Zicarelli, el monje negro de la derecha

Álvaro Zicarelli tiene cuarenta años, se presenta como escritor, politólogo, referente político, conductor radial y un montón de cosas más que suele florear como abanicos al aire de quien se le cruce. Aún así, su solo nombre a la mayoría no nos dice nada de nada, a menos que hagamos una descripción precisa de su momento cumbre, con el que saltó a la fama. Cuando hablamos de los grupos de derecha que están asediando a la democracia, hay que seguir el rastro de la plata que los financia. O sea seguir a a Álvaro Zicarelli. Nota de análisis de Ivy Cángaro.

Álvaro Zicarelli es ese muchacho que el 8 de noviembre de 2012, durante el cacerolazo contra Cristina Fernández de Kirchner y su gobierno organizado por Yamil Santoro y Patricia Bullrich, gritaba totalmente enardecido ante las cámaras de televisión, junto a una señora que le dictaba al oído, consignas de “loca mala” como : “¡Guanaca! ¡Vívora! ¡Arpía! ¡Vos, tu hijo, y la prole de los que te siguen! ¡Mentirosa! ¡Miope! ¡Cerrada!” y ya en el paroxismo, casi agónico: “Yo soy socialista! ¡Socialista de Alfredo Palacios! ¡Pedazo de tarada! ¡Precarizado estoy!”

Desde ese día, la precarización saltó al olvido porque encontró conchabo enseguida en la Fundación SUMA, de Gabriela Michetti para de ahí saltar, casi inmediatamente, como asesor del por entonces Director General de Asuntos Internacionales del Senado, José Amaya, donde cobró un sueldo equivalente a diez sueldos mínimos de la época. 

 

Pero la carrera vertiginosa del precarizado no paró ahí.  No solo deambuló por cuanto estudio de televisión hay, siempre debatiendo pomposamente en esos paneles donde todos gritan y nadie escucha nada, sino que fue candidato de Elisa Carrió, junto con Mariana Zuvic y Fernando Iglesias, para integrar el Parlasur. 

 

 

En el camino tuvo tiempo para el amor, y quizá platónicamente, forjó un vínculo estrechísimo con Juan José Sebreli, gracias a quien se codeó con otros intelectuales como Beatriz Sarlo; comunicadores como Jorge Lanata, y todos los personajes de la política posibles, con quienes se lo puede ver en redes, en fotos y en televisión con un trato absolutamente amistoso, al punto de tener la llave de la casa de Lilita, por ejemplo. 

 

Como politólogo, posiblemente, participó en charlas, debates, foros de empresas, de la comunidad sionista (él se define como sionista en uno de sus tantísimos videos de youtube) y en 2014 se hizo masón.

 

El anillo de la masonería y su carpeta de admisión, con las firmas de los masones de su logia incluídas, también los muestra orgulloso en uno de sus tantos videos de youtube que arma desde su casa, donde muestra su profusa biblioteca donde conviven “Mi Lucha” de Adolfo Hitler, y una foto de Ayn Rand con una vela encendida en su memoria (sí, una foto de Ayn Rand con una vela encendida). 

 

Todo este cachivache formativo que va desde el “socialista de Alfredo Palacios” hasta Ayn Rand, tiene otros jalones que él mismo muestra en twitter porque si algo tiene de positivo su divismo, es que no mide a la hora de escribir y hablar y mostrar y nos ayuda solito en el archivo. En algunas publicaciones de la red del pajarito, se cansó de criticar al macrismo, comparándolo con injurias como al kichnerismo, hasta que un hada mágica lo tocó con la varita, y pasó a ser macrista de la primera hora.

 

El giro sería hasta risible, si no fuera peligroso con la mirada de hoy, porque entonces podemos ver que su socialismo de Palacios fue virando a una forma propia de fascismo que lo hizo integrar las huestes de Javier Milei desde 2018. 

 

Con Milei se lo puede ver hasta hace pocos meses, pegado como una estampilla, gritando a voz en cuello desde los micrófonos de los actos y luciendo la remerita amarilla con la serpiente negra característica de estos grupos neonazis hermanados con aquellos que entraron al capitolio: “Tenemos que usar una bala de plata para matar al kichnerismo!” 

Al mileísmo llegó junto con su socio, amigo, hermano de la vida y mucho más, como él mismo describe, Emanuel Dannan. Con Emanuel, que en realidad se llama Manuel Jorge Gorostiaga, conduce un programa en la frecuencia Radio Sónica, donde su slogan es: “Somos el Ministerio del Odio”.

 

Emanuel es, además de su socio-amigo-hermanodelavida un “influencer” político, con más de un millón de seguidores en instagram, y cifras similares en youtube.

Desde allí se muestra, por ejemplo, con un Falcon Verde un 24 de marzo en la puerta de Esma; con armas largas hablando de su arsenal para combatir y demás lindezas que le valieron el Martín Fierro como influencer de opinión en el formato digital del premio. 

También encontró otro empleíto, Emanuel, y fue de la mano de Silvia Majdalani entre 2017 y 2019. Tenía por objetivo infiltrarse en el partido de Milei, y vaya si lo hizo que terminó siendo un referente del mismo hasta que esa suerte de purga que generó la hermana del despeinado, dejó a varios fuera del espacio.

 

Como a Zicarelli, le encantan las cámaras, tomarse fotos con personajes célebres que lo tratan amistosamente como Arieto o Bulrrich muy lejos de fotos pedidas por fans sino en situaciones cotidianas y domésticas, sentados en bares, en casas particulares, en reuniones absolutamente informales en las que también aparece Eduardo Prestofilippo, más conocido como “El Presto”, ese youtuber que fue en cana por incitar al odio y amenazar públicamente a Cristina Fernández de Kirchner con un mensaje un tanto contundente: “Vos no vas a salir VIVA de este estallido social.

 

Vas a ser la primera – junto con tus crías políticas– en pagar todo el daño que causaron. TE QUEDA POCO TIEMPO” (con mayúsculas en el original) y que luego fue recibido por Patricia Bullrich, oficialmente, y con un mensaje que decía: “Me alegra que haya jóvenes comunicadores que se animan a hablar y a manifestar sus ideas, sin ser políticamente correctos.

 

La diversidad y el libre pensamiento hacen crecer la democracia.” Como acápite de una foto de ella con Presto chocando los puñitos (en el mismo gesto del cana de la metropolitana con el viejo bocinglero que amenazó hace pocos días a Cristina, con un megáfono, frente al Instituto Patria).

 

Manuel Jorge Gorostiaga, quien se hace llamar Emanuel Danann, minutos después del atentado a Cristina hizo una serie de posteos sarcásticos al respecto, hablando del tirador como un mártir y de lo trucho de lo sucedido. 

 

Pero si una mira deshabitada de enojo a estos personajes, ve otras cosas. Y mientras que Danann es el frontman de esta banda, el visible, el aparatoso, el exagerado, el impresentable para las madres y las niñas; Zicarelli es el formal, el niño prolijo, el que Sebreli, Bullrich, Carrió y tantos más invitan sin problemas a su casa, porque no vomitará borracho la alfombra. Es el que tiene los verdaderos contactos, el que teje la trama, el que conoce la urdimbre, y el que, sobre todo, tiene algo más que egolatría: ansias de poder. 

Hoy muchos hablan de Danann. Yo seguiría ese hilo, pero sobre todo, el de su socio y hermano de la vida: Álvaro Zicarelli, tan en las sombras y tan lejos hoy de ser aquel “precarizado”. 

Hay que seguir la ruta del dinero. Estos grupos no podrían moverse sin la impunidad de la «zona liberada» por la policía metropolitana, y sin los recursos que da el dinero. Son lúmpenes, no tienen un mango de manera personal. Alguien los organiza, dirige y financia. Para llegar a esa línea, hay que seguir el rastro de la plata.

Sigan a Álvaro Zicarelli: es quien nuclea todo. Vínculos directos con el poder real; influencia notoria con sectores odiantes y desclasados; ansias de poder personal, cinismo y egolatría regados con suficiente odio y resentimiento. «Tarada, guanaca!» ya gritaba en 2012. La loca mala trepó. Es imprescindible revisar sus movimientos bancarios, flujo de dinero, viajes, vínculos políticos y personales. Ahí está el nudo.

Compartida con permiso de la autora. Su trabajo por ahora puede seguirse en redes sociales o en medios como el nuestro…