El títere mentiroso

Macri está guionado hasta en sus más elementales movimientos, cuando se corre un centímetro de ese esquema supervisado y pretende desplegar algún rasgo propio a contramano del mandato de sus manejadores, es cuando se expone como un enajenado sin contacto con la realidad. Pero ahora, cuesta abajo en la rodada, ya no hay diferencias entre sus acciones dirigidas y sus liberaciones espontáneas, tanto con su llanto en un palco en el marco del G-20 como con su rostro desencajado y a los gritos en la última inauguración de sesiones en el Senado, Macri es una caricatura que transita el ridículo con total desvergüenza.   (Opinión Por Alejandro Ippolito)

Se nota demasiado por estas horas que el mandato del gran titiritero es relegar a este muñeco maltrecho al fondo del baúl y cambiar, sobre el final del show, la marioneta. La gente se está yendo de la sala enojada, desencantada y hay que volver a capturar la clientela como sea.

El derrumbe descomunal de la imagen positiva del presidente ha encendido las luces de alarma en la madriguera de los poderosos, desde los medios hegemónicos y dueños del país ya están instalando nuevos personajes a la pretendida saga de Cambiemos ‘segunda temporada’, pero tampoco hay muchos candidatos presentables en este casting que reúne rufianes y perversos.

El poder se prueba el talle de la nueva marioneta pero no hay ninguna que le calce del todo, cómodamente como espera. El serpenteante “Plan V” que recorrió el aire contaminado de los pasillos multimediales y políticos, no termina de fortalecerse e instalarse como una variable potable.

Clarín y La Nación juegan su juego mugriento elaborando pomposos editoriales donde se pretende otorgarle altura a una mirada rastrera sobre la suma de todos sus miedos: Cristina. Y entonces salen al ruedo las estrellas rutilantes del periodismo mercenario a elaborar teorías, a confirmar sentencias antes que cualquier juez y para ellos no agotan esfuerzos aunque haya que caer en el ridículo de citar “fuentes inmejorables” como hace el propio Eduardo Van Der Kooy en su nota de opinión de hoy en Clarín.

Tiemblan ante la sola idea, se despiertan en mitad de la noche – si es que alguna vez duermen – gritando su nombre y maldiciendo su acenso en las encuestas. Agitan las aguas y soplan las brasas del odio para que no se extinga el fuego furioso en aquellos que votan más por odio que por cualquier otro motivo.

Sin embargo, siempre quedan detrás por varios cuerpos estos alfiles del dinero y los mercados, corriendo detrás de la sombra inalcanzable hasta caer rendidos, con las fauces espumosas y sin más aire hasta la nueva nota que cada vez menos leen porque las mentiras también agotan a los propios que se han cansado del cantito de ‘la pesada herencia’ y quieren escuchar, de vez en cuando, alguna otra melodía.

Macri es el Minotauro, monstruoso y perdido en medio de su laberinto. A punto de entrar en aquella maraña de senderos concéntricos no está Teseo sino Ariadna, todo un signo de estos tiempos. Una heroína que salve al pueblo de la amenaza permanente y la agonía y le devuelva los sueños arrebatados, la paz y el orden en sus vidas.

Ya nadie duda, en este punto de la historia, que Ariadna es Cristina.

 

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