Morir de indiferencia en Salta

Javier “Chato” Yurquina falleció el viernes pasado, en Salvador Mazza, consumido de hambre y alcohol. Era un desocupado más, de los tantos que hay en la ciudad fronteriza.  Nota compartida por VOVE,  el portal de noticias de la cooperativa COYUYO de Salta.

A los 40 y pico años Javier “Chato” Yurquina era un vecino querido en la fronteriza Profesor Salvador Mazza. Había nacido y se había criado en medio de la pobreza. Hijo de madre alcohólica, también él había caído en esta enfermedad. Tenía mujer y cuatro hijos, de entre 2 y 14 años de edad; vivía en un terreno de su madre hasta que la chocita de barro se cayó. Entonces la familia fue a sumarse al montón en la casa de una hermana.

Yurquina era apreciado por su disposición para ayudar en cuanta tarea se le encomendara, cuentan los que lo conocieron. También dicen que siempre, sobre todo en la gestión del destituido Carlos Villalba, trabajó como personal quincenal en la Municipalidad de Salvador Mazza. Cuando llegó el nuevo intendente, Rubén Méndez, Yurquina le rogó que le permitiera seguir con su trabajo. No hubo caso. Se cayeron entonces los últimos hilos que lo mantenían llevando una vida más o menos normal. Su afición a la bebida se volvió compulsiva, su mujer se fue y los chicos fueron a parar a la casa de una vecina, Norma Saldaño, que los cuidó hasta ahora. Si recibía algún peso, a la hora de elegir entre comida y bebida, Yurquina optaba por lo más efectivo: perderse en un vaho de alcohol.

»Controles médicos a RaúlZigarán (Foto e informe: Raúl Costes) Fuente: FM Alba de Tartagal

En ese hundirse quizás la Unión de Trabajadores Desocupados (UTD), que conduce Raúl Zigarán, constituyó una razón para la esperanza, pero para entonces ya estaba desnutrido, tuberculoso y con un cuadro siquiátrico provocado por el alcoholismo, según explicó la gerenta del Hospital de Salvador Mazza, María Pérez, donde estuvo internado.

Con Zigarán y otros desocupados, Yurquina participó de manifestaciones pidiendo que les dieran trabajo, que el intendente hiciera cumplir a las empresas petroleras la obligación de contratar personal local.

El entorno familiar de Zigarán (que está casado con Norma) fue también, se percibe, un ámbito de contención, que desapareció hace dos semanas cuando el dirigente fue detenido. Yurquina falleció en la casa de un familiar, consumido por el hambre y el alcohol.

Cuando estaba hospitalizado, Norma lo visitaba y le lavaba la ropa. “Las veces que pude, le llevé a los chicos a verlo, él lloraba, como un niño lloraba cuando los veía a sus hijos cuando estaba internado”. “Yo ayudé hasta donde pude”.

“A mí me dan pena los chicos, si yo pudiera tenerlos a todos aquí en mi casa, porque ellos se acostumbran aquí, si yo pudiera, de mil amores los tendría aquí, pero desgraciadamente son cuatro y mi situación a veces también es medio difícil”, explicó Norma. El más chiquito es indocumentado.

Los chicos están ahora con la madre, pero vecinos de Salvador Mazza dicen que no van a la escuela, que los ven en la calle, incluso en la zona del peligroso Sector 5, usado para el contrabando de todo tipo de mercadería, incluidas las drogas.

Trozos de la vida y la muerte de Yurquina y sus circunstancias. El estado municipal, que se mostró indiferente frente a su pobreza y su adicción, volvió recién después de la muerte, con un camión para llevarlo al cementerio. Esa fue la última mano que el Estado le ofreció a Yurquina, aunque para él ya diera lo mismo. Resta ver si el Estado dejará la indiferencia de lado para ocuparse de sus hijos.