“Habrá que acostumbrarse”

 La base fundacional de cualquier filosofía es la imposición de una pregunta simple y poderosa: ¿Por qué? Si tuviera que entrevistar a cualquiera de los nefastos personajes que se han instalado en el poder le preguntaría simplemente el por qué de sus acciones y ante la respuesta mecánica e impostada argumentando desastres y herencias que no son tales les volvería a preguntar ¿por qué? hasta desangrar todas las posibilidades, hasta estrellarlos de frente con sus miserables intereses personales y su genética fascista.  (Opinión por Alejandro Ippolito, desde el semanario Café con Patria)

¿Por qué lo harán?

¿Qué extraño placer experimentarán mientras diseñan las medidas que le dolerán a la mayoría de los argentinos?

Puede ser simple placer morboso de sentirse a salvo como el fusilador que sabe que no será fusilado porque la bala solo sale hacia adelante.

El sádico sentimiento de no ser alcanzado por la inundación y ver sin pestañear como se debaten los demás para postergar lo inevitable que es ahogarse por más que se patalee.

¿Por qué lo harán? Han estudiado inhumanas ecuaciones y se han convencido que la peste de los pobres debe aniquilarse, que hay que empujar a la mayoría hacia el abismo para que haya más aire para los elegidos de Dios.
¿Por qué lo harán? ¿Será de puro mal paridos nomás?

¿Será que hay una patología extrema que les come las entrañas y los hace vomitar medidas de ajuste? ¿Sólo eso los alivia?

Todo es una empresa para ellos: el amor, la vida, lo que se sueña, lo que se pierde y lo que se gana, todo es un balance en donde sólo caben los números y la gente se queda afuera.

¿Por qué lo harán? Uno los ve sobradamente felices, babeándose con las investiduras del poder, dueños de la vida y la muerte de todos.

Les brilla en los ojos la venganza, les brilla el ahora vas a ver quién manda, el todo vuelve, el siempre fuimos los mismos, el tenemos la guita y el tiempo, el pierde el punto y gana la banca como siempre.

¿Por qué lo harán?

Qué necesidad interior los impulsa a denigrar, a burlarse hasta el punto de despellejar al que tienen enfrente. Por qué no pueden, en todo caso – si es que no consiguen ni siquiera disimular su dicha ante el dolor de los demás – quedarse callados.

 

En campaña, Macri dijo que “hay que acostumbrarse a las inundaciones”

Luego de sacarse su clásica foto de campaña “enchastrado” de pobres, se habrá dado un baño con alcohol y, entre arcada y arcada, se habrá recompuesto gracias a perfumes importados. Cambiemos hace tres años que nos asegura que habrá que acostumbrarse a la miseria, al hambre, a los despidos, a los cierres de industrias y comercios, a la destrucción del mercado interno, a la caída de salarios, al exterminio de los jubilados, al abandono de los marginados, al endeudamiento como único recurso y a la represión como reiterada respuesta del Estado a los reclamos de aquellos que no se “acostumbran” todavía.

Lo que nos están diciendo en realidad es que tendremos que acostumbrarnos a la derecha extrema perpetuada en el gobierno, a la exclusión como política, a la mansedumbre popular frente a la ausencia de acciones que mejoren la vida de la gente, a la burla y la desvergüenza de un gobierno de salvajes que han asumido la misión de desmembrar el país y entregarlo en porciones a los piratas.

Este es el año, entonces, en que deberemos gritar con toda la fuerza que nos queda que no vamos a acostumbrarnos jamás a la bota de los mercados sobre nuestras cabezas.

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