Feria comunitaria y lo comunitario de la feria

Esta historia se inició a principios del 2015, cuando la comisión directiva de la Sociedad de Fomento 25 de Noviembre decidió llevar adelante una feria comunitaria. Brindarles un espacio de micro-emprendimiento a las mujeres del barrio que estaban desempleadas fue la tarea.

(por Ornella Candia)

Emprendimientos tales como mutuales, organizaciones civiles, cooperadoras, huertas, ferias, proyectos autogestivos, surgen muchas veces como posibilidades de ahorro. Por sobre todo, en tiempos de políticas neoliberales que desembocan en crisis socio-económicas y afectan al que menos tiene, se convierten en alternativas de trabajos que se transforman en una necesidad.

A principios del año 2015 la comisión de la Sociedad de Fomento 25 de Noviembre decide llevar adelante una feria comunitaria, con el objetivo de brindarles un espacio de micro-emprendimiento a las mujeres del barrio que se encontraban desempleadas.

“Hace dos años, aproximadamente, que la feria funciona. Es una herramienta de ayuda económica, es decir, no va a salvar la economía del hogar, pero sí va ayudar. Hay mujeres que lo toman como salida laboral, y me dicen que siempre esperan el primer sábado de cada mes para ir a feriar, porque se llevan su platita para darse sus gustos o para su casa. Al mismo tiempo, es un entorno social que desarrollan, positivo, porque la mayoría no lo tienen, porque son amas de casa. Es como un espacio de contención”, cuenta Ana Cortés, vicepresidenta de la Sociedad de Fomento 25 de Noviembre.

Como ámbito de economía social y solidaria, la Gran Feria Comunitaria se caracteriza por permitirle a las mujeres desarrollar su emprendimiento productivo, su economía, en pos de su autonomía. Al mismo tiempo, la relación entre las feriantes, más allá de lo laboral, es colectiva y solidaria. Es la solidaridad el motor que lleva adelante las iniciativas. Ana  explica: “La feria es un espacio donde las mujeres se sienten valoradas y motivadas; un lugar de contención donde la mujer no sólo puede ganarse su plata, sino que puede socializar con sus pares. Al hablar con la del puesto de al lado, se encuentran con personas con las que muchas veces comparten circunstancias de la vida similares. Eso las une, se ayudan, y más ahora con las redes sociales: no sólo están comunicadas sino que se llegan a crear amistades”.

La feria se caracteriza por la venta de ropa nueva y usada. También se puede encontrar bijouteri, calzados, carteras, cosméticos, productos de limpieza, alimentos, libros y plantas. “Hemos hecho ferias con mucho éxito: no nos han alcanzado los tablones. Viene mucha gente; siempre hay feriantes nuevas que se suman y que, de hecho, están muy conformes con la actividad”, resalta Ana, con alegría.

La fomentista comenta que, para ella, la feria comunitaria es “una cultura que se está instalando para intercambiar o vender aquello que se tiene y ya no se usa. El intercambio es una cultura. Creo que va creciendo: lo que al principio surgió como un intercambio, ahora se ha convertido en una necesidad.”

Natalia Fuentes, de 35 años, es otra de las organizadoras de “la Gran Feria Comunitaria”. Su relato se sitúa hace tres años, momento en el que necesitaba ingresos porque “había dejado de trabajar para poder estudiar. Sentía que necesitaba hacer algo por mi, y trabajar en relación de dependencia me estancaba. Siendo madre de familia, estudiar y trabajar a tiempo completo se me hacía difícil”. Natalia encontró en la feria un nuevo ingreso económico, que le permitía estudiar y estar con su familia, ya que “no me consumía todo mi tiempo y no requería el cumplimientos de horarios. La feria es de gran apoyo: me permite aportar en mi casa, desde lo económico o con cosas que truequeamos como alimentos. La feria, en mi vida, surgió como una necesidad de aportar algo a la familia”.

Natalia rememora. En un primer momento, con su hermana Yanina, ama de casa y madre de tres pequeños, empezaron a vender su propia ropa. “De a poco, fuimos sumando gente conocida que nos daba ropa en consignación, y así fuimos creciendo. Al principio, hacíamos feria en mi casa, hasta que un día fui al almacén y vi un folleto que decía que la Sociedad de fomento del barrio organizaba una feria comunitaria. Ahí nos decidimos a participar. Nos contactamos con Ana Cortés, en ese momento presidenta de la sociedad de fomento 25 de Noviembre. Ella nos comentó que era la primera feria y que todavía no se sabía bien si iba a funcionar. Hace dos años y medio que estamos feriando. Además, en diciembre de 2016, con Yanina decidimos involucrarnos en la Comisión, para seguir trabajando desde adentro, para el barrio y los vecinos”.

La Gran Feria Comunitaria se realiza en espacios brindados por diversas instituciones. Este domingo 16 de julio tendrá lugar una nueva edición, como todos los meses y cada quince días. Esta vez, será en la Sociedad De Fomento Roca Merlo, en Líbano 2664, desde las 14.

Toda persona que quiera participar con un puesto, puede comunicarse al  2284-15542287. El valor del stand es de $100. Lo recaudado se destina a la publicidad (folletería y “parlante”); y al fondo de la Sociedad de Fomento, para la compra de caballetes, sillas, y la cobertura de necesidades que surgen en el barrio.

Cabe destacar que, al finalizar el invierno, las feriantes volverán a la plaza de la esquina de Aguilar e Yrigoyen. Lugar que las vio nacer, y que, como subraya Natalia, es el “caballito de batalla”, la identidad de esta Gran Feria, en donde se hizo popular no sólo para su barrio de origen, sino también para los alrededores. En esa plaza es donde más gente se asoma a ver, a comprar y a pasar un buen rato.