Monte Pelloni II: Memoria, Verdad y Justicia en ‘La Feliz’

Comenzó finalmente, luego del fallido y la desprolijidad técnico-administrativa, el juicio oral y público por el segundo tramo de la causa denominada “Monte Pelloni”. Allí se investiga el circuito represivo ilegal que operó en la Subzona Militar 12, que abarcó los distritos de Olavarría, Tandil, Las Flores y Azul.

Las víctimas son 37, veintiuna de las cuales ya fueron parte del primer tramo, juzgado en 2014. Por ello, según adelantó Carmelo Vinci a Miradas del Centro, algunos testimonios serán provistos a partir de los videos del juicio anterior.


En la sala de audiencias del Tribunal Oral en lo Criminal Federal de Mar del Plata, son 29 los acusados en condiciones de afrontar el proceso, de acuerdo al resultado del “examen mental obligatorio”, ordenado por el tribunal en el Cuerpo Médico Forense de la Justicia Nacional.

Los imputados son Walter Jorge Grosse, Héctor Alberto González Cremer, Roberto Jorge Casares, Ignacio Aníbal Verdura, Edgardo Mariano Viviani, Juan Carlos Cabrera, Osvaldo Miguel Guarnaccia, Horacio Rubén Leites, Francisco Oscar Sarmiento, Argentino Alberto Balquinta, Juan Carlos Gurrieri, Carlos Rubén Bruno, Roberto Manuel Fantini, Luis Alejandro Seambelar, Eduardo Héctor Bernadou, José Clemente Forastiero, Oscar José Bardelli, Julio César Tula, Héctor Rubén Rinaldi, Carlos Alberto Saini, Enrique Vázquez, Luis Oscar Calcagno, Juan Carlos Luján, Raúl Ángel Córdoba, Carlos Alberto Muñoz, Alberto Santiago Padilla, Roque Ítalo Pappalardo, Néstor Omar Vapore, Román Valdecantos y Luis Alberto Juárez.

El tribunal está integrado por los jueces Alfredo Ruiz Paz, Víctor Bianco y Luis Imas. El Ministerio Público Fiscal está representado por María Ángeles Ramos, Juan Manuel Portela y María Eugenia Montero. La Secretaría de Derechos Humanos de la Provincia de Buenos Aires y la Asamblea Permanente por los Derechos Humanos de Azul actúan como querellantes. Las audiencias están previstas para los jueves y viernes, cada 15 días. El juicio podría durar un año y medio.


Recordemos que, durante agosto y diciembre de 2014, se juzgó el primer tramo de la causa. El acto judicial se realizó en Olavarría. La Facultad de Ciencias Sociales de la Unicen fue la sede. Rosana Cassataro, integrante de la Comisión por la Memoria local, dialogó con Miradas del Centro y expresó: “es todo muy extraño, ha sido muy difícil palpitarlo como el anterior”.

La des-territorialización del proceso judicial impide que el significado histórico, social, cultural, comunitario y político que imprimen las consignas de Memoria, Verdad y Justicia, se plasme en lo comunitario, en lo cultural. En ese sentido, señala que “desde Suteba, no hemos podido hacer el trabajo que se hizo antes con los pibes de secundaria, que nos llenó de expectativas, emociones muy diversas (…) Todo un trabajo previo que disfrutamos mucho y que nos puso en sintonía realmente con lo que iba a pasar. Ahora, la verdad es que se nos ha negado esa posibilidad. Esa posibilidad de estar en contacto con los pibes y de transmitir la historia de nuestra ciudad, tan cercana, que también resulta tan lejana. Hacer esa aproximación”. Es un juicio totalmente diferente, pero, por supuesto, felices de que se concrete”, concluye Cassataro.

Por su parte, Carmelo Vinci mantiene ciertas expectativas, ya que “cuando culmine, hará que casi el 90% de las causas de delitos de lesa humanidad en la región estén juzgadas”. Además, asegura que están “preparados para afrontar este largo itinerario”. Asimismo, esperan que “la sentencia finalmente el próximo año se haga en Olavarría, como para darle un toque diferente y mejor», en sintonía con el sentir de todxs.

Te recomendamos los siguientes links para recorrer las instancias de lo que significó Monte Pelloni I, tanto para para las víctimas como para la ciudad, en relación a la reparación y reflexión colectiva.

http://montepeloni.infojusnoticias.gov.ar/
http://unicen.edu.ar/content/juicio-monte-peloni-por-facso-producciones
http://agenciacomunica.soc.unicen.edu.ar/index.php/comunica/notas/472-presentacion-del-equipo-de-investigacion-monte-pelloni
http://www.unicen.edu.ar/content/juicio-monte-pelloni
https://www.ivoox.com/informe-juicio-causa-monte-pelloni-audios-mp3_rf_3397704_1.html

La sentencia

Olavarría: Histórica sentencia en el Juicio por Monte Peloni

Por María Eugenia Ludueña y Juan Carrá

(publicado en http://www.infobaires24.com.ar- 30-11-2014 )

Desde la primera fila de la sala de audiencias, Araceli Gutiérrez -la única mujer que estuvo secuestrada en el centro clandestino Monte Peloni- escuchó la lectura sentencia tomada de la mano de la viuda de Alfredo Maccarini. En la otra sostenía un retrato en blanco y negro de Laura Carlotto, y cada tanto usaba la imagen para abanicarse. A la una y media de la tarde, el calor en la sala era agobiante, pero a nadie le importaba. Puntual, tras el cuarto intermedio, el presidente del tribunal, Roberto Falcone, se tomó unos minutos para explicar algunos puntos claves de la sentencia que leyó después. Ignacio Aníbal Verdura, jefe del Área Militar 124 y mandamás de la zona; Walter Jorge “El Vikingo” Grosse, oficial de Inteligencia de la Plana Mayor (S2) del Regimiento de Caballería de Tanques 2 “Lanceros General Paz”, y Omar “Pájaro” Ferreyra, integrante del Grupo Operaciones del Escuadrón Comando, fueron condenados a prisión perpetua. Al ex teniente primero Horacio Rubén Leites, jefe del Escuadrón “A”, del mismo regimiento, en cambio, le dieron 8 años de prisión, muy lejos de los 25 que había pedido la fiscalía. Los fundamentos se conocerán el 25 de febrero.

Lo importante para Araceli, para Silvia -la viuda de Maccarini (desaparecido)-, para Pura -la madre de Rubén Villeres- que llegó con el pañuelo blanco y caminando muy despacio del brazo de su nieto Juan Pablo -huérfanos desde los seis años-; para los sobrevivientes Carmelo Vinci y Carlos Fernández, para su hermana la Tata, y para las decenas de familiares y sobrevivientes que llenaron la sala de la Universidad Nacional del Centro, era que por fin, después de 37 años, el Tribunal Oral Federal 1 de Mar del Plata condenaba a los cuatro acusados por los crímenes cometidos en el centro clandestino de detención Monte Peloni.

Verdura, Grosse, Ferreyra y Leites escucharon las penas cabizbajos, uno al lado del otro y fuertemente custodiados por policías con escudos antidisturbios. Seguían con los mismos trajes impecables con los que acudieron a cada audiencia, pero ya no quedaba en ellos el gesto erguido y desafiante con que se sentaron el primer día del juicio, cuatro meses atrás.

Hoy por la mañana Ferreyra había pedido no presenciar la lectura de la sentencia alegando que necesitaba regresar al Hospital de Olavarría por su condición de salud. Pero el tribunal no le concedió ese privilegio: “Mirala a Pura, con más de 90 años, pesa 34 kilos, está enferma y vino a escuchar la sentencia”, decía la hija de Araceli. En cambio Araceli -la “guardiana de la memoria”, como le llaman por vivir dentro del mismo predio donde la torturaron y la mantuvieron secuestrada- creía que hubiera sido mejor que Ferreyra se fuera al hospital.

“Llevó años pero llegó. La primera vez que declaré fue en el Juicio a las Juntas. Hoy siento que por fin se hizo Justicia, y que se reconoció que a los compañeros que están desaparecidos, los mataron”, dijo Araceli, entre lágrimas y abrazos largos. Fue un juicio atípico: muchos de los sobrevivientes son amigos entre sí. Han pasado estos 37 años reuniéndose para lograr justicia y también, cruzándose en la panadería y en la carnicería con sus secuestradores.

Algunos de sus compañeros no llegaron vivos a escuchar la sentencia. “Hoy faltan varios compañeros que estuvieron con nosotros luchando, como Mario Méndez (autor del valioso Informe de la Memoria de Olavarría)  o Cassano. Pero todos ellos están hoy acá. Llevó 37 años, hoy es un día de justicia. La justicia no llegó tarde, llegó. Los que cometieron estos delitos hoy están presos”, dijo  Carlos Genson, sobreviviente.

La Tata Fernández y su hermano Osvaldo Roberto Cacho Fernández se abrazaban bajo las 35 mil flores que cubrían las paredes de la facultad. Estaban hechas de papeles de colores y habían llegado desde todo el país para recordar a las víctimas de la dictadura. “Es mucho el dolor, la condena no basta, hay muchos que todavía falta juzgar. Pero creo que mi hermano Oscarcito debe andar contento allí donde esté”, decía la Tata.

Además de las perpetuas, otra línea de la sentencia infundía alegría entre los presentes: el tribunal había decidido revocar la prisión domiciliaria de Verdura y ordenar su “inmediato traslado” al hospital de Ezeiza. Lo hizo por entender que estaba amenazando el proceso y la continuidad del siguiente tramo del juicio, Monte Peloni 2. Consideró que “las amenazas que se han vertido en este juicio han tenido como objetivo intimidar a testigos y colaboradores”. A todos los imputados, además, la sentencia les quitó las jubilaciones y pensiones.

“Verdura va adonde tenía que estar desde el primer momento”, dijo César Sivo, abogado querellante que representa a más de 20 víctimas en Monte Peloni.  “Argentina es el único país del mundo donde los condenados por delitos de lesa humanidad tienen arresto domiciliario. Llega a juicio a los 82 años porque durante mucho tiempo se demoraron estos procesos judiciales. Lo importante no es la edad que tiene, sino lo que hizo”.

Respecto de la condena de Leites, la más baja, entendió que “parece que deja un sabor agridulce, pero en la segunda parte del juicio, donde está imputado en un homicidio, seguramente le corresponderá una condena más intensa. Los procesos avanzan espasmódicamente. Hemos logrado mucho”.

La jornada había empezado a las once y veinte de la mañana, en medio del calor agobiante y con la sala repleta. Hacía tiempo que no se veía a los cuatro acusados presentes. Consultado sobre si iba a hacer uso de las últimas palabras, el exmilitar que en democracia supo ser funcionario municipal de Olavarría dijo que sí, iba a decir algo. Pasó al frente y leyó un papel escrito a máquina.

“No voy a pedir clemencia, porque es lo que piden los culpables. Pido verdad y justicia”, fue la primera frase que dijo el Pájaro, con voz temblorosa, ni bien se sentó frente al tribunal. Vestido de traje y corbata, con anteojos para ver de cerca, leyó su descargo y pregonó su inocencia. “Estoy ilegalmente privado de mi libertad en una causa basada en falsos testimonios”. Además, Ferreyra dijo: “El único remedio para sanar la triste herida de un triste y lejano pasado es la verdad”. Y apelando a sus creencias, pidió a Dios “que ilumine el camino a la hora de hacer justicia”.

Después del veredicto, cientos de personas celebraron al aire libre. En un rincón, 116 muñecas de papel maché, con pañuelos de colores y flores en las manos, recordaban a los nietos restituidos. De ellas colgaban textos y poemas: “De una punta a la otra de la verdad, voy a levantar tu nombre como si fuera mi brazo derecho”, decía una que recordaba las líneas de Paco Urondo en una instalación del grupo Parapetón.

En el parque de la Universidad Nacional del Centro, donde transcurrió el juicio, se había montado un escenario. Los sobrevivientes subieron, levantaron los brazos y fueron ovacionados. En cambio Silvia, la viuda de Maccarini, se quedó sentada en un banco, fumando un cigarrillo. Tenía la mirada perdida en el infinito, la mano apretada en la foto de su marido -un penitenciario que sigue desaparecido-, y murmuraba: “No tengo su cuerpo, pero tengo la constancia de que lo mataron. El primer día del año nuevo, voy a levantar mi copa con Justicia, por primera vez”.​ (Infojus Noticias)