¿Te están robando la basura?

Preguntarse qué cosa es basura y qué no, a veces no es tan obvio o inocente. Lo que una sociedad considera ‘basura’ es una categoría que muta permanentemente; algo definido social y culturalmente en cada época. En ese sentido, la basura es el ‘lado B’ de la sociedad de consumo. Para que podamos consumir tantos bienes, muchos otros deberán declararse ‘residuos’, para hacer lugar a los que van llegando. Sea que dejen de funcionar, que sean declarados ‘pasados de moda’, o que les alcance la ‘obsolescencia programada’. Nuevas funciones en aparatos electrónicos; diseño más ‘actual’; diversos discursos sobre ‘lo que hay que tener’ para estar al tono de los tiempos.

(por Jorge Arabito) Basura, en muchos casos, es lo que ya no nos sirve; lo que nos sobra; lo que está en condiciones de ser desechado. Eso alcanza a muchos y diversos órdenes de la vida. En el caso de los alimentos, hay buenas prácticas, como esa costumbre ‘ancestral’ en la que cuando sobra comida en una fiesta la llevan «al Hogar de Niños o al de Ancianos». Desde el lado miserable de la vida, se comenta que existe una directiva nunca confirmada (quizás un mito urbano pero muy concreto), para que los empleados del McDonald’s rocíen con productos de limpieza los restos de comida que dejan sus comensales, de modo que los indigentes no puedan aprovechar los restos comestibles que quedan en la basura. En otro ámbito, en un informe, difundido hace años por Telesur, se comentaba que casi todos los medicamentos NO tienen fecha verdadera de vencimiento, sino que se les pone por una cuestión de stock en las farmacias.

Esta cámara está rota. Pero el objetivo le podría servir a otra similar.

Cierto que estas prácticas pueden considerarse riesgosas… Pero con respecto a la tecnología, pasa algo bien diferente: desechamos equipos que ya no son ‘lo último’ o que tienen algún desperfecto, sin pensar que, más allá de si se pudieran arreglar o no, con sus componentes se podrían hacer otras cosas. Hay un documento llamado el «Manifiesto Maker», en el que se expresa lo que las cosas deberían poder ser para la gente: deberían poder desarmarse (estar atornilladas, no pegadas); arreglarse; deberían venir con los manuales de reparación (no sólo de uso). Deberían poder, en suma, ser apropiadas realmente por sus propietarios. Pero en la sociedad actual, nunca nos adueñamos realmente de las cosas. No las consideramos realmente nuestras pues sólo son un aparato más en la cadena, una serie de otros similares que tuvimos y tendremos, como los celulares o las notebooks, que ya ni les ponemos nombre.

Entonces, los objetos pasan a ser cosas que en algún momento decidiremos tirar. Que quizás le pueden servir a otro, y lo que de un lado es basura, para otro tendrá utilidad, como el periódico que se lee en el subte y  luego se abandona en el asiento como papel viejo, para convertirse de vuelta en un diario cuando alguien lo recoge para leer.

Pensemos esto como una cuestión de escalones. Lo que a nosotros no nos sirve, podrá ser aprovechado por otros, como en algunas familias en las que hay un ‘apropiador adelantado (que se compra cuanto adelanto ve la luz) de tecnologías’: el que se compra el último celular, la última afeitadora, y cuando se aburre, la hereda un primo o sobrino. Nuestra sociedad tiene múltiples escalones, pero está rota la cadena de aprovechamientos. Ya no somos ‘una familia’. O no encontramos medios de hacer que lo que a unos no sirve. Una buena salida a esto son las gratiferias, donde unos pueden retirar lo que otros dejan, lo que ya no les es útil, no les entra en su casa o ha sido reemplazado por algo mas ‘nuevo’.

Quien ha trabajado en una cárcel, sabe que siempre hay alguien que puede estar peor. Una vieja radio en manos del interno de una unidad penal puede conectarlo con el mundo y hacer menos dura su condena. Esa computadora obsoleta le puede servir a alguien del Chaco que tenga electricidad, como ventana al conocimiento.

Por otra parte, muchas veces, los programas de separación domiciliaria de basura encubren negociados. La basura también es un recurso. Tiene valor. Recordemos alguna declaración de quien ahora es Presidente: cuando era Jefe de Gobierno de la CABA, afirmó que los cartoneros eran ‘ladrones de basura’. Ese sincericidio descubrió un secreto a voces: la recolección de basura es un servicio que nos cobran, pero para quien la recoge, podría ser (o es) un negocio. En realidad, casi cualquier cosa que se obtenga ‘gratis’, es un recurso del que se pueden obtener beneficios, aunque sea quemándolo para generar energía.

Siguiendo este razonamiento, nos han convencido que nos hacen un favor o un servicio, al liberarnos de nuestra basura. Y ese discurso ha calado hondo en la sociedad, incluso desde un perfil ‘ambiental’: la basura es tóxica, contamina, entonces te liberamos de esa carga. En la reciente campaña realizada en Olavarría, se consideraba ‘correcto’ recibir algo a cambio de basura: «Que podamos recibir árboles a cambio de la entrega de residuos es algo ideal«, decía un funcionario municipal, al referirse a la colaboración de una empresa marplatense sin identificar, que a cambio de una cantidad de kilos de equipamiento (sin determinar ni discriminar por categorías), donaría árboles para la forestación local. Quizás aquí haya beneficios, pero no para el contribuyente.

Es que en la campaña de recolección de Residuos de Aparatos Eléctricos y Electrónicos, llamada popularmente ‘basura electrónica’, se sobreentiende que se habla de artefactos inútiles. Sin embargo, en cada jornada, se podía constatar que muchos equipos que se entregaban estaban en perfecto estado, amorosamente cuidados, con manuales y controles remotos. Simplemente, estaban allí porque quienes dejaban aitomáticamente de ser sus propietarios habían adquirido algo ‘más moderno’, ‘mejor’, ‘más a la moda’.

Desde otro punto de vista, en Olavarría hay un martillero que hace remates solidarios dos veces por año, una vez para los bomberos voluntarios y otra para el Asilo de Ancianos. En esa ocasión, desgraciadamente, mucha gente dona artefactos que son basura. Se los sacan de encima, y además calman sus conciencias; práctica similar de quienes donan a una biblioteca el manual de informática que compraron para sus hijos en 1995. O textos de medicina o legales del siglo pasado, que ya no sirven y claramente son residuos aptos para reciclar.

Este equipo fue solicitado oficialmente por el proyecto “Azul en la memoria de sus voces” dependiente de la Secretaría de Políticas Universitarias a la dependencia de Desarrollo económico local ya que les sería muy útil para su actividad.

Volviendo a la basura en discusión, un equipo de audio de alta gama de la década del 80 es todavía un producto codiciado, incluso de valor. Más aún: una radio AM fabricada en 1930 es todavía compatible con las emisiones actuales de radio. Hasta que no sobrevenga el «apagón analógico» es totalmente usable. ¿Es una experiencia «de segunda» ver una película en un TV de tubo reproducida desde un VHS? Quizás alguno diga que sí… Mientras compra los DVDs que venden los manteros, grabados cámara en mano en el cine; y escuchan su música preferida en mp3 o usando Spotify.

En todo caso, cuando se llevan tu basura, averiguá si no es posible hacerla renacer en otro producto. No todas las cosas que tiramos son residuos a desguazar. Probá de darles una segunda vida o acercársela a aquellos que las necesiten. Sino, quizás, te estén robando.


Es cierto que esta propuesta necesita determinados saberes, prácticas y tiempo disponible. Pero es también así un modo de vida más coherente con el aprovechamiento adecuado de los recursos. Mucho se puede recuperar. Solamente hay que estudiar y trabajar el tema. En nuestra región existen programas como el REHTO (Reutilización Eficiente de Hardware Tecnológicamente Obsoleto), proyecto dependendiente de la Secretaría de Extensión de la Facultad de Ciencias Exactas de la Universidad Nacional del Centro de la Provincia de Buenos Aires. Allí se propone reutilizar computadoras obsoletas o dañadas, para dar respuesta a las demandas tecnológicas de diferentes sectores de la comunidad.

Lo concreto es que, contando con un recurso tecnológico gratuito en cantidad, se pueden fabricar cosas nuevas y diferentes. Juntando algunas decenas de ventiladores de PC, por ejemplo, se puede hacer un generador eólico viable para cargar celulares. De las impresoras, pueden obtenerse motores paso a paso, aptos para robótica. Con el programador de un reproductor VHS, se puede hacer un alimentador de mascotas.

Quienes quieran conocer otro acercamiento a este tema, especialmente en cuanto a investigar qué se puede hacer o qué componentes se pueden recuperar de un equipo electrónico, como por ejemplo de una cámara de video, un ventilador, un microondas, un televisor, una radio, etc., pueden visitar, dentro de los canales de ciencia y tecnología de Youtube, el espacio de César:

Impresoras desechadas o un paraíso de motores paso a paso..

Con los componentes de una computadora, puede hacerse una impresora 3D: