¿Qué onda el área de protección histórica del Barrio de la Estación, che?

Hace más de cuatro años, los integrantes de la Asamblea del Barrio de la Estación presentaron, en el Concejo Deliberante, el proyecto de Área de Protección Histórica. Esto fue hecho desde la figura de Banca 21, o banca ciudadana. Ante cierto ‘olvido’, la cita se repitió en el Teatro de la Confraternidad: los ediles escucharon nuevamente la propuesta. Pasaron dos meses y la respuesta aún brilla por su ausencia.

(por Tefa Schegtel Torres)

(Tandil) En el año 2012, un grupo de vecinos del barrio de la Estación comenzó a reunirse. La invitación se fue expandiendo. El objetivo: preservar cuestiones relativas a la historia, la cultura y el patrimonio de este particular barrio de Tandil. Un barrio que fue el primero, que nació con la llegada del tren en 1883. La necesidad de mantener los rasgos distintivos del lugar, que aún perduran en lo arquitectónico, en la identidad ferroviaria, precipitó el nacimiento de la que dieron en llamar la “Asamblea del Barrio de la Estación”.

Pero no con una mentalidad conservadora, sino de convivir también con el denominado progreso y la modernidad”, se ataja Hugo Mengascini, profesor de historia, amante de los trenes y, claro, integrante de esta Asamblea: “es que, a veces, nos catalogan de querer ‘quedarnos en el pasado’, y no es así”.

Estos asambleístas indagaron sobre el tema y así fue que se encontraron con los casos de Capital Federal y Rosario, muy avanzados en políticas de patrimonio y de preservación de zonas como áreas de protección histórica. Lugares rescatados y preservados por obra y gracia, al menos en Rosario, de comisiones interdisciplinarias y la acción conjunta entre el Estado y la gente, en la detección de fachadas o casas con valor arquitectónico e histórico.

A partir de esas experiencias, la Asamblea del Barrio de la Estación confeccionó un proyecto para declarar al sector como ‘área de protección histórica’. Lo presentaron, mediante Banca 21, en el Concejo Deliberante, en 2013. Ya se cumplió el cuarto aniversario de aquella presentación sin respuestas a la vista. En mayo, volvieron a reunirse con los ediles, a los fines de ‘refrescar’ algunas (des)memorias. Un proyecto que, ya en su primera presentación, se acompañó con las firmas de más de 2500 vecinos y de un gran número de organizaciones no gubernamentales. “Todos estaban entusiasmados: el radicalismo, todas las fuerzas… Después, se apagó todo. Pasó por diversas instancias y hoy está trabado en la Secretaría de Planeamiento y Obras Públicas”. Este secretario, arquitecto Roberto Guadagna, en reunión con los asambleístas, sostuvo una excusa que ya sería digna de declararse ‘mantra de cabecera’ de esta gestión: no sería factible porque temen que “la gente, en el futuro, realice juicios al Municipio”.

Esquina de avenida Colón y calle Arana. Frente de la sede social del Club Ferrocarril Sud, los adoquines y los tilos de la avenida.

Eso no es así”, replica Mengascini, que indica que, respecto a los propietarios de las casas particulares que figuran en el Plan de Desarrollo Territorial como Bien Patrimonial, incorporadas por ordenanza en 1993, “a ninguno se le consultó: están catalogadas y no hay antecedente de juicio alguno”. Vale decir, además, que a esos propietarios se los exime de algunos impuestos. Quien compra un bien catalogado como patrimonio histórico, debe respetar y preservar la fachada, y se lo releva del pago del proyecto de construcción al Municipio. Puede construir mientras respete el Plan de Desarrollo Territorial. En ese sentido, desde la Asamblea se aboga por la preservación de los frentes de casas, como en las que vivieron personalidades del barrio: médicos destacados, sindicalistas, músicos, entre otros.

Mientras los preservacionistas siguen esperando alguna respuesta a la nueva presentación del proyecto, se suma otro pedido aún no presentado de explicación a las autoridades. El 27 de julio se votó por mayoría una excepción, pedida por un desarrollo inmobiliario sobre calle Paz al 1100. Un caso que salió a la luz por la movilización de los vecinos de la cuadra y de la zona, al tiempo que el control del Estado no pareció estar donde debía. Se trataba del frente de una propiedad catalogada como patrimonio histórico. Una fachada de estilo italianizante que, cuando se vislumbró la amenaza de su demolición, los vecinos de la cuadra actuaron rápidamente y frenaron el derrumbe.

Frente del inmueble de Alem al 1100, catalogado como patrimonio histórico.

Caminar el Barrio para conocerlo

El proyecto ‘El Barrio de la Estación como área de protección histórica’ se presentó ya en dos oportunidades a los ediles. ¿Será necesaria una tercera para que sea la vencida? Allí se plantea abarcar una zona vasta del Barrio de la Estación: “una poligonal que va desde Machado hasta calle Las Heras, y de Alem hasta calle Moreno, y ahí definir corredores históricos y culturales”. Para el paseo e instrucción del caminante, del turista, del mismo tandilense que no tiene ni la más pálida idea de lo que tiene a la vuelta de la esquina, se transitarían la calle Paz, la avenida Colón, arquitecturas como la Art Decó, el granitullo, los adoquines colocados en abanico, la Plazoleta José Santamarina, el Hospital Municipal Ramón Santamarina, el Club Ferro, entre tantos otros rincones y detalles. “Llegaríamos a la Estación de Trenes, donde habría un paseo temático ferroviario, en los jardines de acceso a la Estación, con los adoquines que se sacaron de calle Alsina, que solicitamos coloquen en ese paseo”, comenta Mengascini.

Pero ahí no terminaría el tour. El corredor histórico cultural continuaría en la calle 4 de abril, con su granitullo, el Teatro de la Confraternidad Ferroviaria, los Talleres El Brazo y su frente. Una vez fuera del perímetro del Barrio, se llegaría al Museo Tradicionalista Fuerte Independencia, con sus valiosos elementos de la historia de Tandil y la región, y del ferrocarril.

Frente de los talleres El Brazo (calle 4 de abril al 1000).

Sin embargo, hacer corredores históricos y culturales requiere, condición sine qua nón, que se declare al barrio como ‘Área de Protección Histórica’. Pero para ello falta una decisión política firme. “Sí existe una conciencia, que la hacemos los ciudadanos, en el cara a cara con los vecinos, pero tiene que ser una cuestión de Estado. Las cuestiones de patrimonio no pasan por estar encerrado en una casa bellísima, histórica, en el centro, haciendo los circuitos de siempre. Pasan por el trabajo concreto con los vecinos y generando conciencia”, señala Mengascini.

Lo hacemos nosotros, porque tenemos esta ‘locura’. Tal vez, nos falta imaginación a los tandilenses. Nos falta gente con la mentalidad de Juan Fugl, de Juan Nigro, de Santiago Selvetti, pero en los estamentos gubernamentales. Si no, nos devoran los que destruyen”. El historiador denuncia que, en Tandil, hay una gran voracidad inmobiliaria “que pretende hacer dinero rápidamente. No son sectores que se plantan y dicen ‘No, momento: no podemos romper, no podemos matar a la gallina de los huevos de oro’”.

Esquina de calles 4 de abril y José Félix Uriburu.

El planteo de la Asamblea también es económico, aunque Estado y privados no lo quieran reconocer. “Quieren demoler lo que más puedan para hacer complejos habitacionales y no pueden esperar”. En el barrio, muchos caserones antiguos son comprados por constructoras para derribarlos y hacer edificios, en donde al propietario le ofrecen un par de departamentos. “Con los corredores históricos y culturales, esas casas pueden ser emprendimientos gastronómicos, petits hoteles, bares. Por ejemplo, un comercio muy importante, en calle 4 de abril, tiene un frente de ladrillo de 1910. Lo iban a tapar. Le planteamos lo del corredor histórico cultural, que se va a cotizar en el futuro, y que si lo tapaba, iba a perder valor histórico. Así fue que no lo taparon”.

Mengascini se pregunta si es tan difícil establecer criterios urbanísticos con el estilo del barrio. “Evidentemente sí, porque prevalecen muchos intereses”. Haciendo un poco de Historia, reflexiona que paradójicamente en los años ’90, el planteo del área de protección histórica hubiera prosperado, “porque no estaba tan encarnizado este furor inmobiliario, como el de ocupar y hacer construcciones en las sierras”. Así se incorporaron muchos bienes como patrimonio histórico, por ordenanza, en 1993. “Esa Comisión de Patrimonio la presentó en 1989; tardó cuatro años, pero se aprobó. Hoy, no lo quieren discutir en el recinto del Concejo Deliberante. Hay intereses muy grandes”. Nuevamente, el historiador se sitúa en lo económico: “Así como se mata a la gallina de los huevos de oro en las sierras, destruyéndolas, con edificaciones (la mayoría ilegales), hacen lo mismo acá, en este barrio, que puede ser como una pequeña ‘San Telmo’ de Tandil”.

A propósito del desenfreno del lobby inmobiliario, también la cuestión de los servicios preocupa, ante la cantidad de departamentos por manzana. “Donde había una casa con una familia, ahora estamos hablando de más de veinte departamentos. Se ocupan los pulmones de manzana, y en una zona baja e inundable, como es ésta, seguramente vamos a tener problemas y un impacto ambiental negativo”. La Asamblea también se reunió con los bloques de concejales con este planteo, pero… tampoco tuvieron resultados.

Esencia, pertenencia y conciencia, al rescate

Al preguntársele dónde reside la esencia del Barrio de la Estación, para Mengascini se encuentra en su morfología; en lo particular de haber inaugurado el concepto de ‘barrio’ en Tandil; y en lo que aún se mantiene en avenida Colón, en 4 de abril, en calle Paz, en las casas características (la “chorizo” y la “cajón”) que están desapareciendo. “Preservar, para que coexistan pasado y presente, pensando en las próximas generaciones, y para que Tandil pueda tener una zona distintiva, tanto para tandilenses como para visitantes”.

Los integrantes de esta Asamblea rescatan el patrimonio de maneras muy diversas: mediante murales, hacen homenajes en vida a personas conocidas del barrio. A un ciclista, como Ludovico Ots, que a los 87 años aún sigue pedaleando; a la maestra de música Liri Baretta, con sus recién cumplidos 96 años; a un ferroviario, un maquinista, como Héctor Anselmi, en su bicicleta, vehículo predilecto de los trabajadores ferroviarios. “Todo es a pulmón. Hay gente que pone la pintura, comercios que apoyan y colaboran”. También publicaron almanaques, en los que se conjuga la foto antigua, la foto del presente y la gente del lugar. “Vamos a ver si los reeditamos para el próximo año, porque la gente los está pidiendo y lo extraña”.

Ludovico Ots y su mural, realizado por Dolores Figueroa y Federico Pose, en Alsina al 1300. Fotografía: gentileza de Gonzalo Celasco y el perfil de Facebook de Hugo Mengascini.

El trabajo de la Asamblea es interdisciplinario. En principio, combinan historia, fotografía, arquitectura y periodismo. “Lo plasmamos en nuestro perfil de Facebook, con una estética muy cuidada y eso prende. Tenemos cerca de cinco mil seguidores y el periodismo lo mira; las noticias que publicamos, se multiplican; los medios toman las fotos antiguas que compartimos. Cada foto tiene una reseña, un contenido”.

Muchos jóvenes participan y acompañan a esta Asamblea: fotógrafos, muralistas, bandas de música, artistas de todo tipo. El propio emblema del barrio fue colaboración de un profesor del Instituto del Profesorado de Arte de Tandil. Emblema que también está disponible en calcomanías, “para llegar a las escuelas y que los chicos del barrio la tengan en su carpeta, que la lleven a su familia, que esté pegada en la casa”.

Todas esas manifestaciones implican recursos, energía humana, tiempo y dinero. “Queremos llegar a cada vecino, planteando los objetivos, para que la gente se haga preguntas y se genere conciencia”. Mengascini resalta que el trabajo en la Asamblea es ad honorem y es pluralista “en serio: nos planteamos dos o tres objetivos, en los que confluyen diferentes ideas. En eso nos ponemos de acuerdo y vamos para adelante. No tenemos ningún interés partidario. Este es un movimiento político, pero apartidario. Tal vez, por eso no lo quieren tomar algunos”.

Seguimos a la espera de que el proyecto llegue al Concejo Deliberante, para su tratamiento, discusión y posterior votación. Pero aún en Tandil, en cuestiones de preservación de patrimonio, de delimitación de áreas de protección histórica, estamos muy verdes. El Municipio no quiere adoptar una política, cuando debe y tiene que ser una cuestión de Estado, y los ciudadanos debemos acompañar”, concluye el historiador.

Frente del Teatro de la Confraternidad Ferroviaria (Calle 4 de abril al 1300).

 

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