La murga veterana del Barrio de las Ranas sigue dándole al bombo

Entre fiestas populares no se pisan las fechas, debiera decir algún refrán. Luego de las vueltas de la Conmebol con la final de la Libertadores, y los empujones a reprogramaciones varias, finalmente el sábado 8 fue el día en que la tradicional y bien tandilera Flor de Murga encontró un rinconcito en el almanaque para celebrar sus primeros 32 años.

Se abre el telón, y como ellas y ellos cantan: “Viene moviendo la calle, la del Barrio de las Ranas, con 32 carnavales, en las buenas y en las malas”, y como recalcan: “No se tiñe de amarillo, no vende su libertad. Resistir con alegría, el buen tiempo volverá”. Es Flor de Murga, la que no se cansa de gritar “Vamo’ arriba Carnaval!”, mientras las y los murgueros no paran de bailar.

En tiempos difíciles, donde hasta a la esperanza pretendieron y pretenden bajarle la persiana y ensartarle el cartel de ‘Vende’, hay quienes no bajaron los brazos, entre bombos y redoblantes. De ello, Flor de Murga da cátedra desde hace más de tres décadas, y dio cuenta en la tarde del sábado 8, en la plaza Luis Alberto Spinetta, de Saavedra y Las Heras, en plena barriada de las Ranas, a la que pobló de música, colores y emociones varias en la Gran Festichola. Se celebraron los 32 años que pasaron desde aquel octubre de 1986 en que Dardo Casal y María del Carmen Silva dieron a luz a la murga que ya es símbolo de la cultura tandilera, y sinónimo de dedicación, inclusión y compromiso con cuanta causa justa del pago chico y alrededores.

A modo de ‘Gran Patio Criollo’, actuaron los anfitriones, poniendo en escena sus espectáculos ‘A jugar se ha dicho’ y el ‘Y qué tal si salimos todos a bailar’ (con el que cerraron la jornada). Durante la tarde, la conductora del evento, María Rosa Di Giano, presentó a las y los artistas, en su gran mayoría vecinos del Barrio de las Ranas. Por el escenario pasaron tangueros como Guito Zampatti, Nito Franco (que interpretó ‘Ventanita de arrabal’ y ‘Un boliche’) junto a Diego Ciccopiedi, y Alba Escarlada (con ‘Naranjo en flor’, ‘Tinta roja’ y ‘Malevaje’); también participó el hijo de Alba, que cantó y tocó ‘Flaca’, de Andrés Calamaro, y ‘Sobreviviendo’ de Víctor Heredia, “tema que la letra, lamentablemente, siempre está vigente”, cantado por todo el público presente; música andina de la mano de los Sikuris de las Sierras, con su saludo de Haiaia al Barrio de las Ranas y a Flor de Murga; y bailarines folclóricos como Carmen Madrid y Favio, que pertenecen a la Peña El Palenque, de Machado y Montiel.

Un gran papel cumplieron los recitadores y vecinos memoriosos, como Cacho Rodríguez y Jorge “Motoneta” Conti, en torno a recuerdos del barrio. Anécdotas como la comentada por Conti sobre Eva Ardiles, ‘la domadora’, que al ser nombrada todos los presentes exclamaron, recordando cada cual alguna historia relacionada a aquella mujer que, entre sus múltiples postales, se paraba arriba del lomo de su caballo. Recordó además aquel punto del arroyo Langueyú, casi llegando al ‘puente de fierro’, donde los del barrio tenían su balneario popular, ‘La Curvita’, su pileta. Incluso, en la fiesta estaban presentes algunos de los ‘nadadores’ de aquel entonces, que fueron corridos por Eva con el látigo, porque no tenían una malla para bañarse. José Sosa, que supo desempeñarse en el Club Moreno y Arana, también hizo mención a “la famosa mascota de Eva Ardiles, atado a su cadena: el zorrino, operado, que corría de punta a punta por el terreno, y no había que acercarse”.

Sosa, además, rememoró vivencias en el Club Moreno y Arana, del que formó parte como tesorero: junto a un representante, logró que desembarcaran en la sede de calle Uriburu artistas de primer nivel como Manolo Galván y Fito Páez; y con su hijo, treinta años atrás, cuando empezaban los corsos del club, tiraban las bombas de estruendo para inaugurarlos. Un club al que conoció cuando aún tenía piso de tierra y un patio minado de cañas. Un club en el que se realizaba un pesebre viviente con jóvenes del barrio, incluso con niño de verdad, y al que acudía buena parte de la vecindad.

HOMENAJE CON ESTILO PROPIO

A mitad de la celebración, tocó el turno del homenaje prometido: al guitarrista y compositor Manuel Tomas, antiguo vecino del Barrio de Las Ranas y autor de la Zamba ‘Brisas Tandileras’. Zamba que fue cantada en versión murguera, en homenaje a su autor, con la presencia de Gladis Tomas, hija de don Manuel, y demás familiares. Dardo Casal señaló que en febrero de 1951, Tomas registró en Sadaic una canción “que muchos tandileros y tandileras han cantado de chicos durante centenares de veces, junto a otras veinte para ser cantadas y música para que interpreten los distintos músicos de Tandil”.

En una tarde pletórica de anécdotas, Dardo compartió un relato, alguna vez contado por ‘Motoneta’ Conti, para dar cuenta de que la casa de Tomas era visitada por ilustres: “Una navidad, Motoneta iba de Saavedra para Moreno, por calle Arana, y escuchaba guitarras y guitarras. Cuando se acercó, estaba don Manuel Tomas con el mismísimo Eduardo Falú, íntimo amigo de don Manuel”. Casal lo definió a Tomas como “un hombre de grandeza, de muchísima humildad, con una sabiduría estupenda”.

María del Carmen Silva aportó su anécdota sobre Tomas, al que conoció siendo muy niña, cuando en los ’60 se vivía la época de oro del folclore, y muchos peques, influidos por el programa de la tv marplatense ‘TelePequeñOcho’, querían aprender a tocar la guitarra y cantar. Deseo del que no escapaban Carmen y su hermano, por lo que comenzaron a frecuentar la casa de don Tomas. Carmen señaló que don Manuel “tenía un oído impresionante: nos dejaba solos, tocando unas escalas que nos daba para estudiar, y se iba a atender a otros alumnos. Al rato volvía y ponía el dedo en un lugar del pentagrama y nos decía: ‘Acá te equivocaste’”. También habló de la preocupación de Tomas por sus jóvenes alumnos: una tarde de calor, en horas de la siesta, con todas las recomendaciones, bajaban los hermanos Silva de la loma de Villa Italia, y al acercarse al Moreno y Arana, se encontraron con los bomberos combatiendo un incendio. Sabedor del miedo que tendrían esos niños de 9 años para seguir el trayecto, Tomas apareció al rescate. “Habla de su sensibilidad que, con todas sus ocupaciones, se preocupó por esos chiquitos que venían solos”, subrayó Carmen.

Dardo comentó que en charlas con el recitador ‘Cachito’ Rodríguez, mientras organizaban la ‘Festichola de los 32’, salió en la conversación el nombre de don Manuel Tomas, y rápidamente se contactaron con la hija del músico. Rodríguez, además, tenía una sorpresa para Gladis Tomas: sorpresa que se encargó de entregarle en medio de la plaza. Ante la ansiedad de todas y todos los presentes, Gladis rompió el papel y así descubrió, enmarcada, una fotografía de su padre rodeado de muy pequeños alumnos. Rodríguez, al respecto, comparó a Tomas con Dardo, como maestros que han sabido reunir a tantas y tantos chicos y grandes que pasaron por sus respectivos hogares. Minutos después, Rodríguez dedicó unas palabras a la guitarra, a la que definió como “el lucero en la aurora de la Patria”, “una madre que nos une con su caja”.

Acto seguido, Dardo repartió pequeñas hojas con la letra de ‘Brisas Tandileras’, para ser cantada entre todos, en la versión dedicada por Flor de Murga con su estilo único. Una canción “bien tandilera, que todos deberían aprender de memoria, como nos lo hacían aprender en la escuela”, destacó la conductora del evento. Mientras se iniciaba el canto, se realizó una suelta de palomas, donadas por Mauricio Estevez, como símbolo de paz, para que retornen a sus hogares. Rodríguez le agregó unas glosas.

[TANDIL]En la tarde de este sábado 8, en la plaza de Saavedra y Las Heras. Flor de Murga, en sus 32 años, homenajeando a Don Manuel Tomas, músico tandilense del Barrio de las Ranas, interpretando la zamba 'Brisas tandileras'. ¡Y con suelta de palomas incluida!

Publicado por Miradas del Centro en Sábado, 8 de diciembre de 2018

‘SE VA, SE VA LA MURGA’: AGRADECIMIENTOS, PARROQUIALES Y PARADOJAS

La hora de los agradecimientos no tardó en llegar. Jorge ‘Motoneta’ Conti fue uno de los primeros. Uno de los referentes pugilísticos en la barriada, explicó que su amor por las letras nació precisamente del barrio, de sus personajes, de las tantas historias que le contaron, sobre la niñez en el Club Huracán y la relación con los parroquianos, que ya hacia las 20 los despachaban a sus casas. “Han cambiado los tiempos, pero el barrio es la esencia de cada uno, y quien tiene la posibilidad de llevarlo tiene que transmitirlo”. En ese punto, agradeció a los deportistas, cantores, payadores, recitadores que han representado al Barrio de las Ranas, “por haberme brindado su amistad, el sentirme identificado y hermanado, y quiero decir algo que me sale del alma: ‘Viva Las Ranas, carajo!’”.

Un Dardo notoriamente emocionado por todo lo vivido en esa tarde ‘distinta’, adelantó que si bien se realizó lo que tantas veces se había postergado, “por y para el barrio, a prepararse que esto es el comienzo: ya pensamos que vamos a realizar otra, después del Carnaval de Mi Tandil, abierta a todos quienes se quieran expresar, con una fiesta bien grande”. Agradeció a todas y todos quienes dieron una gran mano: Juan Carri con el sonido, el Municipio con el escenario, y la Usina con la luz; los tangueros, los recitadores, a la conductora, a los medios, y a las y los vecinos que abrieron “sus casas y corazones para que les preguntemos por la historia del barrio”.

Y en tren de adelantos, Dardo anticipó que, para el venidero 2019, queda el lanzamiento del proyecto para la creación de la bandera del Barrio de las Ranas: “Aunque sea una rayita que hagan sobre un papel, esa rayita va a flamear con la bandera. No va a haber ganadores en particular: todos vamos a ganar cuando nos pongamos a crear la bandera”.

Minutos después, todas y todos los flormurgueros se aprestaron a iniciar el último tramo de la celebración: el espectáculo ‘Y que tal si salimos todos a bailar’, con su popurrí de bailables de todas las épocas, ejecutados al estilo Flor de Murga. En medio del número, el recitador ‘Cachito’ Rodríguez volvió a escena, para acotar lo que para muchos resultó la paradoja y postal de ese festejo, en ese punto del barrio en particular: “Cuando Flor de Murga empezó, venía a ensayar a esta plaza, y un vecino, que todavía anda a las vueltas, los denunciaba. Venía la policía y los corría. Treinta y dos años después, Flor de Murga, Dardo, con su perseverancia, sigue triunfando”. Carmen Silva agregó que Rodríguez fue de los vecinos que les tocó el timbre de la casa de Montevideo al 1600 para ofrecerles el patio de su casa para ensayar, lo que generó el aplauso de las y los allí presentes. Un vecino que, paradójicamente, estuvo en el público de quienes se acercaron a celebrar las más de tres décadas de la murga liderada por Carmen y Dardo. “Ya se le pasó y no tengo nada ni hay que tener nada contra él”, selló Casal.

Pasadas las 22, la festichola continuaba, con una gran bailanta popular, ya sin el llamado del vecino ni el arribo de los móviles, como en aquellos años ’80. Mientras tanto, no deja de resonar la retirada, aquel: “corazón de bombo” que “cantando se va”, para volver a soñar, con el alma “pintada de risas y aplausos, y de amigos nuevos que no olvidaran”. Y sigue: “La luna, el arroyo, y un coro de ranas, galponcito templo la verás llegar y la flor del barrio guardarás. Que no se marchite la flor de mi barrio, que no se apague nunca su voz popular. Flor de Murga, eterna, vendrás florecida en cada febrero, con el carnaval”. La imprescindible Flor de Murga se retira al Barrio de las Ranas, para seguir ensayando, para seguir riendo, para seguir desafiándose, con su grito infaltable, poblando los alrededores, uniendo al de las Ranas con el Barrio de la Estación: “¡Y que nunca falte el Carnaval!”.

Remontar el barrilete murguero en esta tempestad

Multitudinaria vigilia, a 42 años de la última dictadura

‘Argentina es Educación Pública’ copó la Peatonal

134 años: del homenaje al primer tren y el reclamo por su regreso