El sol de TODOS

Ella habla y la multitud escucha, la observa con todos los sentidos, se entrega a esa voz que la salva y la redime de tantos golpes cotidianos. Ella habla y se acerca un poco más el horizonte, se disipan la niebla y la locura, se abre la luz de par en par sobre las sombras y entonces, y solo entonces, el futuro es posible.  Nos deja la esperanza al alcance de la mano, nos mira a los ojos, nos conoce, somos los de siempre ya hora muchos más, tantos que el destino de liberación es inocultable.

  (Opinión Por Alejandro Ippolito)

La inmensa sala de la Facultad de Periodismo de La Plata, donde la candidata a intendenta por TODOS, Florencia Saintout, fue decana y ofició de anfitriona del multitudinario encuentro; estaba colmada de pared a pared, afuera – como ya es costumbre en cada presentación de «Sinceramente» – miles de personas se congregaron para ser testigos de ese momento, un reencuentro con ese país posible que dejamos escapar tan torpemente y que ahora estamos decididos a recuperar.

 

 

Su voz recorre el espacio, se mueve con soltura entre los presentes, los acaricia uno a uno, los abraza y los sostiene. Trasciende, en cada palabra, viaja y se posa en cada casa donde hace falta, allí donde las pantallas del odio no se han convertido en ventanas opacas desde donde mirar el mundo.

Y son tan diferentes las miradas, los gestos, la expresiones a la de aquellos otros que con el rostro desencajado marcharon en manada para expectorar su furia de clase, de humanidad ausente, de odio permanente a aquellos que soñaron un país más igualitario.

Y es que pocas cosas resultan más incómodas que la igualdad, el parecido con el otro, la cercanía, las posibilidades para todos; todo es insoportable. Ese imaginario que algunos cuantos acuñaron de que con el «esfuerzo» basta, una eslogan que propagaron aquellos que, contrariamente, nunca se esforzaron por nada. La «cultura del trabajo» como consigna de un mandatario que aborrece el trabajo, que saluda a su tropa «tan temprano» un «lunes» que en realidad es martes, a las 8:45 de la mañana.

Una élite de millonarios que trabajan de herederos de sus familias que comenzaron el saqueo mucho antes, que multiplicaron empresas con la dictadura, que blanquearon capitales y fugaron divisas a paraísos fiscales; con gesto falsamente conmovido, nos hablan de la importancia del trabajo.

De la misma manera que hablan de honestidad, advierten que con ellos «el que las hace las paga» y esconden detrás de una reparación mentirosa el blanqueo de sus capitales. Un presidente que se pasó medio gobierno tirado en una reposera y la otra mitad firmando la entrega del país a los capitales extranjeros y preparando el terreno social para todas las flexibilizaciones posibles.

Qué diferencia entre aquella marcha de los muerto vivos de Cambiemos, que no acuden por amor a ningún modelo sino porque en ese refugio momentáneo encuentran la miel amarga de sus peores miserias, se reúnen como los chacales carroñeros, disfrutando la agonía y esperando la muerte.

Pero el empresariado no tiene militancia, no es una reunión de voluntades en torno de un proyecto sino una banda de asaltantes tristemente célebres por su alcurnia familiar de testaferros, lavadores y corruptos. No tienen a los jóvenes entre sus filas, como advertía Jauretche años atrás, solo son vejetes que hacen de la furia un tónico revitalizante, un elixir que los mejora frente al espejo y los hace sentir mejores, guardianes de la república, la moral y la democracia.

Del otro lado, porque hay otro lado aunque nos duela, están aquellos que solo quieren una vida mejor, absurda utopía, un proyecto de país más inclusivo, oportunidades que permitan que el esfuerzo tan proclamado no sea en vano y, en definitiva y como dijo la propia Cristina ayer, una país más igualitario que será un país más seguro para todos.

 

Pero el sol de TODOS ya salió, fue parido por esa mente brillante que nos tiene acostumbrados felizmente a las maravillas, es la luz que esperábamos para entibiarnos en este invierno inclemente. Por aquellos a los que les arrebataron la vida estos miserables, por los que sienten el hielo del hambre cada día, por los pibes apaleados por la pobreza, por los que se murieron de olvido en plena calle, por los maestros que explotaron de desidia y no olvidamos, por cada lágrima de nuestros jubilados, por cada balazo de Bullrich y asociados, por cada trabajador expulsado del sistema, por cada industria quebrada, por cada empresa y comercio que bajaron sus persianas, por cada periodista censurado y basureado, por cada preso político, por Santiago, por Nahuel y por la valiente Milagro; el SOL saldrá en octubre de una vez y para siempre y todos, cada uno, nos encargaremos de cuidarlo para que nunca nos vuelva a pasar este desastre.

Que tanto dolor nos sirva para que la memoria sea, definitivamente, una práctica social y una política de Estado.

Este y otros muchos escritos similares los encontrás en el portal El grito de la Hormiga. Suscribite enviando un mail a cafeconpatria@gmail.com