabilidad por su trabajo de docente es un valor que, considera, heredó de su familia: su madre, una maestra de campo; su padre, contador; y sus hermanos, docentes. Más allá de todo el camino recorrido por el país y por lugares del exterior (como Brasil, Chile y Uruguay), junto a artistas amigos, él jamás abandonó su vocación docente. “Mi laburo por la docencia ha sido tan en primer lugar como tocar la música” agregaba Quique.

Para él, la docencia es una entrada segura de dinero: las giras son muy inestables y, además, hay una cuestión de balancear estos caminos para mantenerlos en un buen lugar. El camino de la docencia permanente, según Quique, te aliena, te frustra; pero, a su vez, el camino pleno de músico te puede llevar a ese lugar de necesidad donde terminás haciendo cualquier cosa porque lo hacés por el dinero. Respecto a esto, el músico recordó una anécdota sobre el gran Donvi, papá de Litto Vitale: “Él siempre le metía a la gente en la cabeza que no vivieran de la música: ‘si van a tocar mierda, no lo hagan. Búsquense un laburito de otra cosa y hagan música”. Es todo lo contrario a ‘no, estudiá y viví de esto’”.

 La educación pública Argentina

Quique sostiene su respeto por la educación pública de Argentina. “Eso también es lo que tiene nuestro país de alucinante: la cantidad de espacios públicos, muchos de ellos con buena calidad de educación”.

Ferrari, a lo largo de su carrera, ha conocido problemáticas muy grandes, como el devastamiento de carreras, universidades y conservatorios. Cómo la Universidad de Bellas Artes de La Plata, el Conservatorio Juan Manuel De Falla, que se debilitaron mucho en los ‘70, en los ‘80 costaron mucho repuntar, se desgastaron en los ‘90 y luego hubo un periodo de alta recuperación. “Y no estoy hablando por esta nueva administración pública que no sabemos qué va a pasar, por este nuevo gobierno: yo estoy hablando por las cosas que he visto en los últimos años con la educación pública que ha tenido una transformación”, aclara el músico.

 Nunca está todo perdido. A este país lo hemos vapuleado, lo hemos maltratado y sigue siendo un gran país”.

A partir de su experiencia en Chile, Uruguay, Colombia, Venezuela, Ecuador, plantea que este país «sigue siendo generoso» respecto a la educación, “con todas las deficiencias o déficit que los mires”. Trabajó como docente en lugares como Loja, al sur de Ecuador, y vio jóvenes desesperados por venir a estudiar a nuestro país, para poder asegurarse un título. “Como docente, para esta edad, digo cómo es esa cuestión: nunca está todo perdido. A este país lo hemos vapuleado, lo hemos maltratado y sigue siendo un gran país».

Quique destaca que en su recorrido no recuerda muchas bandas, pero sí a músicos, de los cuales habla con mucho cariño: entre ellos, Nicolás Tigri, Coie Granato, Andrés Beeuwsaert, el “Colo” Maddio o Román Cea, presente en el momento de la entrevista.

Para él, son los músicos quienes se han mantenido unidos; grupos humanos que han tocado durante una vida: “En eso estamos nosotros… Con Román, hace más de 20 años que tocamos”. Siempre han estado haciendo cosas juntos, como colaboraciones en sus proyectos “o sumándote a voluntades, por el hecho de hacer música.”

Según Quique, ese paralelismo entre una carrera de docente y una carrera musical, le permite no pensar en esos proyectos como algo redituable, porque no lo son; sí piensa si la música está buena o no, “y si sos amigo y la música está buena, es como tocar el cielo con las manos. Ya está. Lo económico pasa a otro plano, donde uno termina sacando plata de la docencia para ponerla en los proyectos”, concluye el músico.

“Uno necesita salir para estar vivo”

Desempeñar una carrera musical en el interior conlleva un trabajo exigente y costoso. Llegar a Buenos Aires es llegar a la gran ciudad. Para Quique, la metrópoli es “un lugar de alta fricción, donde a la profesión que te dediques vas a tener una alta exposición”. Estar en lugares donde quizá toques y no haya gente que te conozca”no es un lugar seguro para vos y vas a tener que hacer lo mejor en ese sentido”. Tanto Quique como Román plantean que, para el músico, realmente es necesario tocar en otros lugares y tocar para gente que no te conozca: “mostrando en un mismo lugar, se empieza a morir un poco, porque vos no podes pedirle a la gente que vaya a ver siempre lo mismo o la misma cara. Para crecer es necesario salir”. Para ellos, estas son experiencias, agregaba Quique, que “uno necesita salir para estar vivo, porque es eso, si estás siempre tocando en un mismo lugar es muy difícil renovarse”.

Respecto a su carrera musical, Quique Ferrari cuenta con dos discos: “Grave”, lanzado en el año 2003, e “Imperfecto”, de fines del año 2008. Además, el músico ha tocado por distintas partes del país y el mundo, con artistas reconocidas como Mariana Baraj y Yusa. A mediados de 2016, editó su último disco, “Con Lo Puesto”, que fue presentado con la productora de Medios UNICEN en el ciclo «Haciendo discos».


*Estudiante avanzada de la Licenciatura en Comunicación Social en la Facultad de Ciencias Sociales de Olavarría. Operadora en Radio Universidad FM 90.1 Facso-Unicen. Entrevista realizada en el marco de la cátedra de Periodismo Gráfico.