Remontar el barrilete murguero en esta tempestad

La Estación del Ferrocarril fue nuevamente el escenario elegido de la celebración. Barriletes, baile popular y el pedido firme de que el Gobierno devuelva los trenes. Flor de Murga no descansa y festejó sus primeros 31 años de vida, lucha, resistencia y alegría.

El Barrio de las Ranas, y su vecino, el de la Estación, fueron el marco, el tablado, el testigo silencioso, del surgimiento de una murga que ya es marca registrada de Tandil. Murga nacida un 17 de octubre y que desde hace 31 años le da color, música, movimiento, sonrisas y mensajes a esa gran barriada y a los carnavales que patean los adoquines.

El viento del sábado, junto al sol que despeja el cielo y aleja las probabilidades de lluvia, aportan lo suyo para remontar los barriletes confeccionados por el equipo murguero y compartidos a todo aquel que se acerca al festejo. La música, que transita entre la chacarera, la cumbia y la ranchera, se escucha a varias cuadras a la redonda. Se llega a la Estación y levantando polvareda y pedregrullo, un flaco que no para de moverse y aprovechando el ritmo, invita a bailar, en el medio de la calle interna de la Estación, a quienes fueron de público de aguante. Todos los presentes coinciden en un mismo pensamiento: “¿De dónde saca tanta energía?” Es en vano intentar buscar la respuesta en los alrededores: no se divisa ningún cable alimentador ni tiene panel solar alguno. Y mientras estamos pensando esta pregunta retórica, Dardo Casal, el padre fundador de esta flor de murga (literal), sigue regalándonos pasos de todo tipo y color.

Ya se sumaron varias parejas a la improvisada pista de baile, y Dardo apenas se detiene, ante el saludo de unos vecinos que se acercaron. María del Carmen Silva, compañera de Dardo y madre de esa criatura llamada Flor de Murga, dialogó con Miradas del Centro. Rememoró aquellos tiempos del génesis, aquellas luchas en que se gestaba esta murga bien tandilera: “Flor de Murga nace en el año 1986, un 17 de octubre, fecha que consideramos como fundación. A Dardo se le metió en la cabeza la idea de hacer la murga. Tiempos de democracia recién recuperada; podíamos volver a hablar, sin miedo, y eso es importante en una murga. La murga da testimonio de su época. Nació con ese sentido de cantar, de decir cosas que, con cerca de treinta años, y luego de tantos años de dictadura, proscripciones y prohibiciones, realmente teníamos muchas ganas de salir a decir lo que pensábamos”.

Flor de Murga, en que aquellos muy primeros tiempos, se nutrió, principalmente, de jóvenes de la Juventud Peronista, chicos del Barrio de las Ranas, y de otros barrios de la ciudad, como Villa Aguirre, Las Tunitas… “Empezaron a juntarse así. Solamente salíamos en Carnavales. Terminado el Carnaval, nos despedíamos hasta el año siguiente, para en noviembre y diciembre empezar a juntarnos de nuevo. Así fue durante varios años. Hasta que la incorporación de tantos jóvenes, con ganas de tener un lugar de referencia, para seguir reuniéndose, pidieron para volver a juntarse, porque les parecía mucho tiempo esperar hasta el próximo carnaval”.

A fines de los ’90, la modalidad de los ensayos se transformó: durante todo el año, dos fechas semanales. Incluso los fines de semana eran parte de la grilla: “programábamos salidas, actividades, y empezaron a haber más actuaciones, porque las murgas se pusieron ‘de moda’; cosa que no era así en los ochenta, donde todavía era un tipo de agrupación muy discriminada. A fines de los ’90, a las murgas nos empiezan a llamar para distintas actuaciones, para distintas instituciones, que antes no se daba tanto”.

María del Carmen Silva, madre fundadora de Flor de Murga.

El estar en acción todo el año les permitió tener un grupo permanente, siempre listo y dispuesto para la actuación que se les presentara. Carmen rememora: “al principio, había que salir a buscar a los chicos. Había que rearmar el grupo cada año. Dardo se iba por los barrios, buscaba chicos que estaban por las esquinas y los invitaba. Ahora, ya no hace falta. Desde hace mucho tiempo, los chicos vienen solos, o vienen por sus amigos”.

Flor de Murga, en estas décadas de andar, también incorporó a muchas personas con discapacidades, tanto chicos como adultos. “Se dio. Las puertas siempre estuvieron abiertas para todo el mundo”. Carmen hace memoria y cree que fue entre 1998 y 1999, cuando a Dardo lo invitaron a dar un taller en la Escuela Nº 504, de Villa Aguirre. “Primero fue un taller de artesanías, como él es carpintero… A partir de ese taller, se interesaron por la murga y ahí él les empieza a enseñar. Entonces, empiezan a venir chicos de esa escuela, y después empezaron a venir otros, conocidos de ellos, porque vieron que se podía. Son cosas que se fueron dando solas”. Ni Carmen ni Dardo tienen, en los papeles, ninguna especialización en el trato con personas con capacidades diferentes, y la práctica les certificó que tampoco les hace falta: “fue muy natural la inclusión de todos. Ahora, ya vienen sin preguntar si se puede. Las personas con alguna de estas capacidades, realmente, en nuestro grupo, no nos damos cuenta que son en algo diferentes”.

Llegaron los 31 octubres carnavaleros, y las comparaciones entre aquel 1986 y el contexto que toca (sobre)vivir asoman. “Hemos pasado distintos momentos políticos. Somos una murga que nos sentimos y consideramos militantes” subraya Carmen. “Tomamos posición sobre lo que sucede; como hacen, en general, las murgas, sobre las cuestiones sociales, políticas. En este momento, como están tantos sectores sociales en este país, estamos tratando de resistir el avance del neoliberalismo que avasalla y quita tantos derechos conquistados”.

Dicen por ahí que nada serio se puede decir sin una sonrisa. Máxima llevada al terreno práctico de la expresión por Flor de Murga, en el largo itinerario de temáticas tratadas en sus números: la memoria, la destrucción de las sierras, el tránsito, la historia de las luchas argentinas desde el rol del bombo, son apenas algunas de las tantas. “Tratamos de visibilizar problemáticas desde el humor. El año pasado, en la presentación del Carnaval, hicimos un partido de fútbol. La pelota, enorme, tenía los colores de la bandera argentina, y los jugadores eran los personajes del gobierno en ese momento, que son casi los mismos que están ahora. Todos personificados con las características difundidas por los medios. Nos divertimos mucho”.

 

En esa oportunidad, a Carmen le tocó interpretar el papel de la Justicia, ni más ni menos: “Esa justicia, un poco extravagante, que pateaba la pelota para un lado y para el otro, siempre para sus amigos, parodiando lo que es la Justicia en este momento. Así tomamos posiciones políticas y las tratamos de llevar al Carnaval con humor, buscando la veta humorística. Porque la murga no puede ser aburrida en su discurso. Tiene que ser con música, poesía y actuación”.

Y a la hora de pispear un poco en qué están trabajando para el venidero Carnaval, Carmen nos mantiene con la ansiedad: “Todavía estamos pensando, tratando de hacer hincapié en la alegría, en la buena onda. Resistir lo que haya que resistir, pero siempre con alegría, que es la única manera de tener alguna posibilidad de triunfo. Con la tristeza y la depresión no vamos a ninguna parte”.

Por último, Carmen no duda y le agradece al público de Flor de Murga, “a la gente de Tandil, que nos aplaude, nos alientan. Nos sentimos muy queridos. Siempre que organizamos algo, están los amigos, que vienen, que nos ayudan. El año pasado hicimos un festejo grande, por los treinta años, y hubo muchísimos amigos que, con su talento y lo que tenían para poner, estuvieron ahí, colaborando y haciendo más linda y más grande la fiesta. Nos miman mucho”.

Desde Miradas del Centro, saludamos a toda la muchachada que día a día alimenta esa experiencia de lucha, coherencia y alegría que es Flor de Murga… Y como desde hace 31 años, que nunca falte el Carnaval!

Aprovechamos la ocasión para compartirles esta crónica audiovisual del acto central por la celebración de los 30 años de Flor de Murga, en la Estación del Ferrocarril de Tandil, el 29 de octubre de 2016, realizado por Tefa Schegtel Torres.