Y la Estación espera, a un año de la suspensión “momentánea”

Ya pasaron doce meses y no se ha vuelto a sentir el paso del tren de pasajeros por la Estación de Tandil. Mientras el tren de carga circula con su habitualidad, desde la Gobernación de la Provincia de Buenos Aires se decidió la suspensión del servicio de pasajeros. Una suspensión que se calificó de “momentánea” y lleva más de 365 días ininterrumpidos de incertidumbre.

(por Tefa Schegtel Torres)

La historia y el devenir tienen jugadas tan paradójicas como crueles. Junio es un mes particular en la historia y en el sentimiento ferroviario de la tandilidad. Por sobre todo, un día en particular: el 29 de junio. El del año 2012 remite a una verdadera fiesta popular, un digno día histórico: significó el regreso del servicio del tren de pasajeros de Tandil a Constitución (y viceversa), luego de años de paralización y de lucha por su regreso. Ni el mismísimo Daniel Scioli, gobernador bonaerense en aquel entonces, faltó a la celebración.

Sin embargo, en la cara opuesta de aquella alegría, otro 29 de junio, pero de 2016, se dibujó un enorme signo de pregunta y una clara expresión de pesar entre propios y afines, que llega a estos días: con la firma de la gobernadora María Eugenia Vidal, se rubricó una suspensión, “provisoria”, de ese servicio de FerroBaires que tantos esfuerzos costó. Este cese, supuestamente preventivo, se habría debido al choque de dos formaciones ferrocarrileras, en cercanías de Rawson, del que resultaron varios heridos, sin víctimas fatales.

Dar una vuelta por el andén es ejercicio cotidiano del vecindario. Mirar al horizonte, como si por arte de magia apareciera un tren, también. Y cruzarse al Jefe de la Estación, Hugo Urrutia, es ocasión ineludible para la pregunta que se sale, inatajable, de boca del caminante: ”¿Y Hugo? ¿Alguna novedad?”. Esa suspensión, primeramente “momentánea”, ya lleva más de 365 días. La misma cantidad de días que Urrutia escucha esa pregunta, de parte de vecinos, de parte de sus compañeros en la Estación, y no sería de extrañar que ya se haya filtrado hasta en sus pesadillas. La misma cantidad de días en que todavía se espera algún atisbo de certeza.

Hugo Urrutia lleva toda una vida entre las vías, entre las estaciones de la pampa bonaerense, entre andenes y trenes. Y en esa vida, también ha sido actor y testigo de muchas batallas por el regreso del tren de pasajeros. En el caso de Tandil, Urrutia rememora que hacia el año 2006 comenzó la mala prestación del servicio. Se intentaron varias soluciones, pero lo que los usuarios querían era viajar en tren, sin trasbordos de ningún tipo y color. En el año 2007, se cortó el servicio de Ferrobaires. Desde ese momento, a pesar de no tener siquiera el aval de la propia empresa, no se dio marcha atrás en el trabajo por la del tren de pasajeros que conectaba a la estación Tandil con Constitución, y por la conservación de las fuentes de trabajo.

Así se celebraba, el 29 de junio de 2012, el regreso del servicio del tren de pasajeros, en el andén de la Estación de Tandil.

Durante cinco años, entre luces y sombras, no se dio el brazo a torcer. En 2012, los astros parecieron alinearse: llegó la buena nueva de la restauración y reacondicionamiento de unos coches en la Cooperativa de Junín; la empresa se hizo eco del reclamo; y el 29 de junio de 2012 volvieron los bocinazos y las vibraciones, en las vías y en varios corazones ferroviarios y afines. Así retornaba el tren de pasajeros a Tandil.

Al recordar aquella jornada y los días por venir, el jefe de la Estación recalca la “aceptación maravillosa de la gente”, la gran afluencia de ese público usuario que hizo lo suyo por el ansiado retorno. “Con decirte que, a partir del comienzo del servicio, se fueron modificando horarios y un montón de cosas, para beneficiar a la gente”. El pasaje a Constitución costaba 200 pesos. A Urrutia se le ilumina la mirada, y sonríe como si la escena estuviera sucediendo ahí, en ese preciso momento, proyectándose en sus ojos: “Tenía un éxito total. Los trenes viajaban, en promedio, en un 90 por ciento completos. El servicio era muy bueno. La masividad de la gente que viajaba nos ponía muy contentos. Era muy lindo ver la Estación otra vez con gente”. También reconoce la labor de sus compañeros de la Estación: “Un grupo muy unido, con mucha predisposición, obviamente por lo mucho que nos había costado lograr esto”. Como Jefe de la Estación y ferroviario hasta el tuétano, para Urrutia, la necesidad de que sigan circulando los trenes de pasajeros reside en que el tren es un servicio social: “teníamos todo tipo de público, no solamente de clase media o baja. Por lo accesible del costo de los pasajes, era muy beneficioso, por sobre todo, para grupos familiares numerosos” que, de otra forma y utilizando otros medios de transporte, no podrían viajar “ya sea de vacaciones, trámites o por razones personales”.

Como contracara de esa postal, el 29 de junio de 2016 se hace presente, opaca el ambiente y hasta “bajonea” la conversación: por el choque de trenes en la Estación Chacabuco se determina que los servicios tienen que dejar de funcionar, aduciéndose falta de seguridad. Sin embargo, hay quienes aseveran que el informe que determinó esa suspensión se encontraba escrito con anterioridad al accidente. ¿Obra de Nostradamus? ¿Previsión? ¿Revelación en la borra de algún café? “Y acá estamos, esperando, a ver qué sucede. Se habló de una suspensión temporal y ahora en junio se va a cumplir un año”. ¿Eufemismo digno del diccionario de Cambiemos? ¿Redefinición de “momentáneo”, “temporal”, “provisorio”, a informar a los hacedores del diccionario de la Real Academia Eespañola?

Como en 2007, la batalla se da en el terreno de lo mediático y lo burocrático. Es palpable el apoyo brindado por buena parte del Barrio de la Estación y de tantas otras gentes allegadas, de Tandil y de la zona. Grupos de vecinos que se definen como fervientes defensores del servicio ferroviario, incluso de la preservación de las instalaciones de la Estación. Por otra parte, según la información que se maneja en la Estación, desde el Poder Ejecutivo serrano se han elevado y gestionado algunos pedidos. El Concejo Deliberante, por su parte, aprobó y apoyó, por mayoría, el reclamo por el retorno del tren. En el palacio de calle Belgrano al 400 son varias las áreas que se encuentran moviendo hilos para el retorno. Pero la conexión se corta en Provincia y Nación, niveles estatales desde donde no se responde a los llamados.

El servicio suspendido “provisoriamente” unía a los pueblos de Rauch, Las Flores, Monte y Cañuelas, y a todas las localidades vecinas, desde donde se acercaban los pueblerinos a estas estaciones para hacer uso del servicio ferroviario. Los jefes de esos puntos de la red se encuentran en la misma situación: sin respuestas, en un estado de incertidumbre total y de desesperación, y con el mismo nivel de llegada hasta ese “techo” burocrático.

En la Estación de trenes de Tandil trabaja cerca de una veintena de personas, entre el Jefe (de Estación), conducción, guardatrenes y auxiliares, en el marco del personal específico de la atención al servicio. En lo que respecta a maniobras y circulación de trenes, la parte privada sigue siendo la encargada. “Por ahora, las fuentes laborales se están conservando. No es del modo en que nosotros queremos ganar nuestro sueldo, sino que lo queremos ganar dignamente. Y dignamente quiere decir trabajando. Y para trabajar, necesariamente, necesitamos el tren. Si bien se puede trabajar en la parte administrativa, en definitiva lo que se necesita es el tren. El tren andando”.

Así como se han logrado mantener los puestos de trabajo, también se ha hecho lo correspondiente con el estado de las vías. Para Urrutia, en el caso particular del ramal en cuestión, “lo único que hay que hacer es una revisión, que quienes están abocados al retorno del tren hagan un relevamiento del estado y de cómo fue nuestro servicio”. Al tratarse de un ramal privado, las vías se encuentran en condiciones de circulación, por tener una velocidad estipulada y un horario, trabajados en conjunto entre la empresa de pasajeros y la de carga.

En el hipotético caso de que el tren volviera, repentinamente, de la noche a la mañana, según ojos expertos, no se deberían hacer obras grandilocuentes en este ramal, porque ya están hechas por el sector privado. Al tener responsabilidad directa sobre los trenes, el privado mantiene la infraestructura en estado óptimo de circulación. “De hecho, si así no fuera, se pondría en riesgo a la gente que la trabaja”. Los trenes de carga siguen circulando, con normalidad. Al estar la vía preparada para una determinada velocidad y el deber del conductor de ajustarse a esa velocidad, por reglamento, el tren no sufre ningún inconveniente, con una circulación controlada, en la que no se puede exceder la velocidad ni el tiempo de recorrido. En este sentido, el dato frío y certero por el que no se explican ni la suspensión ni la demora en retornar el servicio de FerroBaires: si la vía soporta a un tren de carga, no deberían existir inconvenientes con un tren de pasajeros, que es muchísimo más liviano.

En la voz de Hugo Urrutia, se pone en palabras el pedido de muchos más que dos: “A modo personal, pido a las autoridades o a los responsables de esta cancelación de los servicios, que hagan una revisión de los ramales donde circulaban los trenes; que hagan también una revisión estadística de los servicios que nosotros cumplimos. Ahí va a saltar a la luz que nosotros, en más de cuatrocientos servicios, nunca tuvimos un problema de accidentes o descarrilamientos o algún problema que haya sido causante de suspender el servicio”. A pesar de lo incierto y angustiante del panorama, Urrutia no vacila en afirmar que él es “muy positivo y tenemos la esperanza siempre viva. Hablo en primera persona, pero involucro a todos mis compañeros, porque acá no hay diferencias: acá todos trabajamos y vamos para el mismo lado”.

En una suerte de dimensión paralela, el presidente Mauricio Macri, en el marco de la cena por el aniversario número 130 de la creación de La Fraternidad Ferroviaria, espetó: “cada vez que se desarrolló el ferrocarril, creció el país”. Incluso, agradeció a los empleados ferroviarios por su trabajo diario, que permite a tantos miles de personas viajar hacia sus empleos, escuelas o trasladar productos a los puertos. “Llevamos un año y medio, y vamos muy bien”, parece autoconvencerse el primer mandatario.

En un acto, en la estación de trenes de Mar del Plata, este lunes 3 de julio, la gobernadora María Eugenia Vidal, del idéntico signo político que el Presidente, no dudó en afirmar que el tren a «la perla del Atlántico» volvió a funcionar y «esta vez es para siempre porque está bien hecho«. Al mismo tiempo, la misma persona que ocupa el escritorio desde donde se firmó el cese «temporario» del ramal que conectaba Tandil y Plaza Constitución, expresó: «No queremos que nadie nunca más se los vuelva a sacar y que dure para siempre«.

Mientras tanto, en el país real, el tren no pasa y en los andenes se respira la pesadez de la soledad, a la espera de que, desde algún sillón de la Gobernación, en La Plata, se brinde alguna certeza sobre el regreso, por mínima que sea. Mientras tanto, en una oficina de la Estación, una nueva hoja se cae del almanaque, nomás por el paso del tiempo, no por el vibrar de las vías aún.

 

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