Las pruebas PISA y la estandarización de la educación al servicio del mercado

El martes se dieron a conocer los resultados de las pruebas PISA y nuevamente títulos catastróficos sobre la educación argentina inundaron los medios. Nota de Alicia García Tuñón compartida desde Notas.

“¿Cómo la educación argentina dejó de ser el gran orgullo nacional?”; “Pruebas PISA los resultados de Argentina entre los más bajos de la región”; “Pruebas PISA: más de la mitad de los chicos está en los niveles más bajos en lectura, matemática y ciencias”. Esos fueron algunos de los titulares de la prensa argentina tras darse a conocer los resultados de esta evaluación estandarizada para estudiantes.

¿Pero qué son estas evaluaciones? ¿Qué miden? ¿Con qué intereses se hacen?

Las pruebas P.I.S.A. (Program for International Students Assessment) son un instrumento diseñado por la Organización para la Cooperación y el Desarrollo (OCDE) organismo que coordina políticas macroeconómicas de los países centrales.

El área de educación de la OCDE diseñó estas evaluaciones que se aplican desde el año 2000 a estudiantes de 15 años independientemente del nivel educativo en que se encuentren. Miden destrezas y habilidades muy requeridas para un mundo con empleos flexibles y cambiantes. No analizan ni buscan medir conocimientos.

Stella Maldonado, la fallecida secretaria general de CTERA, realizó un informe sobre estas evaluaciones. Planteó que los resultados son luego cuantificados con los que se realizan rankings, que comparan cuestiones absolutamente incomparables: ciudades con países; países que hace varias décadas que tienen escuela secundaria obligatoria con otros en que la obligatoriedad del nivel es reciente o no existe como tal; países que tienen universalizado el nivel inicial con otros en los que apenas está garantizado algún tipo de educación pre-primaria breve; países en los que todas las escuelas son de jornada completa y los docentes tienen dedicación exclusiva con otros en que los niños tienen 3 o 4 horas de clase diarias por falta de infraestructura; etc. Un absurdo estadístico carente de rigor científico.

Por ejemplo en los datos que recientemente se publicaron, la ciudad de Shangai, en China, que tuvo uno de los primeros puestos, quedó muy por encima de Finlandia que tiene un sistema educativo igualitario e integrado; y Argentina que tiene 1,9% de analfabetos se ubicó por debajo de Brasil, país en el que aún hay 8,6% de personas que no saben leer ni escribir. Esto es una pequeña muestra de las contradicciones más evidentes de la prueba.

El uso que se ha hecho de los resultados de las evaluaciones, tanto a nivel nacional como a nivel de la Ciudad de Buenos Aires, ha perseguido el objetivo de la construcción de un escenario de catástrofe educativa, a partir del cual se ha desarrollado un discurso que demoniza a los docentes y su tarea y justifica la mercantilización, tercerización y extranjerización de la educación.

Desde la CTERA, sostienen que estos datos no dan cuenta de la realidad educativa en toda su complejidad, porque son limitados, reduccionistas, descontextualizados, jerárquicos, homogeneizantes y prescriptivos; en definitiva, colonizantes.

Este tipo de evaluaciones estandarizadas no son más que estrategias de la gestión para lograr que la educación pública sea visualizada ante la sociedad como un sistema obsoleto, deficiente, ineficaz y “falto de calidad”.

Se somete a las escuelas, estudiantes y a los docentes a evaluaciones que miden sus desempeños según estándares definidos a nivel global y que responden a las necesidades de expansión del capital. Estas mediciones les garantizan corroborar el fracaso que anuncian a la vez que imponen un repertorio de aprendizajes “universales” que uniformizan la educación y degradan el trabajo de la enseñanza.

Si las evaluaciones no sirven para saber qué y cuántos medios está dando el gobierno a las escuelas para permitir que los docentes enseñen y los estudiantes aprendan, si no sirven para saber en qué medida se está garantizando que todas y todos los estudiantes puedan hacer aprendizajes significativos, sin discriminar por origen social, cultura familiar, género, etc., entonces es imposible evaluar el sistema educativo en términos de calidad.

La evaluación se estandariza sin tener en cuenta las condiciones iniciales de las que parten los pibes ni de sus historias de vida. Nada dicen de propuestas de articulación con otros actores sociales. La respuesta del fracaso o no, es exclusivamente escolar e individual.

Por otro lado, en algunos países como Chile, la presión de estas evaluaciones provocó que desaparecieran del currículum obligatorio materias como educación física, música, plástica y teatro para acentuar la formación específica en lengua, matemática y ciencias para dar respuestas satisfactorias a estas pruebas estandarizadas y estar mejor ubicadas en el ranking nacional. Es que en el país vecino, esta jerarquización se traduce en mayores recursos para la escuela y mejores salarios docentes.

La evaluación debiera ser participativa, lo que implica planificar y anticipar sobre qué áreas se realizará, con qué metodologías y con qué objetivos. También es necesario definir cómo se utilizarán los datos. Los últimos años, el gobierno de Cambiemos, ante cada inicio escolar, los utilizó para estigmatizar a los docentes y a la escuela pública.

Para la CTERA se deberían “hacer pruebas integrales, formativas y contextualizadas”. “Una verdadera evaluación tiene que ser integral y tener en cuenta desde dónde arranca el chico su formación. Por eso a los alumnos se los evalúa todo el año, no sólo con una prueba”, apuntan.

También, sostienen que “es necesario intervenir para la construcción de un proyecto político-pedagógico democrático, con inclusión, igualdad y respeto por la diversidad, y recién en ese marco definir un verdadero sistema de evaluación educativa”.

Los diferentes medios y analistas educativos sólo hablaron negativamente sobre la ubicación de la Argentina según los resultados obtenidos en las tres materias. Pero nada dijeron, salvo excepciones, que en las pruebas PISA también hay una encuesta adicional sobre cuestiones de clima escolar, contexto y de percepción de saberes.

Se hicieron preguntas sobre pobreza, desigualdad, migración, riesgos ambientales, feminismo, estereotipos. El 90% de los chicos y chicas argentinas dijeron tener conocimientos sobre estos temas y entre un 40% y un 60% pudieron dar explicaciones sobre cada uno de ellos. Más del 76% pudo hablar sobre cuestiones de género e igualdad. También un 72% explicó algunas de las causas de la pobreza. Además un 60% opinaron que los migrantes tienen que tener los mismos derechos que los nativos.

Seguramente falta mucho por trabajar en nuestras escuelas pero con estos estudiantes tenemos esperanzas de que un futuro mejor es posible.