Siempre extrañamos a la Muestra de Cine Nacional «Lucas Demare»

El cine es un arte que ha cautivado audiencias en todo el mundo durante décadas. En Olavarría una Muestra cinematográfica fue durante años un encuentro con las pantallas fuertemente arraigado en la comunidad local. La «Muestra de cine Nacional Lucas Demare», instaurada en homenaje al destacado cineasta argentino, fue una celebración anual del séptimo arte que dejó una huella indeleble en la cultura local y es una historia que merece ser contada. Nota con glosa de textos de Sergio Di Pino y Pablo Zamora y testimonios de Gloria Salas, Joaquín Affonso et al.

A mediados de 1981, y por iniciativa de la artista olavarriense Renza Silverii, un grupo de cinéfilos locales se reunieron para formar la comisión que en noviembre de ese año llevaría adelante la primera edición de la Muestra de Cine Nacional «Lucas Demare», que llevaría ese nombre en homenaje al recordado director cinematográfico argentino.

La Muestra de Cine Nacional “Lucas Demare” tuvo entonces su primera etapa entre los años 1981 y 1984, que fueron las tres primeras ediciones oficiales. Fue organizada por un grupo de ciudadanos entusiastas del séptimo arte, algunos provenientes del viejo “Cine Club Sur” y con experiencia en la organización en la ciudad de pequeños festivales cinematográficos entre 1968 y 1970. Por esos años la única manera de poder ver «buen cine» en el interior consistía en organizar un cineclub, y hacer traer películas directamente desde distribuidoras de Buenos Aires, usualmente en versiones de 16mm para las cuales se debía conseguir un proyector.

 

Entre los impulsores originarios de la actividad se encontraban Gloria Salas, Armando Guenzatti, Luis Nuñez, Victor Piermattei, el sr. Tabareli, Alejandro Bolognani y Joaquín Affonso, que como consignamos, anteriormente habian organizado un festival de cine, y se habían nucleado primero en un cine club llamado «Enfoques de Olavarría» y después en el «CineClub Sur». Es importante recordar que eran épocas sin Netflix, ni descarga de films de las redes, ni menos DVDs o VHS. Pero el amor al cine les hizo superar los esfuerzos de mantener esa inicitiva e ir por más. Ver películas en la pantalla grande, y el anímo choclulo de cruzarse con algunas estrellas nacionales.

 

La muestra llevaba el nombre del reconocido cineasta argentino Lucas Demare, fallecido ese mismo año, director de “La Guerra Gaucha” y quién no casualmente había sido uno de los impulsores de la realización de una muestra de cine en la ciudad de Olavarría.  Tenía como objetivo promover la cultura cinematográfica y fomentar el intercambio de ideas y experiencias entre los amantes del cine. Lucas Demare fue un destacado director, productor y guionista argentino, conocido por su trabajo en la Edad de Oro del cine argentino, y su legado en la industria cinematográfica argentina es innegable. La «Demare» buscaba honrar su contribución al cine y difundir su legado entre las nuevas generaciones de cineastas y aficionados.

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La experiencia previa del Cine Club, que había ido más allá del cine pasatista, concretó la construcción colectiva propia de esa década luminosa de un nuevo tipo de espectador, que veía en los filmes un producto cultural complejo, discutible, analizable. Esto se expresaría posteriormente en la insistencia de realizar los «debates» que se proponian efectuar al término de las funciones, así como gestioner la presencia del director (o un integrante del equipo realizador) en la sala para «debatir» lo exhibido, puesto esto como un valor, e incluso expresando desilusion cuando nadie se quedaba…

 

Entre 1968 y 1970, a través de esa entidad organizaron un Festival de Cine que puede considerarse antecedente de la Muestra “Lucas Demare”. Pero en la década del ochenta, y salvo el Festival Internacional de Mar del Plata, en el interior del país prácticamente no existía este tipo de encuentros, por lo que gran parte del ambiente cinematográfico nacional llegó hasta nuestra ciudad para participar de la muestra.

En la primera Muestra se proyectaron realizaciones como «La borrachera del tango» (película muda inédita de 1928), «Don Segundo Sombra», «Los martes orquídeas», «Crónica de un niño solo», «Quebracho», «La isla», «Boquitas pintadas» y «La guerra gaucha», entre muchas otras.

En esas primeras ediciones de la Muestra, las proyecciones transcurrían a lo largo de una semana y se desarrollaron en las tres salas de cine comercial que existían por entonces en la ciudad: Gran Cine Olavarría, Cine París y el Cine Teatro Municipal, así como también en otros espacios como el Cine San Martín de Sierras Bayas y los salones del Museo Dámaso Arce, el Club Social, la Alianza Francesa, el Club Loma Negra en la Villa Alfredo Fortabat y en la Unidad Penal Nº 2 de Sierra Chica. En esas ediciones la muestra estuvo auspiciada por instituciones fuertes, como la Municipalidad local, el Banco de Olavarría o la gaseosa Coca Cola.

 

 

La comisión organizadora destacaba entonces entre sus objetivos “Propugnar a un mayor conocimiento por parte del público actual de las películas clásicas del cine nacional, colaborar con la revitalización de nuestra cinematografía y al mismo tiempo ubicar a Olavarría como uno de los ámbitos de resonancia de la problemática de este tema con su consiguiente proyección”, tal como se leía en el diario local «El Popular» del 24 de octubre de 1982.

En su primera etapa,  la Muestra incluyó además de las proyecciones, la visita de una delegación de directores, artistas, autoridades del Instituto Nacional de Cinematografía (INC) y periodistas de Capital Federal quienes brindaron charlas y mesas redondas sobre distintas problemáticas de actualidad del cine nacional.

 

Entre las figuras más destacadas que visitaron la ciudad durante esta primera etapa de la muestra en los 80 se encontraban, entre otros, los actores y actrices Mirta Legrand, Dora Baret, Amelia Bence, Hugo Arana, Ana María Piccio, Alicia Bruzzo, Víctor Laplace, Alberto de Mendoza, así como los directores Daniel Tinayre, Javier Torre, Alejandro Doria, Oscar Barney Finn y los por entonces actores jóvenes Juan Leyrado y Arturo Bonin.

 

De los periodistas que asistieron resaltan Jorge Abel Martín (La Prensa), Salvador Sammaritano (Radiolandia y Cine Club Núcleo) Adolfo Martínez (La Nación) y Jorge Couselo. Sammaritano es recordado ampliamente como icono de la crítica en nuestro país y por su trabajo de décadas en «Núcleo», a partir de los cuales generó un público cinematográfico excelso. En el Cine Club el recuerdo de la duración de la versión que exhibió de «Metrópolis» llevó a Fernando Martín peña a encontrar en nuestro país la única copia completa que existe de esa obra en el mundo.

 

 

De acuerdo con las cifras oficiales, la concurrencia de público superó las 10.000 personas por edición. Es de recordar que las funciones eran gratuitas, dado que la postura de los organizadores se expresaba en slogans como  “Cultura para todos” o “Ir al cine es un acto de cultura”, o sea posibilitar el acceso al cine era trascender.

 

Desde entonces y a lo largo de tres etapas, pero especialmente a partir de su recuperación en 2002, la “Demare” ha mantenido un espacio de fidelidad con su premisa original: que los habitantes de la ciudad vean cine nacional, en salas,  en Olavarría.

 

En ese sentido, en la segunda etapa el elemento facilitador para el acceso de las mayorías al cine parece estar dado, centralmente, por el hecho de ofrecer “entradas con un precio accesible” , como manera de brindar acceso del público al cine como manifestación cultural: O sea, se pensaba que la misión de la Muestra era por un lado traer películas que usualmente no se veían, y permitir verlas a precios accesibles, entendiendo que eran esos los escollos que el cine tenía para llegar a su público.  Es interesante pensar que entonces no se reflexionaba acerca de las tendencias esteticas nacionales y su impacto o creación de interes en los espectadores.

 

Incluso en alguna de las ediciones, se debatió en las columnas del diario que no era lo economico el problema en la relación, porque de todos modos podría realizarse como una cooperativa. En principio la censura estaba fuera de debate, porque se atendía a un «cine arte», elistista. Sin embargo, lo ocurrido en el  “Primer Certamen Cinematográfico de Olavarría”  fue un cachetazo para una decada de sueños a la que seguiría otra de pesadilla.

Este encuentro con el cine, tuvo corta  vida y un abrupto final. En la tercera edición, el jurado, integrado entre otros por  Lita Stantic y Pablo Szir –este último integra las listas de desaparecidos durante la ultima dictadura militar-, decidió premiar al film “Ollas populares” de Gerardo Vallejo, que mostraba la miseria con el fondo musical del Himno Nacional. Una parte de los organizadores interpretó que esa decisión produciría el retiro del apoyo de las fuerzas vivas locales que auspiciaban el festival, lo que fue rechazado por otros miembros organizadores. Y se terminó el Certamen.

 

A lo largo de las cuatro ediciones de la Muestra que se realizaron entre 1981 y 1984 en las que había funciones en simultáneo entre las tres salas que existian por entonces en la ciudad se colmaban las 1200 butacas de cada uno en las tres exhibiciones diarias.

En los años 1988 y 1989, con el Prof. Juan Wally como Subsecretario de Cultura y Educación Municipal, se realizan dos muestras que acercan a nuestra ciudad las películas “bajo otro sol”, los amores de Kafka, Abierto de 28 a 24” representativas de la filmografía nacional por aquellos años, acompañadas de actores como Nathan Pinzon, Virginia Lago, y Lalo Pasik entre varios otros.

 

 

Los organizadores originales de la “Muestra de Cine Lucas Demare” eran un grupo minoritario de vecinos ligados a la producción cultural o, en su defecto, con niveles “privilegiados” de acceso y consumo de bienes culturales, clase media ilustrada producto de la época que sentían que debían suplir lo que el estado no hacía, situandose un poco en un rol «superior», por lo que en algunos casos se realizaba la apelación a acciones cultural de tipo pedagógico hacia el público local:  “aprender a ver cine”, «enseñar a apreciar», etc.

 

Como aporta Di Pino, en las ediciones de los años 80’ de la Muestra, las charlas y paneles con especialistas conformaban una parte tan importante de la programación del evento como la mismísima proyección de películas. Se sucedieron en estas instancias, distintas mesas de discusión en base a temáticas como “Los críticos ante el actual cine nacional”, “ Los problemas actuales de nuestra Industria Cinematográfica”, “ Presente y perspectiva del cine nacional”, “Cine argentino y Democracia”, “ Pasado y futuro del Cine argentino”. Participaron directores, actores, integrantes del Comité permanente de Defensa y Promoción del Cine argentino, miembros de la Fundación Cinemateca, de la Asociación Argentina de Actores y del SICA permitiéndose el intercambio de preguntas y opiniones con el público.

En 1984 tuvo lugar el primer cimbronazo sufrido por los organizadores del evento: el patrocinador más importante –el Banco Olavarría- dejó de financiar la Muestra, razón por la cual –al menos por 12 años- no volvería a realizarse. Es curioso verificar que la numeración de las ediciones de la Muestra «ignora» las realizadas en la segunda época.

 


En 2001 el Intendente Helios Eseverri asumió como propia la iniciativa que le llevó Eduardo Rodriguez, por entonces al frente de la Subsecretaria de Cultura, Educación y Comunicación Municipal, junto a Martín Arroyo, apoderado del Gran Cine Olavarría para recuperar la Muestra, lo que se realizó junto a un grupo de olavarrienses comprometidos con la iniciativa.  Con el apoyo del INCAA y la organización de la Dirección de Cultura local volvieron a poner la maquinaria en funcionamiento, cumpliendo con los objetivos de acercar nuevos espectadores y ofrecer películas fuera del circuito comercial. Es importante agregar que durante la administración de José Eseverri, el presupuesto de la Demare se vio incrementado.

Posteriormente participaron en la gestión de la Muestra Carlos Orlando como Director de Cultura y Diego Lurbe como subsecretario del 2012 al 2015, en la que fue la última edición hasta el momento.

De esta manera, la quinta edición -llevada a cabo entre el 21 y 28 de noviembre de 2002- se desarrolló en las dos salas del Gran Cine Olavarría, donde se proyectaron 24 películas divididas en secciones (Infantil, Clásico y Cine Nuevo), con funciones a las 10 y a las 14 (para delegaciones escolares), a las 18, a las 20 y a las 22.30. Asistieron alrededor de 2.500 espectadores y se instauró el «Premio del Público», que ganó el film «Rosarigasinos».

Llegaron como invitados los directores Rodrigo Furth, César D’Angiolillo, Eduardo Sahar, Gustavo Fontán y Claudio Etcheberry, además de los actores Alejandro Fiore, Leonardo Murúa, Raúl Calandra y María José Demare. Estuvo también el realizador Miguel Pereira (por entonces director del Festival Internacional de Mar del Plata), así como contó con la visita de actores, directores y periodistas de distintos lugares del país.  La programación adoptaría de ahora en más el formato de secciones (Oficial, Clásico, Inusual, Infantil, Documental, Mujer) incluyendo el formato DVD además de las proyecciones en 16mm. También se incorporó el premio del público a la mejor película a través de un sistema de
calificación.

En los años siguientes la Muestra se fue consolidando. En 2003, durante 8 días, el total de películas fue de 25 en las dos salas del Gran Cine y con una asistencia de 3.000 personas. Los invitados que llegaron a Olavarría fueron, entre otros, los actores Ana Katz, Daniel Hendler y Víctor Laplace, más los directores Eduardo Calcagno y Eliseo Subiela. Durante la “Sexta Muestra de Cine Nacional Lucas Demare” de ese año se creó un espacio de “Conferencias de Prensa” con directores y actores a primer turno de cada jornada. Este, que también era abierto al público en general, evidenció el desinterés de una buena parte de los medios locales y fue desestimado para la programación de las siguientes ediciones.

A lo largo de los años, la Muestra de Cine Lucas Demare de Olavarría fue evolucionando en su programación, adaptándose a los cambios en la industria cinematográfica y a las demandas del público y los realizadores. En sus primeras ediciones, la sección «Cine Nuevo» destacaba como una categoría inclusiva que abarcaba una amplia gama de producciones del cine argentino contemporáneo, con obras de directores emergentes y propuestas innovadoras.

Ese año se produjo un cambio en el perfil de la programación, que se inclinó casi exclusivamente hacia la exhibición de películas del llamado «Cine Nuevo». La sección «Cine Clásico» fue relegada y sustituida por momentos puntuales de homenaje como parte de las actividades paralelas de la muestra.  En su lugar, se estableció la sección «Sección Largometrajes», que respondía a los mismos lineamientos de las ediciones anteriores, pero sin la denominación de «Nuevo Cine Argentino», que había sido objeto de críticas por su amplitud y falta de precisión en cuanto a las producciones que incluía. En este espacio se proyectó nuevamente, al igual que en los años 80′, la película «Los Isleros» de Lucas Demare. Además, se estableció por única vez la sección «Cine Local» con la exhibición de dos películas de realizadores y actores de Olavarría.

 

Desde la séptima edición, en 2004, se sumó a la programación el Concurso de Cortometrajes definido como un espacio de promoción a la creación, difusión y proyección de cortos de todo el país. Posteriormente y dado su éxito, esa instancia se independizaría como FICO (Festival Internacional de Cortos Olavarría).

 

La categoría «Nuevo Cine» fue reemplazada por la denominada «Sección Largometrajes», que en realidad respondía a los mismos lineamientos de las dos ediciones anteriores. La inscripción «Nuevo cine Argentino» estaba siendo ampliamente cuestionada por los propios directores y actores, considerándola demasiado abarcativa frente a un conjunto diverso de producciones correspondientes al último periodo del cine nacional. Inclusive, en las actividades paralelas de la muestra de Olavarría desde 2002, como charlas y conferencias de prensa, se produjeron debates en relación a esta problemática.

En esa edición, en las mismas salas, se exhibieron 26 largometrajes y 11 cortos (además de las ocho películas que se proyectaron con el cine móvil en Villa Alfredo Fortabat, Sierras Bayas, Hinojo y Sierra Chica), y la cifra de espectadores llegó a 4.000. También se creó la categoría «El cine y la Música», que consistía básicamente en documentales sobre músicos y movimientos musicales de Argentina. En este marco, el espacio sirvió para la realización de un homenaje a Lucio De Mare, músico y hermano de Lucas Demare fallecido en 1974.

En años posteriores, se fueron incorporando nuevas categorías, como «El cine y la Música», que consistía en documentales sobre músicos y movimientos musicales argentinos, y «Opera Prima», que destacaba las obras dede los cineastas argentinos flamantes. Además, se ampliaron las temáticas de la sección «Documental», que ya no se limitaba exclusivamente a documentales musicales o para escolares, y se establecieron categorías específicas como «Cine Infantil» y «Cine Mujer», que buscaban promover la diversidad en el cine y dar visibilidad a las obras realizadas por mujeres.

A lo largo de sus ediciones, diversas secciones fueron apareciendo y desapareciendo en la muestra.  En 2002, la sección «Cine Nuevo» proyectó una serie de películas realizadas entre los años 2000 y 2002, como «Tocá Para Mí» de Rodrigo Furth, «Bolivia» de Adrián Caetano y «Rosarigasinos» de Rodrigo Grande. Además, la programación de ese año combinó películas del «Cine Nuevo» con las ubicadas en la sección «Cine Clásico», que incluía algunas películas que abarcaban distintos momentos de la historia del cine nacional, en un intento de homenajear y recuperar parte del perfil «viejo» en el nuevo contexto. En esta dirección, se proyectaron dos películas recordadas de estos encuentros: «La Guerra Gaucha» de Lucas Demare y «Crónica de un niño Solo» de Leonardo Favio.

En 2005 la Muestra estaba consolidada, tanto por la cantidad de películas, como por los artistas que se acercaron hasta Olavarría (Marcela López Rey, Pablo Alarcón, Oscar Alegre, Fabio Aste y Jimena Anganuzzi, entre otros) y por la respuesta de los espectadores (5.000) que, tras el cierre del Gran Cine, se trasladaron hasta el ex hipermercado Toledo (hoy ChangoMas), en cuyas salas se exhibieron la mayoría de las casi 40 películas que formaron parte de la 8ª edición. La sección «Cine Clásico» reapareció fugazmente con una serie de películas populares de las décadas del 80′ y 90′, como «El lado oscuro del Corazón» (1992) de Eliseo Subiela, «La Historia Oficial» (1985) de Luis Puenzo o «Esperando la Carroza» (1985) de Alejandro Doria. También estuvo la muestra de afiches de películas de Lucas Demare a cargo del coleccionista Juan Carlos de la Torre.

En 2006 para la novena edición se mantuvo la tendencia y ante la desaparición en ese mismo año de la única sala céntrica de la ciudad, el escenario central pasó al Teatro Municipal. Además, hubo funciones en el Salón Rivadavia, en el cine-teatro del club Hinojo y en Penal Nº 2 así como en la Unidad 38 de Sierra Chica y en la Alianza Francesa. Se proyectaron más de 40 películas en sus diferentes secciones (Oficial, Inusual, Mujer y Documental) y asistieron 4.500 personas. Entre las visitas, se destacaron Mónica Galán, Mario Paolucci, Michel Noher, Daniel Ritto y el escritor, periodista y ex combatiente de Malvinas, Edgardo Esteban.

 

Los premios Lucas a la trayectoria debutaron en 2007 y fueron para Norman Briski, Betiana Blum y José Luis Castiñeira de Dios. El encuentro tuvo lugar en el Teatro, en el Salón Rivadavia, en el Centro Cultural Municipal de Hinojo y en las Unidades Penales de Sierra Chica, en donde por tercera vez consecutiva se llevó a cabo la Muestra de Cine en la Cárcel. Más de 30 títulos de directores argentinos se exhibieron en ocho días (en los apartados Ficción, Documental, Opera Prima, Inusual, y El Cine y la Música). De esa edición quedarían como recuerdo para muchos asistentes unas hermosas carteras de lona negra que se seguirían viendo durante largo tiempo. Recordemos que ese año se reedita la categoría de documentales con la proyección de tres obras y se incluye a su vez la sección «Opera Prima».

 

En ese sentido, se llevaba a cabo en las unidades penales Nº 2, 27 y 38 de Sierra Chica y 30 de General Alvear, la Muestra de Cine en la Cárcel, “El cine nos mira”, en el marco de la Muestra. El hecho de llevar esta actividad cultural a los internos era un proyecto que desde hace cuatro años venía llevando adelante la docente Estela Martín. Esta profesional que trabajaba en la Escuela Primaria de Adultos Nº 701 que funciona en las tres unidades penales mencionadas. Junto a ella y desde el año 2005, se sumaba entonces el compromiso de todos los docentes de la institución en forma conjunta con el Servicio Penitenciario en el marco de la implementación de acciones tendientes mejorar la calidad de vida de las personas privadas de libertad y contribuir a una mejor reinserción social.

 

En 2008 se exhibieron más de 35 largometrajes, distribuidos en seis secciones, y medio centenar de cortos, con funciones en el Teatro, el Salón Rivadavia y el restobar La Gaviota, además de las localidades y las tres Unidades Penitenciarias de Sierra Chica. En esta 11ª edición se anunció que, para el año siguiente, el Tercer Festival Internacional de Cortos (FICO) se realizaría como evento separado de la Muestra.

 

En 2009 se ofrecieron alrededor de 30 títulos, en el Teatro y en La Gaviota. Esta 12ª edición se destacó de las anteriores por la oferta de cursos, seminarios, charlas y encuentros que tuvieron lugar en el marco de la Muestra y también por la conexión telefónica que con la conducción de Andrea Góngra se estableció desde el escenario con el director Leonardo Favio, quien se encontraba imposibilitado de moverse.

 

Para 2010, los ocho días se redujeron a seis, quedó afuera la función de trasnoche (de «cine inusual» o bizarro) y la proyección de documentales.  «Pensamos realizar más adelante un ciclo específico de cine documental», anunciaron los organizadores», citaba Zamora. De esta manera se achicó el número de películas, aunque se mantenían dos funciones para las escuelas y tres para el público en general (18, 20 y 22 horas), siempre en el Teatro.

Además, hubo proyecciones en el Penal de Sierra Chica, en el Hospital de Hinojo y en el Centro Cultural, y en las localidades de Recalde, Espigas, Villa Alfredo Fortabat, Hinojo y Sierras Bayas. A partir de aquí, comenzó a advertirse el derrape.

 

La 14ª edición, en 2011, incluyó 17 películas en el Teatro, con un solo día de proyección para el público infantil y dos funciones diarias a la noche (a las 20 y a las 22).

 

En 2012 la respuesta de público fue importante gracias al film infantil «Larguirucho y Soledad» (más de 1.000 chicos asistieron al Teatro en dos funciones) y al broche que resultó «La gran carrera de quesos», película hecha en Olavarría con una gran mayoría de actores locales, que fue vista por más de 900 personas. En total se exhibieron 12 películas, se mantuvieron las funciones de las 20 y de las 22, y se entregaron por última vez los premios «Lucas» a la Trayectoria… Aunque ni Susú Pecoraro ni Juan Palomino vinieron a recibirlos.

 

El Festival de Cine Lucas Demare se llevaba a cabo casi al finalizar el año, y era un evento muy esperado por los amantes del cine y la comunidad local en general. Durante varios días Olavarría se llenaba de actividades relacionadas con el séptimo arte, con proyecciones de películas, seminarios, charlas, exposiciones y eventos especiales que atraían a cineastas, actores y aficionados al cine de toda la región. Incluso asistían «periodistas sin medio» que recorrían el país Festival a Festival, aprovechando los viáticos provistos por xx generosas, y reclamando en algunos casos un papel higienico de mejor calidad.

 

También a lo largo de la historia del evento, se desarrollaron otras actividades paralelas, aunque sin el carácter regular de las anteriormente descriptas. Entre ellas, Cursos de Formación actoral a cargo de Guillermo Bataglia (1981), la presentación del ciclo televisivo “Pasado y presente del Cine Argentino” por su realizador , el crítico Jorge A. Martín, antes de emitirse por los canales capitalinos (1983). Es recordada especialmente la presentación del escenografo Saulo  Benavente en la Alianza francesa.

 

Presentaciones de libros como “Querida Lolita. Retrato de Lolita Torres” de Mario Gallina (2006) o “De la fuga a la fuga” de Roberto Blanco y Raúl Clemente (2006). Muestras de afiches de películas de Lucas Demare (2004), o un Circo de Poesía como Homenaje al escritor del under porteño José Sbarra (2006). En alguna ocasión la entrada al teatro lució gigantografias de Isabel Sarli o Rodolfo Beban como Juan Moreira con un agujero en la cabeza, para que cualquiera pudiese fotografiarse. La Muestra en su segunda época funcionó por el apoyo estatal, por decisión política y el motor de muchas personas, fanáticas del cine o no. Además de los nombrados, integraron las sucesivas comisiones organizadoras que trabajaban como voluntarios en la organización.

En cada ocasión, la escenografía del Teatro Municipal, el corto de presentación así como la apertura con números espectáculos musicales eran un espectáculo esperado por la comunidad. En ese sentido la cantante María José Demare, hija de Lucas,  fue nombrada «madrina» de la Muestra. Y  Sebastián Mónaco, nieto del director estrenó una película en la undecima edición.

 

En sus últimas ediciones la Comisión Organizadora contó con un nutrido grupo de gente que en las largas jornadas previas de de la organización de la Muestra, además pasaban buenos momentos. Entre ellos podemos contar, cumpliendo diversos roles y en diferentes oportunidades, a Mariana Aramburu, Wanda Halle, Marta Cataldi, Soledad Rolleri, Stella Martin, Verónica Eseberri, Gastón Catanzaro, Juan Goñi Capurro, Mariano Leira, Gustavo Martínez, Sergio Di Pino, Javier Bou, Marina Gonzalez Hueso, Virginia Maldonado, Cecilia Prandini, Emilia Ordoñez, Eliana Leira, Eugenia Iturralde, Eduardo López, Griselda Astudillo, Lorena Cirio, Flavia Boccagni, Cecilia Prandini, Pablo Zamora (que de cubrir la muestra como periodista de Espectáculos para «El Popular» pasó a también colaborar en su organización) y Jorge Arabito. De alguna manera para estos vecinos organizar la Muestra, más allá del amor al cine fue en gran medida ocasión de hacerse amigos, compartir cenas y noches de trabajo, pero fundamentalmente participar juntos de una construcción cultural que sentían importante.

Merece un recuerdo especial la figura de Eduardo López, cineasta que eligió Olavarría como su «lugar en el mundo» para sus producciones, entre los que se cuentan los reconocidos documentales  “Cerro Sotuyo” y “Volar sin Alas”, película que relata la historia de los Hermanos Emiliozzi. Anteriormente se había destacado como montajista de numerosas películas nacionales entre las que se cuentan “No habrá más penas ni olvido”,  “El profesor Punk” o films costumbristas como “Rambito y Rambón” o “los Colimbas se divierten”. López falleció en 2014, y una de sus propuestas fue la creación de “Olavarría Set de Cine”, ente encargado de promocionar al partido como locación de producciones cinematográficas.

También se lamenta la desaparición intempestiva de Emilia ordoñez, que colaboró con la Muestra desde su amor al cine y la fotografía.

A la Muestra en su último tramo la acompañó el FICO, Festival de Internacional de cortos Olavarría, que recibía y premiaba obras desde lugares recónditos del planeta. La cantidad de trabajos enviados obligó a que una subcomisión se encargara de hacer una preselección de aquellos en condiciones de competir. Sin embargo en algunas ocasiones ante la ausencia de traducción era imposible comprender esas producciones.

Un costado de la Muestra que esta nota deja sin cubrir son los espectadores. De todas maneras, edición trás edición llenaban las salas. El interés por el cine, mejor dicho por «ver cine (nacional) en el cine» siempre existió. Una idea de su pensamiento lo dieron los «premios del público» implementados en la tercera etapa, que se otorgaban a los films más votados por la gente. Una curiosidad al respecto fueron los intensos debates que las maneras de computar los votos generaron en la comisión, lo que llevó a complejas operaciones matemáticas: Si a ver un film iban una veintena de personas, pero todas le ponían un «10», no debía pesar más que si a otro lo veían centenares pero con menos puntaje. Para algunos, «ir» era ya un voto, y la impresión que dejaba la película debía sumarse a esa ponderación. ¿Si alguien iba y no votaba, era un 0? Luego de largas discusiones se arribó a una compleja fórmula que debía asegurar la correcta noción del gusto de los asistentes.

Otro tema fueron la elaboración de los diversos logos y afiches y la edición de catálogos, que en algunas ocasiones eran casi «Libros» con todos los datos de las películas (dirección, cuerpo técnico, sinopsis, etc.) y en otras eran un mero triptico con la programación. A veces para los invitados especiales había carteras, kits de prensa, bolsas, tazas, etc.

En sus ediciones y casi infructuosamente se intentó conseguir cobertura nacional, quizás ingenuamente al no realizarse una gestión de prensa profesional contratada, pues únicamente se realizaba su presentación oficial en CABA a mediados del año, invitando a los encargados de espectáculos. Sí llegaron cada año una decena de «periodistas independientes», que eran agasajados por la municipalidad durante varios días con hospedaje, comidas y paseos por el partido. Conducir un programa de jazz en la medianoche del sábado por Continental bastaba. Tener un blog de cine, un programa en una FM del conurbano era suficiente. En una publicación del INCAA de 2008, se enumeran 67 festivales cinematográficos a los largo del país, con lo que el circuito se encontraba claramente establecido. Es relevante preguntarse cuántos de ellos existirán actualmente.

Quedaría para un desarrollo más profundo el «Lado B» de la Muestra. Las anécdotas, las noches de ronda por los lugares nocturnos de los visitantes, los reclamos en los hoteles por la aspereza del papel higiénico, los pequeños accidentes que obligaban a solicitar ambulancias de urgencia. La cuestión a considerar de la presencia de un un director que realizó algunas tomas para futuras producciones de un modo que posiblemente conllevaría en la actualidad, más allá de la cancelación a acciones penales por actitudes impropias con menores.

 

Sin embargo, a pesar de su éxito y popularidad, la fiesta tuvo su última edición en la decimooctava Muestra de 2015, que fue la función de despedida hasta el momento. Esto ocurrió debido al desinterés gubernamental evidenciado en falta de financiamiento y apoyo institucional de la gestión que tomó el poder a fines de ese año. En 2016, el nuevo gobierno municipal obvio realizarla, actitud que perdura hasta el momento, a pesar de incluir en las actividades del 150° aniversario de la ciudad su concreción del viernes 23 al domingo 25 de junio de 2017.

Pero en su lugar el Municipio presentó el «1° Encuentro de Cine Latinoamericano» que sumó diez películas y se llevó a cabo del 8 al 11 de junio de ese año en el Teatro. Al respecto, la directora del Teatro, Karina Ostertag expresó entonces que esa propuesta reemplazaba a la Muestra Nacional de Cine Lucas Demare: “el objetivo y el aporte es otro” sostuvo, y  la diferenció de la histórica Muestra al manifestar: “el objetivo y el aporte es otro. Ver lo práctico del cine, lo didáctico. No solamente sentarse a ver una película”.

Aunque la muestra ya no se lleva a cabo, su legado perdura en la memoria de aquellos que lo vivieron y en la historia cultural de Olavarría. Para muchos, «la Demare» fue mucho más que un simple evento cinematográfico. Fue una oportunidad para celebrar la magia del cine tanto como rendir homenaje a un destacado cineasta argentino. Además, se convirtió en un punto de encuentro para la comunidad local y una plataforma para promover la cultura cinematográfica en la región.

La Muestra de Cine Lucas Demare de Olavarría ha sido un espacio importante para la difusión y promoción del cine argentino, con una programación que ha ido evolucionando a lo largo de los años, adaptándose a las tendencias del cine contemporáneo y buscando promover la diversidad en las propuestas cinematográficas. La muestra ha sido un lugar de encuentro para cineastas, especialistas y amantes del cine, generando debates y reflexiones sobre la producción cinematográfica en Argentina y su relación con la cultura y la sociedad toda.

A pesar de su cese, la historia de la Muestra de Cine Lucas Demare en Olavarría sigue siendo relevante. Es un recordatorio de la importancia del cine como forma de expresión artística y cultural, así como de la necesidad de promover y apoyar eventos culturales que enriquezcan a la comunidad. Además, la figura de Lucas Demare sigue siendo una inspiración para los cineastas argentinos y latinoamericanos, cuyo legado sigue vivo en la industria cinematográfica.

Fue una experiencia única que permitió conectarse a los apasionados del cine, así como promover la cultura cinematográfica en nuestra ciudad. De alguna manera ponderó la promoción del cine argentino y colaboró en la creación de redes y oportunidades para los cineastas emergentes, que muchas veces presentaban en ella su obra prima. Además, su ejemplo inspira a otros a seguir promoviendo la cultura cinematográfica y organizando eventos culturales en sus comunidades. Por un lado circulan las películas exhibidas, y por el otro los encuentros personales, el trabajo en común de quienes formaron parte de las comisiones, el trato con quienes par algunos, eran sus estrellas adoradas.

El cine no es solamente una pantalla, un discurso audiovisual, un mercado o una tecnología. Es lo que las peliculas dejan en las personas, en sus ideas y sus omociones. Es esa ventana que muestra historias que nos trascienden, que nos hacen mejores. Es el encuentro humano entre quienes creen que algunas películas, son más grandes que la vida.

Hasta su regreso, la Muestra Demare es el recuerdo de un momento de encuentro con el cine, pero también entre personas que tienen sed de conectarse emocionalmente unas con otras en esa sala oscura en la que, cuando las luces se apagan, las  defensas intelectuales se desvanecen y nos volvemos nuevamente niños. Avidos de que nos cuenten una historia para no dormir….

 

La Tesis de Sergio di Pino acerca de la Muestra de Cine Nacional “Lucas Demare” puede descargarse de aquí.