«Maestros Cortadores»: charlatanes que pasaron por Olavarría, parte 3

A partir de nuestra nota sobre los charlatanes que han pasado por Olavarría, recibimos del lector Horacio Napolitano el delicioso relato que publicamos hoy, una historia que le contó su padre y que él publicó en su libro «El desprometedor». Los dejamos con el relato de otros visitantes que dejaron un tendal de estafados en Olavarría:

En Julio de 1952 se publicó en el diario del pueblo un aviso anunciando que dos Maestros Cortadores de la casa James Smart de Buenos Aires atenderían en el Hotel Plaza de la Ciudad los días jueves y viernes a las personas que quisiesen trajes, sacos, o pantalones a medida. Era algo bastante corriente en esa época en que las grandes casas de Capital Federal se acercaban a las ciudades del interior por medio de catálogos, figurines, viajantes o que sus profesionales recorriesen el interior del país.


Durante toda la semana un elegante e insistente vendedor recorrió el centro para visitar a todos los comerciantes importantes, profesionales y demás integrantes de las fuerzas vivas de la ciudad ofreciéndoles el servicio de los «Maestros Cortadores» a precios  tentadores.  Desplegó a la vista de sus potenciales clientes una gran variedad de cortes de telas inglesas de muy buena calidad a precios realmente accesibles para esa mercadería. Uno a uno fueron contratando el servicio, no sin haberse sentido orgullosos de aprovechar a precios interesantes y ventajosos un producto que en cualquiera de las sastrerías locales costaría casi un cincuenta por ciento más. El vendedor dejaba en manos de sus clientes los cortes de gabardina inglesa a cambio de una seña del treinta por ciento del precio final del producto encargado.

Durante toda la semana fue el comentario en las reuniones de hombres, en el Club Español, el Social y el Circulo Italiano de las oportunidades, pichinchas y ventajas que habían contratado, los distintos modelos, la cantidad de bolsillos, qué sacos, qué trajes qué ternos, qué dos pantalones se harían. Uno a uno fueron llamados desde el Hotel Plaza a los efectos de coordinar la visita para tomar medidas y elegir el modelo, recordándoles que no olvidaran el corte de tela a los efectos de no superponer los horarios de gente tan importante. Más de uno influenciado por las charlas del club aprovechó la oportunidad de ampliar su pedido y agregar alguna que otra prenda.

Desde hora temprana fue continuo el desfile de futuros elegantes, corte de tela en mano, saboreando un café en la confitería del Plaza comentando para qué día y hora de la próxima semana tendrían la primer prueba ya que durante ese lapso se enviaba toda la mercadería a los talleres de Capital. Mientras, los Maestros Cortadores alfiletero en mano con anteojos montados sobre la punta de sus narices llenaron las planillas con las medidas y acotaciones sobre los distintos pedidos. Tantos fueron los clientes que ellos junto con el vendedor insistente retrasaron su salida de la ciudad no sin antes dejarse ver comiendo en la parrilla de Ajito donde pidieron boleta para presentar en la Empresa.

Viajaron en el tren del domingo por la noche a las veinte, el mismo que tomaban los comisionistas y que llegaba a Capital Federal cerca de las seis de la mañana, para así poder llevar los pedidos a los talleres, que comenzaban sus tareas los lunes a las siete.  De ese modo podrían  estar el próximo jueves en la ciudad para la primer prueba.

 

Habían pasado más de seis meses y todavía en las mesas de hombres del Club Español, el Social y El Circulo Italiano se comentaba que a los Maestros Cortadores se los había comido la tierra. También que el Intendente, cuando viajó a Buenos Aires para una reunión política de la Fundación Eva Perón se había llegado hasta la casa James Smart de la calle Florida donde le informaron que varias personas de distintas ciudades del interior inclusive de Mendoza consultaban por similares situaciones. Por ese motivo la Casa Central de James Smart pensaba publicar en los diarios La Nación y La Prensa un aviso donde aclaraba que no tenía viajantes por el interior del país.

También se comentaba que El Negro Mieri, dueño de la casa de Artículos para hombres más importante de la ciudad, informaba a sus clientes y amigos que no fiaba más.