‘Periodismo sobre desastres’, para no morir en el intento

Un libro largamente esperado por sus lectores. La nueva producción de la periodista y escritora Sibila Camps, ‘Periodismo sobre desastres’, se presentó en la 15ta Feria del Libro Tandil. Un título imprescindible para todos aquellos involucrados en la comunicación de desastres.

La génesis de la obra surgió de la propia actividad de la periodista. Con su extensa experiencia profesional en la cobertura de desastres y emergencias, tomó conciencia de que, a lo largo de su trabajo, había desarrollado una metodología personal en la programación de este tipo de coberturas, sin otra documentación ni bibliografía existente que su propia labor. Esa experiencia, construida durante la década del ’90, la recogió en una edición anterior del libro, realizada en 1999. La nueva publicación se actualiza con cuestiones tales como Internet, el trabajo multimedial (gráfica, audio y videos) y los celulares en el escenario, que por entonces casi no existían. Tiempo en que las redes sociales, como las conocemos hoy, ni se imaginaban.

Más allá de que siempre pueden ocurrir imprevistos, percibió que hay ciertas cuestiones que se repiten permanentemente, a las que denominó ‘núcleos informativos’: ítems específicos vinculados con las preguntas que se hace un periodista siempre, las famosas 5W (qué pasó, dónde, cuándo, a quién o quiénes, cómo y por qué). Cuestiones que, en el contexto de la cobertura de un desastre, tienen especificidades propias, a las que desarrolló en detalle e incorporó las fuentes de información sugeridas para consultar.

Esa cobertura se puede hacer de distintas maneras. Puede suceder que la tarea se realice en la propia ciudad donde ocurrió, se puede hacer a través de teléfono, de Internet y redes sociales, o consultando televisión. Pero principalmente se puede (y debe) hacer viajando al lugar de los hechos, lo que cambia totalmente las características de la cobertura. Por esa razón, la autora de esta obra incorporó las prevenciones que debe tomar la y el periodista, pues comprendió que si no se tiene la preparación para hacerlo, se pueden cometer muchos errores en el trabajo.

Esos ‘percances’ no solamente van a costar informativa y hasta económicamente al medio, sino que pueden ser contraproducentes incluso para la y el comunicador, además de causar daño a la población desde la desinformación y la generación de angustia. El periodismo en un desastre o una emergencia puede ser enormemente útil… O puede hacer muchísimo daño.

Otra de las nuevas incorporaciones de esta reedición es la perspectiva de género en la cobertura de desastres, ya que los desastres no afectan a todo el mundo por igual. Afectan con mayor intensidad a las personas más pobres y a las mujeres, que quedan a cargo en las tareas de cuidados y son las primeras que tienen que resignar otro tipo de actividades.

Este libro está dirigido primordialmente a periodistas, estudiantes de periodismo y comunicación, y a docentes del área. En la categoría de ‘periodista’, Camps engloba a quienes están en la producción o en la edición de todos los tipos de soportes (gráfica, web, multimedia, radio, televisión y sus entrecruzamientos, incluyendo redes sociales), como camarógrafos y fotoperiodistas. También pueden aprovechar este trabajo quienes se desempeñan en comunicación del desastre o tienen a su cargo la comunicación en áreas de Protección Civil, Bomberos, Defensa Civil, emergentología, servicios de salud, etc.

Periodismo sobre desastres‘ aportará a sus lectores herramientas concretas para ordenarse y programar sus coberturas periodísticas. Tendrán elementos para discernir rápidamente qué es más grave y qué no en el territorio. Podrán prever a mediano o largo plazo las consecuencias del trabajo y proyectar un seguimiento que les servirá para ordenarse y lograr mejores relaciones con quienes tengan que interactuar, hasta con sus editores, jefes, productores.

Otro aporte del libro tiene que ver con el balance entre los riesgos de la tarea periodística y el valor de la noticia producida, dado que puede realizarse una nota impactante pero que informativamente no aporte. Tal sería el caso de lograr una gran imagen desde lo fotográfico o un video conmovedor, pero que distraiga al centrarse en ese detalle y no en el contexto de todo lo que está sucediendo, que puede ser estructuralmente mucho más grave.

Un ejemplo que aportó la autora en la presentación refiere a los mitos de los desastres: creencias que no tienen asidero científico, pero que están en el inconsciente colectivo y que, a fuerza de repetirse públicamente, generan angustia y obligan a las autoridades a hacer inversiones económicas (o de recursos humanos y técnicos) en actividades que no son necesarias. Un error común es salir a vacunar cuando no hay una epidemia: después de un terremoto, no necesariamente se produce, aún cuando hay cadáveres en descomposición. Un cuerpo muerto no contagiará nunca una enfermedad que no tenía cuando estaba vivo, por lo que no es necesario vacunar si previamente no había un brote epidémico de determinada enfermedad. Ello genera angustia en la población, que considera que las autoridades no hacen lo que corresponde.

Camps también recordó sus experiencias: en las cíclicas inundaciones que sufren algunas regiones de nuestro país; en epidemias como la del cólera, que amenazó la región a principios de los noventa, que originó (por ignorancia) la persecución de trabajadores golondrinas o inmigrantes de Bolivia; y terremotos y otras catástrofes naturales y el rol de los científicos que intentan explicarlos. Trajo el ejemplo de la llamada ‘tragedia de Once’, en 2012, donde hace falta un despliegue muy grande en la cobertura, tanto para los medios locales como para los medios de otros lugares del país, que también tienen que reflejar y entender el acontecimiento.

‘Periodismo sobre desastres’ también aborda el trabajo con la información: cómo ordenarla, cómo registrar lo que se va haciendo (para no repetir), cómo se la transmitirá; cómo hacer una cobertura seriada para que quien llega por primera vez se pierda por no haber leído las anteriores, y no reiterar demasiado. Un aspecto que no olvida es la relación con los jefes: en muchas ocasiones, desde la redacción se digitan órdenes absurdas o imposibles de cumplir en el lugar de los hechos. Y la comunicación con la familia, que puede angustiarse por recibir información fragmentaria u obsoleta que les haga creer que el periodista está corriendo peligro o pasándola mal.

Este libro trata sobre un amplio abanico de cuestiones importantes para quienes ejercen el periodismo. Su lectura es recomendada a las y los profesionales de la información, como también a quienes pueden estar involucrados en la comunicación de desastres.

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