Netflix son los padres

Quizás haya que comenzar explicando esto: la vida no siempre fue así: Antes para ver películas había que vestirse e ir al cine. Mejor dicho, esperar que las dieran en el cine. Y si te las perdías, alpiste. Esperar la reposición, o anotarte en un cineclub.

Después, en los 80s, llego la revolución del VHS y la idea de las películas de Hollywood en video para ver en casa se volvió una realidad y los filmes disponibles en video crearon una fuente de ingresos nueva y altamente lucrativa para Hollywood. Pero a la industria nunca le gustó la idea de que los consumidores en realidad fueran dueños de las películas, incluso con los DVDs y los BR.

Con Internet, los sistemas de compartir archivos y los códec de compresión (el mp3 para la música y el divx para el video) la red se convirtió en una plataforma  de hacer a los  contenidos comunitarios. Lo que no le hizo ninguna gracia a los dueños de esos contenidos. Pero no todos sabían cómo acceder a material de calidad, y ante el fracaso del DVD y el BR era obvio que se necesitaba una solución apta para todo público. Nadie se imaginaba a CFK bajando ella misma los capítulos de GOT.

En ese aspecto el nicho lo ocupo Netflix. Una solución sencilla para quienes quieren ver las producciones de la industria audiovisual sin complicarse en cuestiones tecnológicas y ese fue su acierto, como el de todas las tecnologías exitosas: ser ubicuo, de funcionamiento trasparente.

No es la única. Existen otras, Hulu, vimeo, roku, Kodi, Vudu que no son conocidas por el gran público. Algunas son gratis y otras también requieren un pago. Pero es como el watsapp: hay mejores sistemas, pero éste ya ocupó el lugar predominante y consiguió la masa crítica como para dominar el mercado. Netflix tiene 47 millones de suscriptores en Estados Unidos y su catálogo de películas se reduce y se expande constantemente de acuerdo a los requerimientos de la audiencia. porque lo que está no estará siempre ya que Netflix «alquila» el contenido que no generan ellos mismos y cuando termina el contrato, lo retiran.

Una cuestión importante a apuntar es que Netflix tiene una «curaduría» sobre su selección de películas, pero esa selección está dirigida a los consumidores y no a ser un museo del mejor cine. No están las mejores películas, aquellas que deberían quedar si el mundo se incendiara, sino solamente lo que se espera que vea el consumidor. Y escribo «consumidor» y no «espectador», porque es de ese modo que interpela a sus suscriptores. El servicio no considera que su misión sea de conservación, sino que atiende a un público al que al mismo tiempo construye. Y atendiendo a eso, es que ya los críticos de cine de los diarios recomiendan “joyas escondidas” en Netflix, o sea los contenidos que “no podes perderte”.

Es un buen babysitter de chicos, porque tiene las series y películas que los chicos quieren ver una y otra vez, y que alguna vez sus padres terminaban copiando de tanto alquilarlas. Y apoya su valor en un contexto cultural en el que el top predominante del consumo cultural son las series de televisión: Se habla de ellas, se negocian significados… Y Netflix también establece una pertenencia, porque las series que tiene se publican todas de una vez, por lo que quien no las ve queda afuera de la conversación. Por eso han posibilitado que de una cuenta haya hasta cinco usuarios. La familia feliz.

Es en ese sentido que Netflix desilusiona a los cinéfilos. No será tan bueno si no están “aquellas” pelis de antología. Pero por otro lado Netflix es la salida para ver algo al azar, o sea es un buen reemplazo al cine en el cable. Básicamente, tiene poco material. Y especialmente cine “pochoclero”, del tipo “Armageddon” o “El guardia del shopping”. Y telenovelas, muchas telenovelas. Pero muy poco cine europeo y nada de cine de Europa oriental.

Netflix crece día a día. Pero no es el cine. El cine de verdad, está en otra parte…