Salir al sol: invisibles en la sección y en la Historia

Miradas del Centro está de estreno: una nueva subsección está desembarcando y corta la cinta con premura y urgencia. ‘Deportes en violeta’ se alojará en el apartado de ‘Derechos’ y eso ya da cuenta de una decisión editorial… y política. Una subsección que surge de una bronca que también es esperanza, para sumar un espacio al deporte femenino de Tandil y la región; y en pos de aportar un granito de arena a la visibilización de las siempre invisibilizadas de las secciones deportivas de los medios colegas: las mujeres y las disidencias.

(por Tefa Schegtel Torres) ¿Será una suerte de editorial? ¿Un intento de explicación? Esta subsección tiene un porqué y algo parecido a una historia. En este particular 2020, como les ha pasado a muches más que dos, tocó cursar desde la virtualidad. Y en ese contexto, se me ocurrió incurrir en la materia de Periodismo Deportivo (en el marco de la carrera de Periodismo de la Facso-Unicen), movilizada por la curiosidad: ¿Cómo hacer este tipo de periodismo que, se supone, es imprescindible realizar desde la cancha, desde las pistas, cubriendo los hechos deportivos, como bien su nombre lo indica? Por lo pronto, me tomé como un desafío el incluir mujeres en los trabajos a entregar. Del desafío pasé a la angustia: la de no encontrar mucha información sobre el deporte practicado por mujeres.

En las redes sociales, me cruzaba con publicaciones de mujeres jugando, compitiendo, incluso ganando torneos, aún en este panorama pandémico. Sin embargo, a la hora de buscar una cobertura mediática de esos mismos hechos visibles y palpables, el periodismo lugareño puso el foco sobre esos mismos deportes, pero practicados por hombres. Los nombres de esas mujeres con premios en mano no aparecían ni dando vuelta y sacudiendo las pantallas. Nada de nada. En ese momento, mitad de octubre, se me ocurrió la idea de recorrer el resto de la sección, allí donde se reúnen todas y cada una de las notas dedicadas al deporte. Luego de atravesar 12 páginas, con una decena de noticias cada una, casi al fondo a la derecha encontré una nota protagonizada por una mujer: la rosarina Nadia Podoroska y su participación en este último Roland Garros.

Y en Tandil y la región, ¿las mujeres no juegan? ¿Las mujeres no compiten? ¿Las mujeres no transpiran la camiseta, en serio no sienten la pasión? ¿Las mujeres no relatan? Mientras en las fotos de las premiaciones, se ven claras la subestimación al deporte femenino, y la inequidad en relación al masculino. Mi breve paso por la carrera de Historia de la Unicen me dio la pauta de la importancia del registro periodístico para la escritura de la Historia. Hoy día, el lema parece ser ‘deportistas ganadoras en las redes, pero silenciadas en los medios’. Y cabe la pregunta sobre dónde habrá quedado el registro de la actividad de tantas deportistas, en tiempos en que no existían estas redes. Los interrogantes no cesan: ¿A qué se debe esa invisibilización? ¿Qué pretenden o a qué le temen los hombres? ¿A la pérdida del supuesto territorio por excelencia de la masculinidad, por invasión de las mujeres y las disidencias? ¿A que ellas -y elles- sean ‘mejores’ que ellos en la disciplina? La desigualdad en las premiaciones, sueldos y coberturas, ¿es mero desprecio, o esconde la intención de desalentarlas para que no ingresen en la competencia?

En muchas paredes de esta ciudad, tan marcada por lo deportivo, varios murales y monumentos homenajean a deportistas hombres. Aún no he encontrado uno exclusivamente dedicado a alguna deportista. Quizás, con la indagación que intentaremos en la historia y la actualidad del deporte tandilense, el sacar a la luz sus nombres e historias empuje a sus prontas realizaciones. Ciertos sectores de la vecindad tandilera, además, profesan una gran pasión por la historia de esta aldea serrana. Sumemos la presencia territorial, física, de la propia carrera de Historia de la Universidad Nacional del Centro. Aún así, en la escritura de esa historia, el deporte femenino no aparece en demasía, y lo poco escrito es el aporte de algunos periodistas, más por cariño a esas protagonistas con poca prensa y por cercanía a la lucha feminista que, hace algunas décadas, se daba casi en soledad por estos lares.

¿Qué pasa con los medios tradicionales y el deporte femenino? Suelen gestarse iniciativas como ésta en medios pequeños, como resultado de la voluntad de algún o alguna periodista (como la experiencia de Amelia Cabral y su página de Face ‘Historia del deporte Tandil’).  Por ende, aquella angustia pasó a convertirse en la sorpresa de interesarme por un terreno en el que, en lo periodístico, no había jugado jamás; y al que, de hecho, había subestimado. Nadie en mi entorno podía creer lo que sus propios ojos dictaminaban: una semana clavada a la pantalla, escuchando atentamente las disertaciones del VIII Congreso de Periodismo Deportivo, organizado por la Facultad de Periodismo y Comunicación Social de la Universidad Nacional de La Plata. Contra mis prejuicios, nunca se debe decir nunca: jamás en la vida me hubiera imaginado asistiendo a un congreso de esa temática, y ahí estaba, ante un territorio totalmente desconocido, atravesado en cada charla por una perspectiva de género visibilizadora de las luchas de generaciones de mujeres.

En estos tiempos de encierro y cuarentena, y en una sociedad donde el feminismo está cuestionando roles y mitos, ha hecho que el revolver cajas de fotos e indagar en las historias familiares se haga con ‘lentes violetas’ y una actitud revisionista. Así como en la historia oficial de deporte de Tandil (y de la región), ha habido mujeres y disidencias que no quedaron en los archivos, en nuestras historias familiares cada cual puede preguntar y repreguntar para el rescate del pasado deportista de nuestras madres, de la pasión de nuestras abuelas escuchando los partidos y las carreras del domingo.

Como cita Ana Buñuel Heras (1996), en su trabajo titulado ‘Mujer, machismo y deporte’, J. Hargreaves señalaba que “la hegemonía masculina en el deporte es más resistente al cambio que cualquier otra área de la cultura”. Hegemonía apoyada, además, por mitos que el machismo asoció al deporte y las mujeres, que aún hoy son complicados de erradicar del inconsciente colectivo: mitos como el de la ‘masculinización’ a través del deporte; el del deporte como perjudicial para la salud de las mujeres; y el que sentencia que las mujeres no son ‘buenas’ para el deporte, como enumeró Buñuel Heras. Mitos que la realidad ha derribado con contundencia. Mitos que han aportado a alejar a las mujeres del deporte, sumados a la falta de tiempo libre de este sector social tanto para practicar deportes como para dirigir sus instituciones, al que todavía confinan a la realización de las tareas domésticas y de cuidados.

Aún bajo esa situación compleja, mujeres y disidencias han sabido hacer magia y malabares para rebuscárselas y dedicar algún momento a desviarse de ese mandato patriarcal. ‘Deportes en violeta’ aportará su granito de arena, desde una mirada feminista, hacia ese campo de competencia deportiva y de lucha de intereses políticos, tan poco visibilizado social y mediáticamente, como es el deporte femenino y disidente.

Para la gran mayoría de los medios de comunicación, pareciera que las deportistas no existen… pero que las hay, las hay. Y de ello se trata esta aventura: de que esas historias salgan al sol, para que se conozcan, se difundan y desde el ‘deporte competición’ se aliente y ‘contagie’ su práctica como ‘deporte para todas y todes’, en pos del crecimiento de las disciplinas…

Mural en homenaje al deporte femenino, en el ‘Paseo de la Igualdad’, en el Ayuntamiento de Eibar, España. ¿Cuánto tiempo pasará hasta que en las paredes de Tandil se realicen homenajes del estilo a sus mujeres y disidencias deportistas?

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