¿Te acordas de Aldo Forletti, el pionero de la TV en Olavarría?

La televisión en Argentina comenzó el 17 de octubre de 1951. Pero sólo para la Capital Federal, porque según los técnicos las señales del naciente  medio electrónico llegaban únicamente a 5 km de distancia. Según los técnicos «se borraban», e intentar captarlas más lejos era imposible. Pero a trescientos kilómetros, en Olavarría, un joven estaba “empeñado en ver televisión”. Era Aldo Forletti, y lo consiguió. Y aunque pocos lo recuerdan, es el pionero de la TV en Olavarría.

Tardó dos años, pero invirtiendo todo lo que ganaba en su modesto taller de radiotécnico, el autodidacta de 25 años logró construir un receptor casero de televisión. Y con la ayuda de su amigo Cayetano Di Guilmi, levantaron una antena de conformación especial y 25 metros de altura, con la que a fines de mayo de 1953 produjeron el milagro de ver televisión. La pantalla era de un viejo radar del ejército, y las válvulas y resistencias estaban conectadas de acuerdo a un circuito que habían conseguido pero que dudaban de entender.

Por primera vez se vio televisión en Olavarría, lo que dio por tierra con la voz de los entendidos que opinaban que la distancia era una barrera insalvable. Y fue el punto de partida para reconocer que el muchacho al que muchos llamaban «el loco de la calle Hornos» no estaba equivocado y así entrar a una nueva era. Y la familia Forletti pudo ver entonces cómodamente sentada los programas de la TV-Radio Belgrano, entre los que se registraron el partido Racing-Velez Sarsfield, un concierto de Marianito Mores, espectáculos de varieté, y hasta obras de teatro como «El crimen de Oribe».

A partir de ese momento, su modesto taller comenzó a congregar a los vecinos: En el diario «El Popular, del 5/11/91, se lee: «…Era todo un acontecimiento. Los vecinos se agrupaban frente al comercio de la calle Hornos casi Pringles para apreciar la maravilla de la televisión… cuando el estado del tiempo así lo permitía o lo quería…» El mismo Forletti lo confirma cuando recuerda el público que venía a ver su televisor: «Sí, no se podía pasar, hasta allá en el tapial había gente parada mirando«. (Aldo Forletti, febrero 1994)

Y más si se iba a ver a un valor local. «Pocho» Marcone era un vecino vinculado tempranamente a la TV, del que el inventor recordaba: «Después vino un muchacho que cantaba, un tal Marcone, que vivía acá atrás de la vía, y estaba en Canal 7, porque era un aficionado, y vino el padre y la madre, y pasaron, y dicen: ‘¿podemos venir a ver televisión que va a cantar mi hijo?’ como aficionado, y les dije «en este momento no se ve nada, dése una vuelta más tarde’,’¿a qué hora?’ ‘Y como a las ocho’. Y se vio como en el cine. Muchas cosas, como esa, montones de cosas que vi, tuve suerte. Hay cosas, que no, era muy interesante, era una cosa, que se yo, me dio muchas satisfacciones también. Tantos días subido a la antena, haciendo pruebas...» (Aldo Forletti, febrero 1994)

El poema que «Pochito» Marconi le escribió a la televisión

Pero no todo eran mieles: «…Generalmente se veía borroso, y la mayoría de las veces cuando el programa estaba en lo mejor, la imagen comenzaba a desdibujarse y volvía al rato… Pero usted se quedaba con la duda de saber lo que había pasado…«, decía Aldo Forletti en febrero de 1994. O lo inventaba, como diría una crónica periodística (Notas Breves, Diario «El Popular» del 5-6/11/91): «Mientras dos, tres o cuatro se quejaban que no habían visto bien, que se cortó en tal momento, no faltaba quien dijera que en «su» televisor había visto todo magníficamente, tanto del norte como del sur y a toda hora. Entonces comenzó esa competencia, en la que entramos casi todos. Aunque no hubiéramos visto mucho, decíamos que habíamos visto macanudo.» La recepción televisiva como una muestra de status.

A partir de entonces se comenzó a considerar a la TV incorporada a la vida de los olavarrienses que no cesaban de manifestar su interés por el nuevo espectaculo, al punto que en junio de 1953 se informaba que el edificio de siete plantas que habría de construir el Club Estudiantes contaría con bajada de antena para sus felices propietarios. Un vendedor ambulante de estos aparatos usaba como argumento de venta afirmar: «Yo vendo un teleceptor en veinte mil pesos, si una vez instalado no capta bien yo le devuelvo los veinte mil pesos, y le doy otros veinte mil pesos encima, y todo eso se lo afirma la casa que represento.»

A comienzos de la década del sesenta comenzaron a verse por encima de las casas unas inmensas antenas con las que con suerte «podía verse algo». Los más afortunados podían adquirir un modelo «multicanal» que se giraba con un mando de cables, por lo que apuntandola correctamente y con un poco de suerte podía captarse señal de Buenos Aires, Bahía Blanca o Mar del Plata. Y los pocos que tenían esos aparatos además rogaban que hubiera viento norte o que por lo menos estuviera nublado porque así había posibilidades de ver mejor. Aunque generalmente se veía borroso, y muchas veces cuando el programa estaba en lo mejor, la onda se iba… Por más plato de vinagre que hubiera encima del televisor.

Después, vino el canal 45, el canal 8, el canal 5, SIBATECO, canal local. De blanco y negro a color, de resolución estándar a HD, de aire a cable y a satélite. Ninguna de estas experiencias lo contaron entre sus integrantes, pero indudablemente el primero que vio la televisión en Olavarría, fue Aldo Forletti.

 

Aldo Forletti en la década del noventa