Un Sí contundente y colectivo por les pibes del barrio

Luego de los incidentes de público conocimiento, la agrupación ‘Un sí por los chicos’ finalmente accedió, luego de un mes, a la Sociedad de Fomento Coronel Dorrego para darle la merienda a las y los pibes del barrio. En diálogo con Miradas del Centro, cuentan cómo y por qué llegaron al barrio a trabajar, y cuáles fueron las circunstancias por las que atravesaron.

El viernes 15 de septiembre, la agrupación ‘Un sí por los chicos’ se organizó y manifestó en la puerta de la Sociedad de Fomento del barrio Coronel Dorrego, para pedir que se les permita continuar con sus actividades en el espacio de la entidad. A la manifestación concurrieron varias agrupaciones en apoyo a lxs jóvenes que vienen trabajando a fuerza de pulmón en y por el barrio.

“Desde el Municipio nos dijeron que debíamos apelar a la buena voluntad del presidente de la Sociedad de Fomento, pero él no quiere que utilicemos el espacio, no sabemos porqué”, comunicaban les integrantes de la agrupación a Miradas del Centro. Sin embargo, este sábado 23, la organización pudo acceder a la entidad fomentista. “Esperamos que las puertas continúen abiertas y que se mantenga firme la decisión del presidente en dejarnos llevar adelante nuestras actividades en la Sociedad de Fomento”. A pesar de las palabras de esperanza de una de las integrantes de ‘Un Sí…’, el miedo a que el fomentista vuelva a dejarlos en la calle sigue vigente: “Todavía no tenemos nada seguro. Él no vino a pedir disculpas ni hablar con nosotros”, remarcaron.

La agrupación de ‘Un Sí Por Los Chicos’ la compone un grupo de jóvenes comprometidos con los problemas sociales, especialmente con la infancia del barrio Coronel Dorrego. Desde hace tres años, trabajan en el territorio. Todos los sábados le garantizan un plato de comida a los niños y niñas del lugar.

El conflicto se desencadenó cuando, para la Fiesta del Día del Niño, la agrupación encontró las puertas cerradas, con doble candado, y debieron trasladar el festejo a la plaza que se encuentra frente a la Sociedad de Fomento, en Necochea y calle 17.

“Íbamos a hacer una hamburgueseada. La tuvimos que hacer en la placita, gracias a la ayuda de los vecinos que nos trajeron leña, parrilla y los utensilios que necesitábamos, porque los nuestros estaban todos dentro de la Sociedad de Fomento. También tuvimos suerte con el clima que acompañó, pero era lamentable que los pibes no hayan tenido un lugar donde poder ir al baño”, aseguró una de las integrantes, en diálogo con Miradas del Centro.

Ese mismo día, ante la negativa del presidente de permitirles el acceso a la sede, ‘Un Sí Por Los Chicos’ decidió recuperar todas las cosas que recibieron como donación para sus actividades y que se encontraban dentro de la entidad barrial. Esta situación generó actitudes violentas por parte de integrantes de la comisión directiva.

Así, lo que debía ser un día de fiesta y juegos derivó en una denuncia penal por amenazas y violencia: “Fue una situación muy violenta en donde los nenes lloraban, mucha gente se nos acercaba a ayudar porque no podían creer la situación que estábamos viviendo, nosotras nos pusimos muy mal”, relataron desde ‘Un sí por los chicos’.

En un principio

“Cuando llegamos, hace tres años, la Sociedad de Fomento no estaba en condiciones para ser utilizada. Nosotros la fuimos arreglando, muchas veces tuvimos que sacar plata de nuestro bolsillo. Todo lo que tenemos lo conseguimos nosotros: bancos, mesas, la salamandra, el arreglo de los baños, limpiamos el patio; conseguimos pintura y pintamos el interior, el exterior, los murales. Hicimos de la institución un lugar muy lindo, y todo gracias a la ayuda de los vecinos, de la gente que no es del barrio y que sabe el trabajo serio que hacemos. Por eso nos donan las cosas, por el compromiso que tenemos, que se sostiene en el tiempo y eso la gente lo ve, por eso confían en nosotros como agrupación, ven nuestro esfuerzo”.

El objetivo primario fue «hacer algo por los pibes del barrio, para que no estuvieran tanto tiempo en la calle”. Analizando su propio recorrido, reconocen que siempre tuvieron sus convicciones político-ideológicas pero nunca habían hecho nada al respecto, hasta que comenzaron a profundizar la militancia y a «tener conciencia de muchas cosas”.

El comedor

Meses atrás, incorporaron otra comida: el almuerzo. Todo surgió un fin de semana, cuando “decidimos hacer una jornada, junto a otras agrupaciones, e hicimos un almuerzo. Muchos padres nos agradecieron porque justo ese día no tenían qué darle de comer a sus hijos. A los chicos los vimos con hambre, por eso tomamos la decisión de seguir con los almuerzos todos los sábados”. En general, las niñas y niños del barrio, durante la semana, asisten a Centros de Día o comedores escolares donde reciben el almuerzo. Por eso, la mayoría de los comedores barriales comunitarios  funcionan los fines de semana.

‘Un sí por los chicos’ brindaba apoyo escolar, además de un taller sobre género, a cargo de Viviana (médica de la salita del barrio) y Gabriela (abogada e integrante de Nuevo Encuentro). Pero, ante la falta de un espacio físico sostenible, tanto el comedor como los talleres y el apoyo escolar tuvieron que ser postergados. “Los martes funcionaba el apoyo escolar. Realizar el Taller de Género nos parecía muy importante, porque la violencia machista es una de las problemáticas que visibilizamos mucho en el barrio. Una lástima no tener un espacio seguro, porque empezaron yendo dos vecinas y terminaron siendo diez.”

Con respecto al comedor, señalan que “hace un mes que no servimos el almuerzo. Hacerlo en la plaza se nos complica, por eso sólo pudimos seguir con el merendero. Todo este tiempo logramos darle la leche a los chicos, porque contamos con la ayuda de los vecinos que nos prestan las garrafas, las ollas, los vasos y todo lo que necesitamos”.

Les miembres de ‘Un Sí…’ están esperanzados en arribar a un acuerdo, porque “si nos quitan el espacio, o juegan con que sí nos dan o no la llave, no nos hacen un mal a nosotros, le hacen un mal a los niños y niñas del barrio; a ellos dejan sin espacio, porque el espacio es para ellos. Al comedor vienen alrededor de 40 chicos y chicas, muchos de otros barrios. No nos parece justo que nos dejen con la incertidumbre, no por un tema de nosotros, sino porque la Sociedad de Fomento es del barrio. No pueden jugar con la comida de los chicos”.

¿Dónde está el Estado?

‘Un sí por los chicos’ se sustenta gracias a la colaboración de la sociedad. La agrupación afirma que “del Estado nunca recibimos ni el apoyo, ni ningún subsidio. Es todo a pulmón y de corazón lo que hacemos. Sentimos el desamparo del Estado municipal, porque nunca contamos con su apoyo, pero también porque nos sentimos como manoseados. Estamos cumpliendo el rol que ellos, como Estado, como Municipio, deberían realizar en el barrio y no lo están haciendo. Los que se encargan de que los nenes, para navidad, tengan su bolsa; los que para el comienzo de clase conseguimos los útiles, para que los chicos tengan su cuaderno, guardapolvo, zapatillas, su kit escolar; los que logramos que todos los fines de semana, los pibes se lleven una ropa, una zapatilla; y los que hacemos bolsas de mercadería para que puedan tener algo para comer durante toda la semana; los que tratamos de mostrarles que existe otra realidad, los contenemos; los y las que hacemos todo eso somos nosotros”.

Este portal dialogó con Mayra Rojas, una de las integrantes de esta agrupación, estudiante avanzada de Antropología Social de la Facultad de Ciencias Sociales de la UNICEN. La joven, además de participar en la agrupación, está realizando su trabajo de campo en el barrio Coronel Dorrego, y nos ofrece un adelanto de los resultados de su observación participante:

“Desde hace un año y medio para acá, al merendero asistían alrededor de 25 – 30 chicos y chicas de diversas edades; ahora, a veces son entre 40 y 50. Vienen nenes de otros barrios. Mayormente, el apoyo escolar es una excusa para tomar el vaso de leche. Las madres también se acercan, o sino vienen los nenes a pedir. Nos preguntan si nos quedó una leche en polvo o si nos quedó azúcar, o zapatillas, ropa para sus hijos; muchos se quedan sin garrafa”.

“Veo mucha falta de trabajo: la gente no llega a fin de mes, no tiene plata. En la cotidianidad del barrio, observo que son muy pocos los que tienen un trabajo fijo: la mayoría hacen changas, muchos son pintores, albañiles; las mujeres son empleadas domésticas, o cobran la asignación. Los nenes que van los fines de semana al merendero, durante la semana van a los centros de día”.

Con respecto a la situación socioeconómica, Mayra señala que “va para atrás. Vemos un cambio, porque en el merendero vemos caras nuevas de nenes que no iban. Se incrementó notoriamente la cantidad de chicos y chicas que se sumaron. La mayoría de los que vienen por primera vez se quedan y siguen viniendo, pero acompañados: traen a sus hermanitos, sus primitos y amiguitos del barrio”.

Mayra resalta que “los y las vecinas del barrio no son conscientes de los derechos que se les vulneran, por eso nos cuesta mucho que se involucren y se organicen para luchar por sus espacios, pero por sobre todo por sus derechos arrebatados. Sin embargo, a pesar de todo, nuestro motor de lucha siempre son los nenes, porque pensamos que son el futuro y siempre vamos a luchar por ellos”.

“Lo que incrementó mucho, también, es la violencia en el barrio. Hay violencia policial, frecuentemente hacen abuso de su poder, y además hay violencia entre los mismos vecinos. No es por justificar, pero muchas veces se genera por las condiciones en las que viven, pasan muchas necesidades. Aumentaron los robos y antes no pasaba. Se empezó a robar en este último tiempo de nuevo. No los justifico, pero muchas veces la gente, cuando habla de estos temas, estigmatiza y pone etiquetas: ‘los negros del Dorrego’. La verdad es que viven una realidad muy difícil, está todo para atrás, y yo veo un cambio, un cambio malo”.