Graffitis SI, graffitis NO: arte vs. vandalismo

Por Luz Jara (opinión). Publicada en la Revista  Madre Tierra, editada por la Sal Editora.
Podes adquirir la revista en Insurgente, Belgrano 3345 , también vía Facebook a @lasalolavarria.
‘El pasado 21 de julio un grupo de artistas independientes nos autoconvocamos para pintar el puente de la avenida Colón de la ciudad en que vivimos: Olavarría. Para quienes no conocen, es un espacio público muy transitado por el cruce de dos avenidas y por la vía del tren, que pasa por debajo del puente muchas veces al día y obliga a detenerse a cientos de transeúntes.
La consigna era sencilla: juntarnos a pintar. (Llevar pinturas para compartir, pinceles, rodillos, agua, escaleras). Sabíamos que lo que estábamos por hacer iba a causar repercusión. Por un lado porque este tipo de intervenciones son extrañas en nuestra ciudad. Por el otro, porque desde hacía varios años el puente estaba colmado de frases de Acción Poética[1], cosa que ya había generado debate. También sabíamos que era probable que cayera la policía del cemento, y esto pasó casi enseguida. Nos preguntaron qué estábamos haciendo, a pesar de que era una obviedad. Nos preguntaron si teníamos permiso para pintar, les dijimos que no. Nos dijeron que habían ido porque los habían mandado, que la próxima vez pidiéramos permiso, y que seguro iba a quedar mejor de lo que estaba. Nos reímos, no sin asco, y seguimos pintando.
Pasó mucha gente intrigada que nos miraba, nos preguntaba algo tímidamente, sonreía o se alejaba con cara de culo. No faltó el grito de aliento: “¡Por fin taparon esas porquerías!”. Así transcurrió la jornada, con un lindo sol y con amigxs que se pasaban a hacer el aguante compartiendo un mate, un pucho y/o dando una mano. Algunxs a partir de ese día pegaron laburo pintando murales en casas y otros espacios.
Era algo que teníamos ganas de hacer hacía bastante tiempo pero no lo concretábamos. Asique fue un gol. Terminamos y nos fuimos a tomar unos mates, algunxs a trabajar y otrxs a escuchar a un amigo que cantaba esa noche. Estábamos satisfechxs no solo con lo que habíamos pintado sino con lo que habíamos hecho en general, por habernos organizado y decidido a ir y hacerlo.
Al rato empezaron a circular fotos en facebook y arrancó el debate.

Contra la “Acción Poética”

A nuestro entender las frases de Acción Poética son horribles. Tanto estéticamente como por su contenido. En principio, el formato en la pared del rectángulo blanco con la tipografía negra es totalmente conservador pero produce una pregnancia tal que hace imposible que no leas.
Segundo, que no son murales como se dice porque no comunican a través de la imagen sino de frases; y no cuentan una historia (como sí lo hacen los murales) con el fin de interpelar al transeúnte, sino que reproducen un recorte. De hecho son frases que están totalmente descontextualizadas, algunas de autores reconocidos pero que no los citan. Algunas de ellas con contenido machista, que hay que hilar fino para desnaturalizar al leerlas.
Tercero, con la excusa de que piden permiso, no solo ocupan paredes de casas (propiedad privada que los dueños “gentilmente autorizan”), sino también de espacios públicos que históricamente se utilizaban para difundir, mediante pegatinas y pintadas, propuestas artísticas y culturales, luchas, escraches, denuncias, etc. O sea, las frases de acción poética lejos de resultar inofensivas se transformaron en un discurso hegemónico no sólo por su contenido pedorro sino también por su viralización y por su “legalidad”, lo que ayuda a criminalizar a las demás manifestaciones visuales callejeras: graffitis, murales, pegatinas, stencils, etc.

 

Reivindicando el vandalismo[2]

Hace algo más de tres años comenzó la vorágine de graffitis en Olavarría. Muchxs pibxs salieron a la calle a repartir taggs[3] por todos lados. Y también a hacer cosas más sofisticadas como lo son los Tapalqué Monster[4]. Algunxs celebramos la creciente iniciativa, que se sumaba a las intervenciones más tradicionales o comunes de ver en Olavarría como murales y pegatinas. Sin embargo, estamos hablando de una ciudad muy conservadora, así que lxs vecinxs “bien” enseguida salieron a quejarse porque estxs “vándalos” les estropeaban los impecables frentes de sus ostentosas (o no) casas. Se preguntaban dónde estaban sus padres que no se hacían cargo de lo que lxs “delincuentes” de sus hijos hacían. Se preguntaban también de dónde sacaban la plata para los aerosoles y cómo podía ser que la policía no hiciera nada al respecto.
Fue así que en menos de una semana, después de reiteradas quejas, el gobierno municipal de turno (no les puedo decir exactamente de qué corte era porque pasó por todos los partidos burgueses, pero sí que ante cualquier “problema”, su solución era prohibir) dictó contravenciones por grafitear. Multas y/o “trabajo comunitario” fueron los castigos.
Por supuesto hubo debate. En las redes sociales, en programas berretas de tv, en la calle. La acusación de “¡vandalxs!” a quienes practican especialmente los taggs se debe a varias cuestiones. En principio al “daño” a la propiedad privada, seguido de una concepción conservadora sobre qué es arte y qué no[5]. Y sin olvidarnos de la costumbre prohibitiva, punitivista y criminalizadora de los gobiernos de nuestra ciudad.
En este contexto desde el Espacio Cultural Independiente Insurgente se decidió, en repudio a las contravenciones, graffitear todo el frente convocando a artistas de la ciudad. Esto generó mucho impacto en el barrio cheto donde está ubicado, ya que contrasta totalmente con la fachada “tradicional” de las demás casas.
Poco a poco el revuelo fue menguando, hasta que pintamos el puente. Cabe decir que mientras tanto muchxs pibxs se comieron la contravención.
Con la pintada colectiva del puente, volvió el debate. Que son horribles-que están buenísim@s; que parece un boulevard de Bs. As-que por fin taparon esas mierdas de acción poética; que me sacaron las frases de Ismael (Serrano)-que qué bueno que transmitan un mensaje; que no tenían permiso para pintar-que qué bueno que se apropien de esa forma del espacio público; que podrían haber sido mejores-que quiero que pintes en mi casa…

Una anécdota

Cuando me invitaron a pintar pensé en hacer una cosa, pero terminé haciendo otra. En especial porque no tenía muchos colores de pintura para concretar la idea, entonces decidí hacer algo que tenía pendiente. Puse “No cambies la visera por la gorra”. Algo simple, no muy novedoso, que había sido usado como campaña visual por algunas organizaciones contra la represión policial. Simple, pero no inocente. En facebook se armó un revuelvo bárbaro por esto. Muchxs policías salieron a decir que era ofensivo, que su trabajo era digno, que por qué teníamos que agredir, que no entendían que quería decir, que los otros estaban buenos o zafaban pero el mío no, etc. A los pocos días (menos de una semana), estaba charlando sobre el tema con una compañera cuando alguien más llega y me dice “¿Viste que taparon tu mural? Creo que fue un policía”. Me reí, porque sabía que esto iba (o podía) pasar, y porque justamente estábamos hablando sobre eso. Como dice una amiga “Es parte de las reglas del juego de pintar en la calle”. “¿Y qué pusieron?” dije. “Nada, taparon la gorra con aerosol negro”.
Después me puse a pensar sobre el significado de esa censura (y de la forma), y creo que reforzó el sentido de la pintada. Muchxs se enteraron que fue un policía quien lo tapó. Y no me sorprende.
Entonces me puse a pensar qué hacer, porque no iba a quedar así. Resolví comprar un aerosol el lunes siguiente, con los últimos pesos que me quedaban, e ir a intervenirlo. ¿Volver a pintar la gorra? No. Ya se había convertido en otra cosa. Pensé poner algo así como “El arte no se censura, gorra basura”. Muy largo. El lunes llovió, después me colgué (y me gasté la plata que me quedaba para el aerosol). A los dos o tres días viene otra compañera y me dice: “¿Viste que pintaron de nuevo el mural?” “No! ¿Qué pusieron?” “Algo así como: gorra puta, no te cabe el arte….”. A los días pasé y dice exactamente: Gorra puta anti arte. Me alegré porque alguien más se atrevió a intervenir, lo que sí personalmente no hubiera utilizado la palabra “puta” como una ofensa. Porque las putas ni somos ni parimos policías.
Continuará………
 Algunas conclusiones
El “delito” contra la propiedad privada es el que más importa y también el más criminalizado. En Olavarría si pintas una pared estás al horno, aunque el daño que supuestamente ocasiona es solo un poco de pintura en la pared, pero que muchas veces incomoda por su contenido o simplemente por su atrevimiento de no respetar la fachada. Sin embargo de la contaminación visual de los carteles y pantallas colocados en el espacio urbano, del cemento que nos asfixia, así como durante las campañas políticas, cuando la ciudad se llena de carteles prometedores, NO se habla. En otras ciudades tal vez ya está más instalado el arte urbano. De todos modos el robo (también considerado un delito sobre la propiedad privada), es más criminalizado por el Estado, sus instituciones y la sociedad en sí que los delitos contra otra persona. Si sos un policía asesino, un violador, o un macho violento no pasa nada, gozas de impunidad. Si grafiteas, posiblemente te comas varios días en cana o tengas que pagar una multa, acrecentada en los últimos días, que van hasta los 60.000 pesos.
Por esto y mucho más reivindicamos la célebre frase de Rodolfo Walsh: “Las paredes son la imprenta del pueblo”. Considero entonces que las paredes del espacio público como soporte son una de las pocas alternativas de comunicación alternativa que tenemos. Por lo tanto, como terreno de disputa en que se ha convertido, lo seguiremos utilizando. Defendiendo nuestro derecho a la libertad de expresión, seguiremos pintando para difundir nuestras luchas y nuestros deseos en la calle.
 
…Continúa antes de los previsto
El último fin de semana, antes de imprimir esta revista, tubimos el desagrado de enterarnos por un diario local que el intendente del PRO-Cambiemos de nuestra ciudad, Galli, no sólo va a tapar todos los murales, sino va a estar pintando él mismo. Contrató un grupo de artistas privados llamado “Pinta Argentina” (seguramente les va a pagar unos cuantos pesos) para tapar lo que hicimos. Las conclusiones te las dejo a vos, lo que sí quiero agregar es que les re cabió.

[1] Se autodefinen de este modo: “El movimiento Acción Poética es un fenómeno mural-literario. Consiste en pintar e intervenir en bardas de las ciudades con fragmentos de poesía. El contenido de las bardas generalmente se emplea con versos de amor o frases optimistas, también con frases en alusión a la situación actual (aunque tienen por regla no tocar temas políticos ni religiosos), este también tiene que ser pintado con un fondo blanco y letras negras; también hay frases de canciones y versos.”

 [2] Recomiendo leer la nota publicada por diario El Popular de Olavarría el 14 de Septiembre de 2014 http://www.elpopular.com.ar/eimpres…

 [3] Los taggs son “firmas” que lxs grafiteros inventan como símbolo personal o de un grupo. Se usan para intervenir el espacio público de forma masiva.

[4] Los tapalqué monster son grafitis en formato de grandes pinturas que representan “monstruos” que surgen del arroyo Tapalqué, que atraviesa toda la ciudad. Fernando Durante, su autor, afirma en una nota que le hacen al respecto: «Me parece que lo que está sucediendo en Olavarría es lo que ya sucede desde hace tiempo en las grandes ciudades. Es habitual que esto vaya creciendo porque es el surgimiento del arte urbano y creo que sancionar es poner trabas al crecimiento de ese arte»

 [5] Usualmente se tiene una concepción de arte obsoleta, asociada directamente a la belleza. Desde una postura estética conservadora algo es arte si es “bonito”, y desde un posicionamiento moral, la cuestión de la legalidad resulta fundamental para la clasificación. Definir arte es complejo, pero en los tiempos que corre creo que lo más importante para la consideración de una manifestación artística es que interpele. Sino es en vano.

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