En tiempos de interconexión, una sirena que atrasa
En varios puntos bonaerenses, desde el inicio de la cuarentena obligatoria, las y los jefes comunales se han apoyado en una serie de medidas, como el sonar de sirenas (de Bomberos y de otras índoles) en determinadas horas, como en las que se hacen públicos y se actualizan los partes médicos en las webs oficiales de las comunas, respecto al CoVid-19, más popularmente conocido como ‘Coronavirus’. También, a modo de ‘efecto simbólico’ para concientizar sobre el aislamiento y para recordar a la ciudadanía que se debe mantener la calma y permanecer en los domicilios. Calma que esa misma sirena, en su sonar, borra de un plumazo, por lo que una treintena de vecinas y vecinos de Tandil elevaron su grito de ‘¡Basta!’ (a la sirena, no a la cuarentena).
En Tandil, las mañanas resultan apacibles a muchas y muchos más que dos, por momentos con silencios ensordecedores aún en el pleno centro… hasta que el reloj da las 11. Luego, se disfruta de la tranquilidad de la tarde… hasta las 18. Aquel «Estamos en guerra» que pronunció el presidente francés, Emmanuel Macron, parece que caló hondo en el intendente Miguel Lunghi, y así lo hace sentir hacia todos los puntos cardinales de la (aún) Ciudad de las Sierras.
No se trata de una máquina del tiempo, que lo atrasa… pero casi. Ya desde el 21 de marzo, en las redes sociales de las y los tandileros tomó protagonismo: “Sonó la sirena del diario Nueva Era. Como en los viejos tiempos”. Posteos que dispararon el ejercicio memorioso, y así muchas y muchos recordaron que esa misma sirena atronó en tiempos no tan lejanos, hace pocos años, en apoyo a manifestaciones de corte macrista, incluso en apoyo al autodenominado ‘campo’ cuando la Resolución 125. Hay quienes no han dudado en definirla, sin rodeos, como la sirena del antiperonismo, de la oligarquía, del golpismo histórico. Datos, no opiniones ni pareceres, para quienes tildan ese ejercicio de memoria como una supuesta ‘instigación al odio y el rencor’.
Tampoco faltan quienes tratan de ponerle una pizca de humor al asunto, y señalan que el uso de la sirena en cuestión tiene por objeto que se enteren de la pandemia los aún no enterados… si es que existen tales extraterrestres (sin acceso a las redes sociales y a Internet, además). Mientras se cierran los pocos comercios abiertos por la necesidad y la urgencia del confinamiento, se acercan las 18 y otra vez el aturdimiento. Varias y varios se preguntan qué tan necesario es anunciar todos los benditos días que son las 18, con esa misma sirena con la que se anunciaban, allá por 1982, en plena Guerra de Malvinas, los simulacros de ataque aéreo. Una sirena que, en medio del silencio que todo lo invade, suma malestar como también angustia (incluso, descomposturas y náuseas) a quienes ya pasaron la cuarentena (de años) y vivieron en vivo y en directo el Tandil de aquellos sombríos y lúgubres años. Una sirena que suena, independientemente de las y los laburantes del vespertino Nueva Era, en un marzo muy particular para quienes sufrieron en carne propia el terrorismo de Estado de la última dictadura cívico-empresarial-militar. Un marzo en el que la falta de los abrazos y la contención que se materializan en estas fechas tan sensibles, acentuó el recuerdo de los tiempos del terror y profundizó el dolor de las ausencias.
LA CARTA Y SU PETICIÓN
“A quien corresponda: Los abajo firmantes pedimos cese el sonar de la sirena del diario Nueva Era. Consideramos que su función es totalmente innecesaria en tiempos de temor y encierro. Los tandilenses confiamos en quienes nos gobiernan a nivel nacional, provincial y municipal, y entendemos que hacen todo lo que se debe, como también nosotros, todos los ciudadanos, hacemos lo que corresponde, individual y socialmente, para dejar atrás pronto y bien este mal que asola al mundo.
“Cumplimos a rajatabla con el protocolo procedente, que es lo efectivo y único que podemos hacer por uno y por todos. Por lo tanto, sumar a todas las eficientes recomendaciones, una sirena que, encima, muta de horario y nos toma la más de las veces de sorpresa, sólo nos vincula con el sobresalto, el miedo, la angustia. No hay motivo para su sonar, y los que somos memoriosos o grandes, tenemos el recuerdo de que esa sirena sonó, siempre, en tiempos de tragedia: como aviso de golpes de estado, catástrofes, o penares cuando el tandilense medio no tenía otro modo de informarse. Hoy, hiperconectados, no precisamos una sirena que nos espante límbicamente, como sonaban en las ciudades anunciando bombardeos en las guerras.
“No sumemos angustia, sobresalto y miedo. Las precauciones debidas, y los informes pertinentes, todos los ciudadanos los recibimos efectivamente y por otros medios. La sirena no suma más que angustia. Exigimos que, teniendo en cuenta que será posiblemente mucho el tiempo de cuarentena, evitemos medidas inconducentes. Basta de hacer sonar esa sirena del diario Nueva Era. Muchas gracias”.
Una treintena puso su gancho, aunque ese número no sería el real: cuando se supo de este petitorio… ¡Muchísimas y muchísimos más se acoplaron al pedido! Y crece la lista. Una de estas ciudadanas así lo sintetizó: “¿La sirena molesta a los vecinos? Varios han manifestado que así es. ¿Ha convencido a los imprudentes de no salir? Lo dudo. Me parece bien que se tomen todas las medidas que sirvan para contener esta situación. Las que sirvan”.
Un informe y una forma de dar una mano, en tiempos de pandemia