“Hubiera preferido ser una menos”
Estas palabras fueron dichas por Cristina Santillán, luego de la lectura de los alegatos. En una jornada aún más extensa que las anteriores, que finalizó en horas de la madrugada y con un despliegue policial de exagerada magnitud, para el jurado popular que intervino en el juicio, Cristina Santillán fue hallada culpable, no de la muerte de su marido, sino de lesiones gravísimas calificadas por el vínculo.
Esa figura penal, por las que se la condena a Santillán, contempla penas que van desde los tres a los quince años de prisión. Mientras tanto, Santillán sigue con prisión domiciliaria, en su hogar. El lunes por la mañana continuará el debate, con el dictamen de la condena. Fiscalía y Defensa formularán, sobre las conclusiones del Jurado Popular, los respectivos pedidos de pena para la mujer. Será finalmente la jueza Alejandra Raverta la que impondrá la pena.
La jornada de este viernes tuvo manifestaciones y otro día de acompañamiento a Cristina Santillán. Incluso, luego de la lectura del veredicto del Jurado, quienes se encontraban aún presentes y en vigilia, tanto en la sala de la audiencia como en el veredón, pasada la 1 de la madrugada, acompañaron a Santillán a su casa.
Luz Ramallo, integrante de la Asamblea de Mujeres en Lucha de Azul, dialogó con Miradas del Centro. “Según el veredicto del Jurado, Cristina Santillán fue encontrada culpable de lesiones gravísimas. Desde la Fiscalía se pedía que Cristina fuera encontrada culpable de homicidio calificado por el vínculo, por la muerte del marido, por entender que había actuado con plena consciencia, que había comprendido la criminalidad del acto, de sus acciones”. Sin embargo, Ramallo señaló que al no poder desconocer los fiscales “la abrumadora prueba en el Juicio, que acreditaba la violencia de género de la que había sido víctima Cristina durante cuarenta años… Pusieron un ‘pero’ y Margaretic afirmó que la violencia era cruzada: que Cristina también era violenta, y que Hernández había sido víctima de la violencia de ella. En ese sentido, la Fiscalía dijo que éste no era un caso de violencia de género, porque la víctima no era una mujer”. Por eso, los fiscales Laura Barbaretic y Javier Barda pidieron que se caratulara ‘homicidio agravado por el vínculo mediando circunstancias extraordinarias de atenuación’. Circunstancias que, si bien bajan en algo la escala penal, sigue siendo de una pena altísima, con un máximo de 25 años.
Por su parte, el alegato de la Defensa, conformada por los defensores oficiales Diego Fernández, Mariana Mocciaro y Diego Araujo, se abrió con el planteo de la violencia de género, que dio pie al argumento de la legítima defensa en violencia de género. “En primera instancia, el pedido fue el de ‘lesiones gravísimas’, para sacar a Cristina de la responsabilidad del resultado de la muerte. Y de ahí, la defensa legítima en violencia de género, o el exceso en la legítima defensa, inimputabilidad”, indicó Ramallo.
El Jurado debía decidir entre dos alternativas: si Cristina era responsable de homicidio calificado por el vínculo o por provocar lesiones gravísimas. Fue un tema de discusión: si Santillán era responsable o no del resultado de la muerte. En su deliberación, según los civiles del Jurado, no hubo relación directa entre la agresión y la causal de muerte de Hernández, pero sí encontraron a Santillán como culpable de lesiones gravísimas. Esto puede ser tomado como una suerte de ‘triunfo’ de la Defensa, por desligar a Santillán de la muerte de Hernández.
Los últimos testimonios
Cerraron la ronda de testimonios seis testigos, convocados por la Defensa. Todos aportaron más pruebas acerca de la historia de violencia de género que tuvo lugar en esa casa. Entre esos testimonios, estuvo el de su ex cuñada, Rosa Barrientos, que refirió sobre la violencia en el origen de la relación entre Cristina y Hernández. Testigo importante para el caso, ya que, de esa época, sólo se tenían algunos datos dispersos. Cecilia Tedesco, sobrina de Cristina, también centró su relato en la historia de violencia de Santillán y Hernández.
La grafóloga y perito calígrafa Marta Pedernera testimonió y se refirió a las características surgidas de la escritura de unas cartas que fueron secuestradas el día del hecho, de la casa de Cristina. Cartas no fechadas y sin firma, que también se pusieron en duda. Aún así, los rasgos ahí relevados por la perito hablaban de una sintomatología compatibles con la de una mujer en situación de violencia de género.
El odontólogo Rodolfo Venter realizó un examen, a pedido de la Defensa, y encontró en la cavidad bucal de Santillán rastros de pérdida de piezas dentarias por traumatismo, a raíz de los vestigios y marcas que quedan. No se trataba de pérdidas de piezas dentarias por caries o por los años nomás: había rastros de pérdidas por traumatismo.
El testimonio más fuerte de la jornada fue el último, el de Julián Hernández, otro de los hijos de Cristina Santillán. “Fue un testimonio desgarrador. Contó toda la historia de las distintas formas de violencia que se vivieron en esa casa, y que los cobraba a los tres hijos también como víctimas. Contó episodios de violencia concretos, y fue tan desgarrador que en medio del relato, una integrante del Jurado se quebró. Se tuvo que interrumpir la audiencia, para que esa integrante del Jurado se repusiera y se reanudara la declaración de Julián. Julián también se quebró en dos o tres oportunidades, pero se reponía rápidamente y pudo dar su testimonio sin fisuras”, informó Ramallo.
Julián Hernández cerró su testimonio con palabras a su madre, presente en la sala. Le dijo a su mamá que él sabía que ella no era culpable sino víctima; víctima de violencia durante cuarenta años. Al mismo tiempo, reflexionó que su hermano mayor, Ramiro, no puede hacerle frente a eso, porque es una reproducción de la historia del padre, y está tan enfermo como él; y que todos en esa familia necesitan tratamiento para poder salir de esta historia. Le pidió perdón a su mamá y afirmó que en este momento sí está con ella, y que saldrán juntos de esta situación. Aún así, desde la Fiscalía se lo desacreditó en reiteradas oportunidades.
Alegatos, la palabra de Cristina y un despliegue de fuerzas desmedido
Luego de la recepción de los testimonios, se realizó un cuarto intermedio, para luego dar comienzo a la lectura y exposición de los alegatos. En palabras de Luz Ramallo, la Fiscalía “siguió con su ninguneo y desacreditación a los testigos de la Defensa. Llegó a decir que los hijos mentían. Margaretic jamás tocó la violencia de género, para ella no existió. La violenta de amor enfermizo era Cristina, y, a lo sumo, había violencia cruzada”.
Por su parte, desde la Defensa se sostuvo que Cristina Santillán no es culpable de la muerte de Hernández. De hecho, la muerte se dio por una cadena de negligencias. No negaron la lesión gravísima que produjo, pero no fue el determinante de esa defunción. Se hizo mucho hincapié en la violencia de género sufrida por Santillán.
Al finalizar los alegatos, Cristina Santillán hizo uso de la palabra y se dirigió directamente a la Fiscalía. Les contestó que sus hijos no mienten; que el trato recibido por la fiscal fue muy violento; que a ella la depositaron en una cárcel y ahí la dejaron tirada; y que tuvo que intervenir la jueza para que la cambiaran de lugar. Por cómo la trataron, por cómo se desarrolló el juicio, por cómo trataron a sus hijos, Santillán se quebró y dejó helado al auditorio: expresó que hubiera preferido “ser una menos”, porque lo que le han hecho a vivir a sus hijos ha sido terrible.
Ramallo analizó que en esa afirmación, “Cristina dijo muchas cosas. Habló de lo que había significado el terror de haber vivido todo lo que vivió, y cómo el Estado le dio la espalda cuando tuvo que intervenir y no lo hizo; en este proceso, desde el hecho hasta el juicio; cómo se le cerraron puertas. Reconoció su dificultad o incapacidad de pedir auxilio. Fue una forma de réplica ante una Fiscalía que demostró, en todo momento, una saña particular”.
Las organizaciones que piden la absolución de Cristina Santillán denunciaron durante todas las jornadas del Juicio el rol de la Fiscalía, que se dirigió, con una hostilidad por demás evidente, hacia los testigos de la Defensa; a criticar al movimiento de mujeres y acusar a las organizaciones de montar una campaña plagada de falsedades; y a inducir a sus testigos a que así lo afirmaran. “En su alegato, al no poder ser indiferente al testimonio desgarrador de Julián y María, hijos de Santillán y Hernández, lo único que se le ocurrió fue decir que esa violencia, que no podía desconocer, ameritaba agregarle al homicidio calificado la circunstancia extraordinaria de atenuación. Pero se afirmó en el argumento de la ‘violencia cruzada’: la supuesta violencia ejercida por Cristina, de la que Hernández era víctima”, afirmaron integrantes de estas agrupaciones a este Portal. Junto a Laura Margaretic, se encontraba el fiscal Javier Barda, quien está a cargo de la Fiscalía de Violencia de Género en Azul.
En un clima tenso y de mucha ansiedad y expectativa, tanto de quienes se encontraban en el recinto como quienes aguardaban en el veredón del Tribunal azuleño, luego de que la jueza Alejandra Raverta leyera las instrucciones al Jurado, pasada la medianoche, el jurado (integrado por personas ajenas a Azul, tal lo pedido por la Fiscalía) deliberó para llegar al veredicto.
El público en la sala estaba compuesto por quienes luchan y adhieren a la liberación y absolución de Cristina Santillán, junto a familiares de la imputada. Sin embargo, en el espacio entre el público y las partes, se formó un cordón de cerca de veinte efectivos del Servicio Penitenciario Bonaerense, con el objeto de evitar ‘algún incidente’. Cosa que, claramente, no sucedió. Ramallo amplió la descripción del escenario: “el despliegue policial fue brutal. Cuando estaba por leer el veredicto, a la Fiscal la protegió un cordón de casi veinte policías, al que le hicimos frente las integrantes de la Asamblea de Mujeres en Lucha de Azul, de la mano, paradas, con las remeras de Cristina. Afuera, en el veredón, la Gendarmería, la Policía Local y la Infantería, con un despliegue tremendo, con escudos, itacas… Eran más policías que manifestantes”. Luego de leído el veredicto del Jurado, hubo “tristeza y mucha bronca. Nos hicieron bajar. Afuera había un gran grupo de compañeras bancando, y también un gran operativo policial”, manifestó Casandra Muñoz del Campo.
Stola también tenía algo para decir
En su perfil de la red social Facebook, Enrique Stola, reconocido psiquiatra que fue parte de los testigos aportados por la Defensa, se expidió sobre lo acontecido este último viernes en el Palacio de Justicia azuleño: “La condena de Cristina Santillán, en Azul (provincia de Buenos Aires, Argentina) es un triunfo del machismo social y judicial. Mi admiración al comprometido trabajo que desde una clara perspectiva de género llevaron adelante la defensa oficial, la Dra. Mariana Mocciaro, el Defensor general de Azul Dr. Diego Fernández y el defensor Dr. Diego Araujo”.
“El fallo es un pésimo antecedente para las mujeres a las que, a través de la institución judicial y policial, la sociedad patriarcal les cierra las posibilidades de liberarse de la violencia machista por medios no agresivos; mujeres que reaccionan como pueden y cuando pueden contra el cotidiano agresor”.
Por último, subrayó que “la decisión del jurado y la activa actitud machista de la fiscalía, deben leerse no como un episodio particular sino como parte de la contraofensiva que el patriarcado lleva adelante contra el impacto del cambio cultural y la ética que los feminismos y el Movimiento de mujeres están impulsando en todo el mundo”.
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Por tratarse de un juicio por Jurados, la Defensa de la imputada es la única parte habilitada para recurrir ante una segunda instancia de lo que será el fallo. Cuestión que probablemente suceda al terminarse el debate y ya con el conocimiento de la pena.
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