Por si no era suficiente: Baby Etchecopar en el Teatro Municipal de Olavarría

Así se ha anunciado en estos últimos días en la cartelera digital del Teatro Municipal olavarriense. En la agencia de comunicación de la propia página web del Municipio de Olavarría ya estaba publicada la novedad desde el 16 de marzo pasado.

Aún no se ha hecho la pegatina de afiches por la ciudad anunciando esta ‘visita’ de quien se define como “transgresor, cínico, irreverente, morboso, cómico, dramático y sensible hasta las lágrimas”. Un combo de contradicciones varias, en donde, a confesión de parte, relevo de prueba. En su propia gacetilla, agrega: “Tan incomprendido como comprendido, amado, admirado, odiado y criticado”. No gratuitamente ni sin sus debidas razones, claro.

Diversas agrupaciones feministas olavarrienses ya se están haciendo eco de esta presencia, que se anuncia para el 20 de mayo próximo. Presencia que trae aparejadas posibilidades de escraches e intervenciones. La situación se complejiza al tratarse de un espacio público y estatal, como lo indican el propio nombre del Teatro Municipal y la inserción del logo del Municipio en la versión del afiche que gira en la cartelera digital.

Mala Junta – Patria Grande Olavarría ya hizo pública su postura, al exigir que “sea suspendida” esta fecha en el Teatro Municipal “ya que este personaje avala la violencia, justificando violaciones y maltratos a partir de su posición de privilegio en los medios de comunicación”. Las malajunteras agregan: “Porque exigimos terminar con la violencia machista; porque no nos callamos más y porque decimos basta de violencia mediática, basta de misoginia!

Mientras tanto, en Tandil se encuentran en estado de alerta. Si bien, tal lo aclarado públicamente, ni desde el área de Cultura de la Universidad Nacional del Centro como tampoco desde la Secretaría de Extensión se gestionó ni se alquiló en ningún momento la sala para tal número, la empresa productora que efectivamente trae el ‘espectáculo’ (y que cometió tamaño “error” al colgar los afiches) intentará hacerlo en otro espacio de la ciudad.

Y no es un acto de censura, eh!

En la red social Facebook, la docente e investigadora de la Unicen, María Matilde Balduzzi, a raíz de diversos comentarios vertidos en esos terrenos virtuales, echó luces sobre por qué el oponerse a la presentación de Baby Etchecopar “no es un acto de censura”. Comentarios en los que se señalaba que “quienes nos oponemos a la presentación de Etchecopar -ya sea en la UNI o dondequiera se presente-, estaríamos ejerciendo acciones de censura y discriminación”.

Balduzzi reconoce que, en primer lugar, “es cierto que la Constitución Nacional, en su artículo 14, garantiza a todos los habitantes de la Nación el derecho de ‘publicar sus ideas por la prensa sin censura previa’”. Asimismo, hace alusión a que “la Corte Interamericana de Derechos Humanos ha proclamado a la libertad de expresión como ‘una piedra angular en la existencia misma de una sociedad democrática’ y ha afirmado que ‘es indispensable para la formación de la opinión pública’ y para que la comunidad esté suficientemente informada”.

La libertad de expresión es, entonces, un derecho individual -el individuo no puede ser menoscabado o impedido, arbitrariamente, de expresar lo que piense-, y al mismo tiempo, es un derecho colectivo: la comunidad debe recibir información sin que nadie se arrogue la potestad de decidir cuál es conveniente para ella y cual no”, recalca.

Sin embargo, “el reconocimiento de la libertad de expresión por la Convención Interamericana de Derechos Humanos y por nuestra Constitución Nacional, como derecho inalienable, no significa que ese derecho sea absoluto. Ningún derecho es absoluto. En el caso de la libertad de expresión, el límite lo imponen otros derechos garantizados por la misma Constitución y por las leyes de la Nación”. Balduzzi ejemplifica: “Nadie puede, amparándose en el derecho a la libre expresión, hacer apología del delito”.

En ese sentido, “si quien habla está perjudicando a otros/as o a un grupo, etnia, comunidad, con conceptos que resultan degradantes, injuriosos, discriminadores, y está incitando a la violencia contra ellos/as, no puede ampararse en el derecho a ‘la libertad de expresión’ porque está violando otros principios constitucionales, aquellos que protegen la dignidad de las personas, y está transgrediendo las leyes que prohíben dañar a otros ya sea físicamente o a través de actos simbólicos, es decir, con expresiones hostiles, descalificantes, difamatorias, que generen prejuicios o afiancen los ya existentes”. Y si de perjudicar a colectivos varios se trata, Baby Etchecopar cuenta con una amplia trayectoria y sobrados ejemplos al respecto.

Por ende, “oponerse a la presentación de alguien que ha violado el principio de no dañar a otros/as, y varias leyes, como la Ley Antidiscriminación y la Ley de Protección Integral para prevenir, sancionar y erradicar la violencia contra las mujeres (ley 26485), NO ES CENSURA. Es oponerse a la difusión de discursos que, bajo el velo del chiste, contribuyen a la discriminación, la exclusión e, incluso, alientan a la violencia”.

Por último, Balduzzi explica que “los discursos clasistas, racistas, sexistas, xenófobos, aunque estén ocultos tras ‘chistes’ aparentemente inocentes, son discriminatorios, estigmatizantes, degradantes para aquellos sujetos o grupos a los que toman como blanco. Son vehículo de preconceptos, estereotipos y prejuicios, y contribuyen a la discriminación y a la exclusión”.

Baby Etchecopar y el CCU: ¿Provocación, equivocación o lo qué?