Réquiem por «Betty» y la disquería «Oriente»

Noticia es avisarles a todos los que no conocieron a Elsa Beatriz Krutli de Larroude, que murió «la Betty». Falleció en Olavarría el día 24 de septiembre de 2017, a los 78 años como dice el obituario, aunque hacía muchos años que no se la veía. La Betty ya no está en este mundo, como tampoco su disquería, cerrada hace años ya. El antiguo «Bazar Oriente» fue el sitio donde varias generaciones aprendieron a amar la música, mezcla de Spotify y salón de tertulia abierto a las almas inquietas, y aquí vamos a contar algo de esa historia.

Es difícil retratar a la Betty objetivamente, además de describir sus calzas, el cabello tirante y el rouge infaltable. Fue un alma libre que nació antes de tiempo, condenada a vivir en un pueblo chico de la llanura bonaerense en tiempos difíciles, especialmente para una mujer. Hija única de un matrimonio descendiente de alemanes, atendió por años una disquería en la que no solamente se conseguían discos imposibles, sino que además, para quien entraba a conseguirlo, se convertía en amiga, se incorporaba a una conversación en la que se hablaba de todas las cosas y donde muchos -entonces adolescentes- fueron escuchados en sus deseos e inquietudes quizás por primera vez, y estimulados en lo más luminoso de la vida.

Eran momentos en los que la compra de un disco -un vinilo- era una adquisición muy meditada. Se podía llevar uno cada dos meses a lo sumo, sin más referencia por aquel entonces que una nota en una revista o la radio. Lo que se hacía era ir a la disquería y pedir de escucharlo. Y eso llevaba a la charla entre clientes y comerciante y finalmente entre clientes.

El fuerte de la disquería era su catálogo de música clásica, exhibida en el sótano bajo el comercio. Esa colección fue lo más atacado por la inundación del ochenta. Un desastre del que la disquería jamás se recuperó. Poco a poco, comenzó la decadencia del comercio, que no llegó activo a la venta de los CDs y de la mente de Betty, a quien por años se vio barriendo la vereda, perdida en sus delirios. Tiempo después, no se la vio más.

En 2008, un grupo de estudiantes de la carrera de Comunicación Social se enteró de su existencia e intentó comunicarse con ella, pero no lo lograron. Incluso, intentando ubicarla, dejaron carteles en la disquería, que permanecía cerrada por años, como una cápsula del tiempo. No lo lograron, pero más tarde hicieron un pequeño documental, con algunos amigos que se unirían en su recuerdo.

Como las muchas personas, clientes ocasionales o habituales, que desde hace tiempo se encontraban en un grupo en Facebook para compartir sus experiencias en la disquería, y que aprovecharon ahora el espacio para recuperar esas memorias. Algunas de ellas las transcribimos aquí, construyendo un diálogo jamás interrumpido:

Claudio Lissarrague rememora: «No puedo creer encontrar un grupo así. Las tardes que habré pasado en esa disquería charlando y escuchando música; además no era solo escuchar, era conocer discos. Era el único lugar en Olavarría que podías conocer música. Yes, Pink floyd, quilapayun, Aquelarre, Elp, gismonti, king crimson, mingus y tantos más, dónde los ibas a escuchar?«. Por su parte Diego Ricaud agrega: «Recuerdo que pasé por varias etapas con respecto a las idas a la disquería de Betty. Los recuerdos son más o menos asi: Cuando era muy chico (como casi todos los Uds, fui porque no me quedaba otra, llevado por mi vieja, que buscaba algún disco, pero que se pasaba una mañana entera delirando con Betty. Por Dios !!!!! No paraban nunca de hablar !!! Que martirio !! Y yo me quería ir, porque le tenía miedo a Romancito !! Después cuando adolescente comencé a ir solito. Me acuerdo de algunos discos que me compre ahí. Uno de Frank Zappa que me lo lleve porque Betty me dijo : escuchalo, si no te gusta no me lo pagas, si te lo quedas, venis y me traes la plata cuando puedas. ja ja ja Capa !!! «Porque Cantamos» también me lo compre ahi !! Huy !!!! lo gaste en una semana, no dormía para escucharlo !!

Walter Marchand aporta: «Cada quien recuerda algo diferente, personalmente recuerdo que al principio me daba como impotencia no poder devolver en calidad y cantidad el afecto y la expresividad que me avasallaba cuando me encontraba con Betty, yo no era de Olavarría y a ella poco le importaba, una diosa!!! Betty era el valor agregado a cualquier música, y si no comprabas nada, igual te llevabas su alegría de vivir y de recuperar las cosas buenas!!» Y la memoria de Adriana Carla Gorlero suma: «Todavía suena en mis oídos y en mi piel un disco de pasta de Barbra Streisand Mujer enamorada y betty era una mujer enamorada de la vida, su sonrisa y su color… Que bella

Atendiendo la disquería a la luz de las velas durante un corte de luz…

Luis María Fittipaldi: «Solía recortar los chistes esos de un cuadrito que salían habitualmente en los diarios con una posible humorada al gobierno y los pegaba en un espacio tras el mostrador para ser vistos y no olvidados, ahora recuerdo claramente haber ido junto a Raúl Mariani una tarde del año 75, y reírnos con ella por uno del reciente «Rodrigazo». Por esa época soliamos oír todo …..ZZ TOP, Premiata Fornería Marconi, Deep Purple, y durante años conservé el simple de Billy Preston: «Nothing from nothing» comprado allí y que recordé muy claramente hace semanas atrás en el cine cuando fui con mi hija a ver «Rebobinados» con Jack Black y me sorprendió oirlo en su soundtrack…asi hacen hilo los recuerdos!«. Chino Ribalta: «Ahí compramos con un amigo el primer disco de Serú. Teníamos 15 años. Ella nos habló de Frank Zappa y luego fue cuestión de pedirle que nos trajera los discos que nos marcaron para el resto de nuestras vidas

Daniel Cortondo escribe: «Que lindo ser Betty!!!!, yo en mis tiempos en que comencé a comprar discos, solo simples al comienzo, luego pase al doble con Creedence y cuando pase al LP, Fireball de Deep Purple vivía en Azul. Y cuando regrese a Olavarría fui habitué de lo de Betty, y si, eran una maravilla las charlas con ella, recuerdo cuando después de un recital de Leon Gieco nos encontramos con el y la Betty en un hermoso ataque de amor le decía «es un potro!!, es un potro!!», agarrándose la cabeza, una maravilla de mujer, además me encontraba con todos, sabia que pasaba por su local y terminaba con novia..

Marcela Aramburu recuerda: «Imposible olvidar el ir acompañando (desde muy chica…) a mamá buscando algún, complicado de encontrar por acá, intérpprete de jazz o mi abuela a «visitar» a Betty , saliendo de Oriente con otro LP de música clásica y en esas horas que duraban las charlas y la búsqueda,dejar perdida mi mirada en sus gestos tan particulares, admirada con sus atuendos y los ojos pintados, labios delineados, el lunar, su forma de fumar y el entrañable afecto con que siempre, siempre, hablaba de mi famoso tío materno (que murió tan joven) con el que compartió tantas «fiestas» en los 60!!!! Pasaron los años, volví al pago, la reencontré casualmente…y no perdió nunca ese entrañable cariño por los míos, expresado en abrazo y palabras, gestos, miradas sinceras…toda una mujer!!!! de las que se jugaron por lo que creían y soñaban…»

Las cartas que Betty escribía a sus amigos…

Marcelo Góngora: «Mi primer disco y en lo de betty, un simple de un tal leon gieco,’la navidad de Luis’… Marcelitoooo -me grita, y con sus ojazos grandes, claros, más curiosos que nunca, mira al cielo- viste la luna,…» y comienza un de esas tantas conversaciones que sospecho sera de las mas lindas que yo haya tenido con una mujer, de la que te podes enamorar, a la que podes admirar y respetar al mismo tiempo…y según mi grado de alienación en ese día, también comprender. Ella siempre sobrevuela mi comprensión, es mi atencion y predisposicion al divague lo que importa, aunque ella siempre se las ingenia para cautivarme, agitarme… «No, no hables, no te conviertas en uno de ellos» …me termina diciendo mientras continúa con su obra en el cordón de la vereda..

Gerardo Epelbaum: «Betty la que no me quiso escuchar cuando le fui a contar que mi mamá se había ido, me tapó la boca y me dijo : no quiero saber!- y quizás es mejor así, algunas cosas mejor no enterarse, mejor no saber amada Betty que sacaron los adoquines de la alsina, mejor no saber que la UMA ya no existe y que la pampa ya no tiene ni siquiera, el ombú. Betti que me enseñó que el mundo era más grande que esa ciudad amada, Betty que me enseñó que había una belleza llamada Catherine Deneuve y que yo tenía que ir hasta donde sea para encontrarla, Betty la dueña de galán, el perro que chiquito y todo dominaba el territorio de la alsina, Betty la mamá de Román que nos pellizcaba los cachetes y nos hacía llorar, Betti la que defendió los árboles que un petiso quería cortar,¡ Betti ahí están los árboles, nos faltan tantas cosas, tanta gente nos sacaron , pero ahí están los árboles de la alsina, y nadie los sacará nunca, porque pareciera que la gente ahora, 40 años después, te dá la razón!!!«, para agregar más tarde:. «Y si. Además era un refugio para el pensamiento. En épocas dictatoriales . Yo recuerdo sentirme muy cómodo con Betty. Éramos raros. Era un refugio para raros

Otra de las cartas que Betty escribía a sus amigos…

María Esperanza Bellagamba: «Betty… Hoy como todos los días, salvo los lunes porque no viene, me encontré con Betty. Ella es capaz de hablar de cualquier cosa durante un período de tiempo inestimable para el hombre común. Y para uno mismo cuando se dispone a prestarle atención. Betty lleva pintados tres pequeños corazones en la cara, que cada día se maquilla: dos prolongando su ceja derecha y uno debajo de la boca, cerca de la comisura también derecha. Tiene todas las edades, un cuerpo diminuto, uno ojos celestes envejecidos, pero no cansados; un pelo castaño larguísimo y una sonrisa que le abarca la cara completa. No sé cómo empezó nuestra relación, una tarde, después de mi horario de trabajo, al pasar por su vereda me preguntó algo, no recuerdo bien de qué hablamos, podría haber sido de cualquier cosa, de las hojas de la calle, del viento que le molesta tanto, del conflicto del agro o de las favelas del Brasil..

Pino Cuadrado: «Que tiempos…recuerdo que ahi me compre el disco de Curved Air la primera banda de Stewart Coppeland el baterista de The Police y Betty me comentaba de la diferencia que había entre ellos, también el de The Houses of The Holly de Led Zeppelin por supuesto con la charla condescendiente, Lobo Estepario de los Stepenwolf, el LP de Jefferson Airplane, los Raspberries, Quemar y Made in Japan de Deep Purple y Made in Japan, Zoot Allures, Live in New York y Chungas «Revence» de Frank Zappa, Simon and Gartfunkel, Paul Simon, los de Jehtro Tull, los de Yes y todos los «Convivencia Sagrada» y uno de los discos sino el unico mas grande de la historia The Dark Side of The Moon de Pink Floyd. Además de «El Jardín de los Presentes» de Invisible la banda del flaco Spinetta con Pomo y Machi. Y si, no recuerdo muchas anécdotas pero eran largas charlas con Betty y después comentar la compra en el negocio de iluminación del papa de Tito Catani…»

Durante varios años la disquería permaneció cerrada mostrando los destrozos de la inundación del ochenta:

Quizas los recuerdos más sentidos son los de aquellos que, impresionados por su fallecimiento, escriben hoy…

Clemar González:»Beti Krutli vivió 78 singulares años en Olavarría, hasta hoy o ayer. No importa exactamente cuándo le devolvió a la vida el estuche que la vida le prestó. Merecía ya descansar en la paz de la nada en la que todos acabamos pero sin encontrarnos nunca más: Aún así, algunos (como la Beti) quedan reverberando con sus sonrisas, con sus gestos, con lo buenas y trascendentes personas que han sido.
Ella fue quien tuvo un antro de perdición propio donde siempre nos encontrábamos los olavarrienses de cierta época comprando vinilos. Ella te conseguía el vinilo que quisieras. Ella o su madre te cebaban mate, te contaban historias o se trenzaban con vos en el análisis de cualquier cosa agradable de dicutir. Traficaba artesanías también, medio a escondidas y no para todo el mundo sino para quienes fuesen merecedores de recibir trabajos artesanales a los que entregarles cariño y cuidados. Beti sonreía siempre y sus opiniones fueron implacables. Es casi imposible hacer un retrato de ese ser tan especial, armonioso, bello, social, pensador y servicial que Beti ha sido. La maternidad le llegó muy tarde y su hijo fue uno de sus grandes desvelos. Siento un poco de tristeza y una inmejorable gratitud hacia esta proveedora de vinilos, de sueños, de charlas, de mimos… todo eso perfectamente personalizado.»

Puli Larregle: «La disquería de Betty era un remanso en el que podíamos sentir que no éramos bichos raros sino sólo adolescentes ávidos de abrirnos a músicas diferentes. Era un espacio de libertad para empezar a ser grandes, para decidir de qué artistas nos queríamos rodear, con qué estéticas íbamos a configurar nuestros gustos y nuestra identidad. Betty nos dejaba hacer, revisar las estanterías, escuchar los discos en el tocadiscos que estaba bajando la escalera, entre las artesanías chilenas. Nos sugería, ´ah, si te gusta eso, entonces escuchá esto que te va a gustar también´. Y nunca me olvidaré de la primera vez que hizo sonar para mí el grito desgarrador de Cry Baby. Nos hablaba de cosas que ahora están en boca de todos pero que en ese momento resultaban casi prohibidas: Del feminismo, del derecho de las mujeres a decidir sobre sus cuerpos, de Salvador Allende, de Fidel y de Violeta Parra. De Neruda y de Cortázar y de Simone de Beauvoir. Nos escribía cartitas que firmaba Betty ’80as antes de los 80 porque confiaba siempre en que «mañana es mejor». Si le preguntabas la edad, siempre decía 33 cumplidos. Y nos bancaba horas charlando y escuchando música. Y los años pasaron y después no nos vimos más pero yo sé que una parte de la persona que soy hoy nació en la disquería de Betty

Seguramente, la Betty descansa ahora en el cielo con diamantes, arrullada por aquellas canciones que mostró a los que iban a la disquería. Fue un alma hermosa que hizo más luminoso su tiempo en el pedazo de mundo en el que le tocó vivir. Buen viaje, querida amiga…