Big Data: Los paranoicos tienen razón
En abril de 1998 el diputado Carlos «Chacho» Álvarez denunció que recibió en su casa una grabación con una charla privada, que habría sido captada a través del micrófono de su teléfono celular que estaba en su bolsillo.Apagado. Fue la primera ratificación pública de que todos podíamos ser vigilados.
En junio del 2013, Edward Snowden hizo públicos a través de los periódicos The Guardian y The Washington Post, documentos clasificados como alto secreto sobre varios programas de la NSA, como el sistema de vigilancia masiva PRISM y XKeyscore. Básicamente Expuso públicamente a la Agencia Nacional de Seguridad y a sus aliados
Fue la confirmación. Aunque no nos creamos importantes como para que alguien nos vigile, todos somos vigilados. O por lo menos, todos nuestros datos son recopilados. Si en algún momento entramos en el cruce de definiciones, esa información será analizada “ex post facto” para determinar si somos culpables.
Ciertos organismos han desarrollado mecanismos para recopilar TODA la información de TODOS los ciudadanos. En caso que crean necesario usarla, o que encuentren un pretexto para ello, podrán usarla. O sea, quizás no guarden todas tus llamadas telefónicas (quizás) pero guardarán el registro de a quienes llamaste o te llamaron. Y a quienes llamaron o quienes los llamaron a ellos. Eso se llaman metadatos, y permite relacionar personas o informaciones. No tendrán grabada la conversación, pero si llamaste a x 10 veces seguidas en tales días, por algo será…
Algo de esto se conoció en nuestro país a partir de las noticias de varias investigaciones policiacas, especialmente en el caso del triple crimen de general Rodríguez, en el que la base para varios procesamientos fueron cruces y triangulaciones telefónicas que se hicieron con los datos aportados por las telefónicas usando sofisticados softwares. Algo parecido al programa Excalibur que se conoció a principios de los noventa.
Esto hay que aclararlo, no todas las llamadas están grabadas, sí en el caso que en el marco de una investigación se pidan las grabaciones, que después conocemos como “escuchas”, como la de CFK-Parrilli. Algo de esto había comenzado a desentrañar Assange con los wikileaks. Big Data, tal como aparece en el ensayo de Viktor Schönberger: “La revolución de los datos masivos”. Snowden se sacrifico para denunciarlo y nada cambió en el mundo cotidiano, excepto que ya no es una teoría conspirativa.
El debate sobre nuestros datos personales pasa por dos ejes centrales: la posibilidad de masticar inmensas cantidades de datos y la recolección en tiempo real de datos de las personas, en muchos casos gracias a ellos mismos. Como decía Cristian Ferrer a principios de los noventa: cuando creamos nuestra página en la web, estamos llevando nuestro propio prontuario a la comisaría.
Snowden mostró que los paranoicos tenían razón. A partir de sus revelaciones, la pregunta acerca de si nos están vigilando, ya no es una pregunta. Todos nuestros datos, alguien los está recopilando. Sólo hay que rogar por no llamar la atención, para que no empiecen a ser machacados hasta hacerlos hablar. Porque todo lo que digan, será en nuestra contra. Y no habrá lugar donde esconderse.