Metalúrgica Tandil, muerte lenta de la metalmecánica

El fantasma del cierre de Metalúrgica Tandil surca los más variopintos ambientes tandileros, desde hace un tiempo. Si hay alguien que conoció (y conoce) esta empresa desde adentro y en épocas por demás difíciles, ese es Walter Martín. Con él charlamos y nos brindó su análisis de la situación que atraviesa Metalúrgica. Puntapié para una conversa sobre la actividad metalmecánica en Tandil y el panorama del sindicalismo y los laburantes.

Hace algunos días, en las calles céntricas de Tandil, integrantes de la Unión Obrera Metalúrgica, junto a otros sindicatos, marcharon hacia el palacio municipal, en pos de la defensa de los puestos de trabajo. La empresa Renault, propietaria de Metalúrgica Tandil, ofreció a sus empleados una doble indemnización, por la módica suma del retiro voluntario. Propuesta que alertó a la UOM local, al tratarse de ‘despidos encubiertos’. Situación que se suma a la política de vaciamiento, achicamiento e incertidumbre de la industria metalmecánica en Tandil, y de Metalúrgica Tandil en particular.

Walter Martín fue obrero de Metalúrgica y llegó a secretario general de la UOM, en tiempos complicados como lo fue la década de los ‘90. Tiempos en que este ex dirigente metalúrgico movilizó al gremio, a los laburantes y a la ciudad en las calles, en el Concejo Deliberante, ante un panorama de bajada de persianas de varias industrias de la ciudad, con sus respectivos despidos. Un accidente lo obligó a retirarse a ‘cuarteles de invierno’ de la UOM, pero encontró en el mundo de la radio el espacio “que llenó el vacío” dejado por tamaña y activa vida sindical. Fundó la 102.5 FM El Muro (que cumplió seis años el 14 de noviembre), pero del terreno metalúrgico no ha perdido el rastro.

Walter Martín.

Miradas del Centro dialogó con Walter sobre la actual situación de Metalúrgica Tandil; empresa emblema de la actividad en Tandil y la zona, Walter sentenció: “Viene muriendo, por goteo. La fueron dejando morir, gota a gota. Lentamente. Creo que el principio de esto fue ya en los ’90, cuando empezaron con las políticas de tercerizaciones. Ahí tomaron la decisión de empezar a dejarla morir”. Martín atribuye esta muerte anunciada a “la falta de inversión, las malas decisiones, los malos gerentes… Las condiciones del país, en su momento, tampoco aportaron mucho. El cierre de Metan, en 2010, creo que fue un corte, una bisagra. Ahí quedó más en evidencia que la decisión era que, en algún momento, esto cierre”.

Martín plantea ese hito de la historia de Metalúrgica Tandil como un antes y un después en la empresa, y agrega: “Cada uno tiene su estrategia, su manera de pelearla, su visión de las cosas, y cuando estás afuera, las cosas se ven distintas. Creo que el cierre de Metan se debería haber peleado más”. Asimismo, suma otro punto de inflexión: la muerte de Luciano Vargas, Lucas Serén y Juan Cruz Andrade, en enero de 2014, cuando explotó el Horno Seis. “Esas señales demostraron la pasividad de la empresa; señales que no se tenían ni se podían dejar pasar”.

Frente de Metalúrgica Tandil, al cumplirse seis meses de la tragedia en la que murieron Juan Cruz Andrade, Lucas Serén y Luciano Vargas. (9 de julio de 2014)

¿Cirugía de fondo o subsistir hasta ‘lo que dé’?

En alguna juntada y entre mates, Walter planteó que el modo de evitar el cierre era “apurando un cambio más profundo. Hace dos años, habría que haber juntado al Estado (en todos sus niveles) con Renault Francia, para pelear un compromiso de traslado al Parque Industrial, con una planta moderna, para la gente que está trabajando y cuatro clientes importantes. Esa era la pelea, y no del gremio solamente: del poder político municipal y de todas las partes interesadas”. Instalaciones de calle Figueroa que ya “no es operativa (nomás con las distancias que hay que recorrer ahí adentro para hacer un proceso), en un lugar de la ciudad en el que ya no puede estar”.

No son pocos los que ven muy próximo el cierre de Metalúrgica. “No creo que cierre mañana. Vienen a reducirla, a dejar la actividad mínima, con pocos clientes… Son alrededor de 160 personas y calculo que la mitad se deben haber anotado en este régimen de retiro voluntario. Quien no se va es porque tiene poca antigüedad o muy pocas alternativas de subsistencia afuera”, señaló Martín.

Sobre lo propuesto desde recursos humanos de Metalúrgica a los actuales empleados, Martín rememoró que “ya en los ’90, a mí me devastaron un cuerpo de delegados: les ofrecieron mucha guita, a futuros delegados que ya tenían calados. Ahora, vinieron al que quiera. Y el que agarra es el que tiene antigüedad. Y cuando los de antigüedad se van, y se reducen los planteles, aumentan los problemas de calidad. La gente de antigüedad tiene experiencia, conocimiento de la labor, de la tarea, del trabajo. Formar gente nueva es un costo tremendo”.

Para el ex gremialista, si bien no es el cierre inminente, se trata de una etapa previa. “En concreto, hay una empresa en terapia intensiva, a la que le sacaron la droga para calmar el dolor, pero a la corta o a la larga va a morir”. Desde su perspectiva, la solución pasa por una “cirugía de fondo. Hoy, la pelea debería ser para que Renault venga y se comprometa a invertir, a armar una planta nueva… Una pelea titánica. La otra es seguir luchando para que subsista un tiempo más. ¿Cuánto más, con planteles tan reducidos? Si empiezan a tomar pibes por contrato, va a ser un costo tremendo en calidad, en confianza de los clientes…

Hace tiempo que la actividad metalmecánica transita una crisis aguda. “Se profundizó en estos últimos dos años, se nota más, pero ya venía en retroceso, en el país y acá en Tandil, con lo ocurrido con CINPAL, con APAZ.” Martín remarcó que también se viene planteando que “el proyecto del lunghismo no es el de sostener la industria. No hay una sola política de radicación de empresas, de seducción a posibles empresarios para que vengan a la ciudad. Inversiones del exterior tampoco hay, porque vienen y ponen la guita en lebacs, no en instalar fábricas”.

Cuestionamientos al sindicalismo y la preocupación de la brecha

Walter Martín manifestó que el panorama “es mucho más grave de lo que se muestra: hay gente suspendida, con reducción de horas… SMATA logró ‘salvar’ algo, al acordar un mínimo de componentes de piezas nacionales, pero en la Argentina hace rato que no se producen autos completamente. Se produce alguna pieza, se arma, pero todo viene de afuera”. En ese punto de la entrevista, Martín enumeró algunos cuestionamientos al sindicalismo en general: “con el modelo kirchnerista, se recuperó actividad, horas de trabajo, pero nunca se alcanzaron los niveles de producción de los años ’80, aunque arrancamos con un piso como el del 2001”.

Otra de las críticas al sindicalismo está relacionada con que, “después de lo que fueron los ’90, después del cambio en la matriz productiva, donde pasamos la multiplicidad de tareas, con el viento a favor de los doce años del modelo nacional y popular, no se peleó para volver al viejo esquema productivo. Seguimos con la misma matriz de los años ’90”.

El tercer punto reside en plantear seriamente el fortalecimiento del sindicalismo a partir de la formación de cuadros. Formación que se efectúa “cuando se tiene el viento a favor, cuando tenés laburo. Cuando estás en las malas, con suspensiones, no se puede formar a nadie. Lo único se piensa es en sobrevivir. Tuvimos doce años de crecimiento y los gremios no trabajaron en la formación de cuadros. Hoy, si querés hacer una medida de fuerza, la hacés cuando estás al límite, pero el que no la está pasando, no se va a sumar, no la va a pelear”.

Otro de los temas que le preocupan a Walter se encuentra en la brecha generada al interior de los trabajadores sindicalizados. “Antes, algunos gremios estaban por encima (como bancarios y petroleros), y había una segunda línea, con un nivel salarial muy parejo: metalúrgicos, plásticos, cueros… Luego, seguían UOCRA, UATRE. Hoy, la brecha es tremenda: la diferencia entre un metalúrgico y un bancario es abismal, ganan tres veces más. Un camionero está ganando dos veces y media más que un metalúrgico. Así es muy difícil unir el movimiento obrero desde ese lugar. ¿Cómo hacés para que todos se sumen detrás de la misma pelea?

Una brecha aún más profunda hay entre el trabajador sindicalizado, en blanco, y aquellos excluidos, “que no tienen sindicato, ni obra social, ni vacaciones, ni aguinaldo, ni siquiera tienen un trabajo. Se lo tienen que inventar para subsistir”. Para Walter, “nos va a unir el espanto y el único lugar que nos puede unir es la calle. No hay otro lugar: no va a ser el Congreso, ni el Senado, ni los partidos políticos. En la calle se terminan las clases sociales, se terminan las brechas. La calle nos junta a todos, nos encuentra, nos une”.

La gran chimenea, ícono de Metalúrgica Tandil, y las sierras de fondo. Símbolos de la tandilidad.

Sentimiento repartido con denominador común

Consultado sobre lo que significa Metalúrgica Tandil para la sociedad serrana, Walter Martín fue contundente: “Hoy, Metalúrgica Tandil, para los tandileros, es eso: puro sentimiento. Es una de las empresas ‘madre’ y de allí surgieron otros emprendimientos, pero no representa más que eso: un sentimiento”. Martín rememoró los tiempos en que la economía de Tandil giraba en torno a Metalúrgica: “los días en que los compañeros cobraban la quincena, el centro se llenaba de ofertas, tratando de seducirlos para que gasten esa guita en sus comercios. Hoy es nada. Hoy es una empresa más. Diez empresas tienen la misma cantidad o más gente que Metalúrgica Tandil. Hoy se pelea por el presente de los compañeros que están trabajando que por su historia. No queda nada de lo que era. Eso de que Metalúrgica es Tandil es un slogan”.

En torno a su biografía, para Walter Martín, Metalúrgica Tandil fue “el espacio desde donde pude ser algo. Fue mi primer trabajo formal, el espacio donde aprendí a cumplir un horario, a tener una jornada de trabajo, a tener beneficios sociales. Fue la empresa donde laburó mi viejo hasta que se jubiló. Fue el lugar donde hice amigos; donde aprendí un montón.”

A propósito de sentimientos, Walter explicó que cuando fue elegido secretario general de la UOM, “el sentimiento que tenía en lo particular por Metalúrgica se fue perdiendo por el que tomé por toda la actividad metalúrgica. Entré a la UOM y me di cuenta que Metalúrgica Tandil era otro mundo dentro de la actividad: era la fábrica donde cobrabas en término, tenías media hora de descanso, un comedor en condiciones, te daban la ropa, cumplían las normas mínimas establecidas en el convenio… Cuando vi el resto, esos otros eran laburantes de segunda. Entonces, puse toda la energía en tratar de cambiar la situación de esos otros”.

En ese sentido, Walter confiesa que le duele la industria metalúrgica en Tandil. Que le duelen “los compañeros que siguen fundiendo, cagándose de calor y quemándose las patas, al lado del que no es el empresario sino el patrón, que lo tiene cooptado, de rehén”. Situación que en el Tandil del pleno siglo XXI, que se acerca a su bicentenario, aún pasa. “Metalúrgica fue una etapa de mi vida que me permitió crecer. Sin Metalúrgica, seguramente, no hubiera sido nada de lo poco o mucho que fui. Pero mi sentimiento es por todos los metalúrgicos, en general”.

Para el otrora gremialista, “el compromiso y la pelea de hoy es por los que están laburando en el mercado formal y pasándola mal, pero, por sobre todo, por aquellos que nunca tuvieron un mísero beneficio, para que sean reconocidos como laburantes por el resto de la sociedad”. Por esa razón, es crítico con los sindicatos: “porque los conozco, porque fui parte y porque sé que pueden ser mejores de lo que son. También sé que sin ellos es imposible transformar nada. No hay que destruirlos, sino ordenarlos, transformarlos. El sindicalismo como organización social y de los trabajadores es fundamental, necesario para cualquier transformación. Por eso, humildemente, desde el Movimiento Evita, trato de organizar, de acompañar, de aportar lo poco que puedo, con los compañeros que no tienen ningún tipo de beneficio. Siempre mirando a los otros, que necesitamos que se sumen”, cerró Walter.


 

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