Sumar y restar

La semana terminó con un balance dolorosamente negativo. Siete muertos en siete días, centenas de enfermos, otras centenas que esperan resultados de hisopados, miles de personas en aislamiento domiciliario, hoteles y cabañas, y el personal de salud que tímidamente empieza a animarse a decir lo que les obligan bajo apercibimiento a callar, señala la periodista serrana Ivy Cángaro en este reporte semanal que compartimos…

Pero el lunes, cuando todo esto se preanunciaba para cualquiera que mirase con un poco de atención; el intendente iniciaba la semana con un optimismo acorde a los deseos inconsultos del empresariado y anunciaba, en temprana entrevista para su órgano de difusión favorito, El Eco de Tandil, que en el transcurso de dos o tres días, “sí o sí” Tandil volvería al amarillo PRO de su semáforo que permite una gran apertura de actividades.

La cita textual fue: “El semáforo amarillo va a ocurrir sí o sí, aunque no queremos interferir en el comité porque no es una decisión política”. Este concepto, tan ilógico, pasa como agua que corre para dos profesionales del periodismo incapaces de cumplir el rol de dique de interpelación al poder; pero una se pregunta: ¿Cómo que una decisión evidentemente política, no es política? La misma frase repitió Teruggi para el mismo medio, promediando la semana, en una sucesión de contrasentidos que moverían a risa si la situación no fuese grave y estuviese comandada por el Gran Bonete.

Teruggi repitió como loro el mismo concepto, incluso intentando ampliarlo por las suyas, y fue algo así, sintetizando: El Poder Ejecutivo no decide. Decide el Comité. Pero a eso que decide el comité lo evaluamos y vemos qué aceptamos y qué no. Pero no decidimos nosotros como Ejecutivo. Decide el Comité. Pero nosotros evaluamos. La decisión no es política. Pero decidimos nosotros, aunque decide el Comité. Y así podría seguir nadando en círculo ad nauseam si algún cronista no pusiese un punto final a la declaración periodística.

Si esa decisión no es política ¿qué es?

En el mismo tren de decisiones políticas personalistas, pero adjudicadas a la nada, a entes sin nombre, al “pueblo de Tandil” en su conjunto, sin comprender que esa uniformidad no es tal y que está representada por oficialismo y oposición tal como marca la democracia y el voto ejercido hace pocos meses, dijo el intendente en la misma nota a El Eco TV, y hablando del consenso con los cien notables de los que seguimos ignorando todo: Se nos escapó consultar con la Universidad, no nos dimos cuenta. Tampoco a las agremiaciones médicas, se nos escapó. Y tampoco a la oposición. Bueno, un error tiene cualquiera. No nos dimos cuenta porque “pensamos que el consenso era con la parte comercial”. Clara declaración de principios: El consenso es con la parte comercial.

Ninguna otra cosa estuvo contemplada, porque la presión y la obediencia son de y para ese sector, en tiempo de pandemia. Afirma también y con bastante razón, que no hubo una política sanitaria, en los últimos cuarenta años en Argentina. La franja temporal resulta llamativa, teniendo en cuenta que son justamente los años de democracia, y dudo que crea que en dictadura hubiese algo parecido a una planificación sanitaria comunitaria y extensiva en el tiempo. Posiblemente el tiempo sea mayor a cuarenta años, y habría que remontarse al último gran doctor que creo toda una política sanitaria inigualable, y la concretó en obras: el enorme Ramón Carrillo, vilipendiado luego del 55 y cuya política solo fue retomada entre 2003 y 2015.

Pero volviendo a sus declaraciones acerca de la ausencia de una política sanitaria que se extienda en el tiempo, y confirmando una realidad concreta que habla de ausencia de terapistas y especialistas en distintas áreas, el intendente olvidó decir que el ideario político al que adhiere, durante sus cuatro años de gobierno nacional, anuló el Ministerio de Salud para darle rango de secretaría, barriendo así con toda posibilidad de aspirar a aquello que ahora el intendente lamenta no tener; y que además eligió para dirigir el Sistema Integrado de Salud a un especialista en finanzas como Morando, y a un médico sin ninguna especialización como Tringler.

Con la seriedad con la que hacemos todo”, dice textualmente, sostiene que en la semana el asunto de los resultados pendientes de hisopados estará zanjado pues “intervendrán laboratorios privados y la Universidad, por lo que llegaremos a hacerlos día a dia”. Pasada una semana, los hisopados se amontonan en tropel a la espera de resultados, sin contar a todas las personas que por proximidad o por ausencia de todos los síntomas requeridos, no serán hisopadas. Los laboratorios privados, así como las clínicas del mismo rango, anunciaron en estos días que no habrá gratuidad en el servicio, y que quienes tengan obra social, certifiquen si está contemplado el hisopado en la tabla. Por lo tanto, es un asunto menos para el estado local. Volveremos a este asunto en párrafos siguientes, pero ahora quiero detenerme en las declaraciones del lunes por la mañana en EcoTv.

Consultado acerca de su vínculo con el gobierno provincial, dijo textualmente: “No tengo contacto con la provincia. Indudablemente le cayó muy mal la posición de Tandil”. Como si Provincia y Tandil fueran dos entes por sí mismos. ¿La posición de Tandil o la de él? Emulando al Rey Sol, que sostenía “El Estado soy yo”, el intendente Lunghi, quizá por los años que lleva sentado en el sillón de Dufau, confunde su persona con la ciudad. Tandil también soy yo, somos cada uno. Y no somos él. Tandil, como todas las ciudades de Argentina, vive en democracia, y no pensamos ni actuamos en bloque, por lo tanto, a la “Provincia”, que tampoco es un ser único, no puede caerle mal la “posición de Tandil”, en todo caso al gobierno de la Provincia le caerá mal la decisión de él como intendente.

Y agregó: “Qué daño puede hacerle a la provincia que los intendentes podamos tomar una decisión?” . Esta frase es absolutamente increíble en su inversión de carga de la prueba. Cree que el gobierno de la Provincia “se ofende” porque al no acatar lo que legal y constitucionalmente corresponde “lo dañamos”. Lo cierto es que la preocupación del gobierno provincial quedó claramente expuesta por el ministro de Salud, Daniel Gollán, cuando en nota de El Eco de Tandil dijo claramente: ““es preocupante el carácter exponencial de los contagios en Tandil, se duplicaron los casos, ya es un distrito con transmisión comunitaria como lo establece el Decreto presidencial, entonces decidimos colocarlo en la Fase 3, dentro del aislamiento social, preventivo y obligatorio. Le pedimos al Intendente que cumpla las normas. En la anarquía, pierden los tandilenses”.

Con la decisión inconsulta de Lunghi, los dañados somos los Tandilenses.

En su personalismo absoluto, no comprende que las cuestiones no se dirimen por sentimientos personales. Cuando empezaron a tomar luz algunas críticas, dijo sentirse “ofendido”, como si el método rector de la política gubernamental local fuese su humor. Y en esa línea, como si el vínculo entre una ciudad y una provincia no estuviese regido por una Constitución que comprende a millones de habitantes, declara como novio despechado: “Nosotros vamos a seguir nuestro camino, ellos van a seguir su camino, y muy bien.”
No aclara si en ese seguir “nuestro camino”, dejaremos de depender económicamente de la Provincia. Aparentemente no, porque acaba de aceptar los 16 millones de coparticipación, como también lo hizo con la anterior remesa de 147 millones de los que ignoramos el destino. Una cosa es actuar como hijo rebelde, y otra es no salir el sábado a la noche con el auto de papá. Entonces, ¿que es “seguir nuestro camino” sino un capricho personal cuyo costo pagamos los ciento cuarenta mil tandilenses? ¿Cómo es ejecutivamente la implementación de ese seguir nuestro camino? ¿Qué implica? No lo sabemos ni lo sabremos, porque la explicación posible será parecida a la de las decisiones del Comité, que decide pero no, que es político pero no, y que si y que no y que racatacataca como dice la canción.

El ministro Bianco, el lunes, dijo: “Tandil ha definido su propia fase, pero seguiremos trabajando como con el resto de los distritos. En la semana del 29 de agosto al 4 de septiembre tuvieron 78 nuevos casos y en ese marco, el Intendente se puso creativo y estableció un sistema de fases propio y más permisivo, que permite mayor circulación. La semana que pasó tuvo 145 nuevos casos, el doble, y hoy tiene un equivalente de 104 nuevos casos cada 100 mil habitantes

Siguiendo con las declaraciones del intendente Lunghi, el lunes dijo: “Tenemos camas vacías de terapia en las clínicas y en el hospital y no vamos a tener colapso” y agregó: “Tenemos más de 200 camas y cinco hospitales en Tandil que hicimos en estos diecisiete años. “ ¿Cuáles son los cinco hospitales de Tandil que se hicieron en estos diecisiete años? Enigma. Solo el de niños, Debilio Blanco Villegas, y con fondos de Provincia y privados, con escasa participación municipal. El HMRS es preexistente a su gestión; Clínica y Sanatorio son privados y están de mucho antes de su gestión municipal; y el de Salud Mental, motorizado con enorme esfuerzo por Tita Brivio, no tiene internación para paliar covid. El Hospital de Vela, que fungía como tal, fue bajado a la categoría de salita de primeros auxilios por la administración lunghista, y dejó de tener especialistas hasta de pediatría. Por lo tanto, si seguimos sin saber cuáles son los catorce centros de salud de alta complejidad con más de 250 camas que declaró teníamos en la entrevista del diario La Nación publicada hace diez días; ahora ignoramos como esos catorce bajaron a cinco que tampoco existen. Y dale que va, nadie repregunta algo básico: ¿Cuáles son que ningún tandilense los ve?

Mientras esto decía el intendente Lunghi el lunes por la mañana, el díscolo Matías Tringler, un rato después y a través del mismo medio periodístico, sostenía que la ocupación de camas estaba en estado crítico, y que solo quedaban seis camas disponibles en la Terapia Intensiva de los tres centros de salud locales. Lo que abre un nuevo enigma a resolver:

Si las camas que hay entre las tres terapias es la que declama el responsable máximo de la salud en Tandil, el contador Gastón Morando, cuarenta y dos; y el parte del día lunes nos dice que hay ocho personas internadas en terapia, deberían quedar disponibles treinta y cuatro camas. Suponiendo que haya internados con otras patologías en ese servicio que dupliquen la de enfermos de covid, aún asi deberíamos tener disponibles entre dieciocho y veinte camas. Pero no. Tringler declara que solo quedan libres seis. Por lo que la cuenta no cierra. Y no cierra porque las camas disponibles no son ni serán cuarenta y dos, sino veintiséis, como se declara en el parte oficial de provincia, que también difunde El Eco sin notar la contradicción en las dos cifras que publica en la misma semana. No son cuarenta y dos, sino veintiséis. Morando miente, pero nadie lo desmiente. Tringler lo hace de algún modo, sin pensarlo, cuando dice el lunes que quedan seis camas libres en todo Tandil. Sobre el fin de semana, veremos que la ocupación de TI por covid es de trece personas declaradas en el parte.

Ese mismo lunes de declaraciones en El Eco, Matías Tringler dice en el programa “Informadísimas”:
A determinada edad se sabe que la terapia intensiva no es una alternativa, no tiene el mismo sentido por las complicaciones que puede tener y porque la verdad se destina a pacientes, y más en situaciones como las que tenemos actualmente de saturación de camas y demás a pacientes que tengan realmente un pronóstico de positivo. Si nosotros, por decirlo de otra manera, si cualquiera de estos pacientes que tienen más de, algunos más de noventa, tiene alguna complicación, sabemos que no va a resistir la entubación y respiración y demás entonces no se ocupa una cama de terapia intensiva y se le hacen todos los cuidados en la sala general.

La periodista pregunta: “¿Ese es un criterio que se tiene a nivel ministerio de salud?

Y Tringler responde: “A nivel mundial. La terapia intensiva está reservada para pacientes críticos que tengan esperanza de vida y más en una situación tan difícil como es una pandemia donde uno tiene que administrar recursos. Esto no quiere decir que no sean atendidos. Son atendidos en las salas generales con toda la complejidad que se pueda poner, pero no son pacientes que vayan a ir a un respirador.

Esto es cita textual, de ahí la mala sintaxis. Pero quise aferrarme absolutamente a sus dichos, porque de ellos se desprenden varias cuestiones preocupantes: Cuando un sistema de salud está colapsado, como pasó en varios lugares de Europa, y no hay camas en todo un radio de influencia, se conforma un Comité Ético formado por personal idóneo de Salud, que define caso por caso y elige atender con toda la aparatología y recursos a aquellos que tengan más posibilidad de sobrevida, comprendiendo múltiples factores de salud y psicosociales del paciente. La misión es límite, y compleja. Es dictaminar, en los hechos, quien vive y quien posiblemente no sobreviva. Esto es lo que plantea livianamente Tringler, sin ahondar en que la situación en Tandil aún no llegó a esos límites éticos, ni existe aún un comité a tal fin. Y se contradice con los dichos del intendente cuando dice que tenemos amplia disponibilidad de camas; eso sin contemplar que la ciudades del radio tampoco están en colapso sanitario, aunque están muchas de ellas al límite.

Por lo tanto, lo que tan livianamente dice, sin contemplar que detrás de cada uno de los viejitos y viejitas internados hay una historia de vida, un nombre, un rostro, una familia, un cúmulo de componentes que nos hacen seres sociales. Pero a la par que decía esto, sin contemplar que lo escuchaban y veían familiares, amigos y vecinos de los casi veinte ancianos de los geriátricos intervenidos internados en sala común sabiendo que ese sería su techo, breve, de atención, paralelamente sostenía que la posibilidad de volver al amarillo de ese mezquino semáforo que nos rige, era muy grande. Porque claramente, por sobre la vida, está el comercio, sin importar cuántas camas libres, cuantos ancianos sin atención queden en el camino. Terminamos la semana con siete fallecidos que se sumaron a los cuatro de la semana anterior, todos ancianos. Y entre ellos, un emblema de la ciudad: el querido Basso (café-café)

También en la semana, y en sintonía con este desdén a los más vulnerables que muestra el Poder Ejecutivo local, empezó a escucharse la voz del personal de salud, en este caso del Hospital Santamarina. Si la semana anterior las voces fueron las del personal infectado de la Clínica Chacabuco, que emitió un comunicado flamígero contando su realidad y su día a día; esta vez las voces vinieron del personal de limpieza y de enfermería del Hospital Municipal, poniéndole voz a lo que ya veníamos denunciando con testimonios off the récord: El municipio no les provee barbijos N95, indispensables para su labor, pero tampoco máscaras, guantes, y mamelucos. Tampoco crema para manos, ni insumos absolutamente básicos que, al no tener la provisión por el camino regular, salieron a pedir a la comunidad, como donativo personal.

A la carga de stress, desgate y exposición en primera línea de la batalla, se les suma la preocupación de conseguir los insumos elementales que se les niega. La presión psicológica anexa de quienes deberían ser los más cuidados, habla de una indiferencia criminal que no tiene ninguna explicación más que la miserabilidad, teniendo en cuenta que los recursos están. La Provincia destinó 147 millones al inicio del plan pandémico, y ahora le suma otros dieciséis de coparticipación solo para esta emergencia sanitaria. Eso sin contar el recurso propio del Municipio, que es cuantioso.

Tampoco se explica el porqué del parate del Plan Detectar, retomado luego, cuando todo un barrio está expectante y detonado por los contagios, como es Las Tunitas. Da la sensación que en el interés por bajar índices que solo suben, la decisión pasó por no testear más: sin hisopados, no hay casos positivos. La política de ocultamiento también se instaló en la comunidad de Gardey, tal como publiqué en el reporte de la semana pasada. Hace más de diez días tenía la confirmación del caso positivo de una ingeniera de la empresa Nutrien, y de dos positivos por proximidad. La certeza la dio el mismo delegado municipal, en chat de whatsapp, en el que decía que tenía orden expresa de ocultar los casos “para no alarmar a la población”.

Cuando Morando, quien aparentemente habría dado la orden de callar fue preguntado por estos casos, dijo no conocerlos, mintiendo nuevamente. Finalmente, los casos de Gardey estallaron, los contagios –amparados por el silencio- crecieron, y hoy son nueve las familias aisladas en esa comunidad, con un mínimo de dos decenas de posibles enfermos más allá de los seis declarados en el último parte. Y los casos no paran de aumentar exponencialmente.

Ya no hay tandilense que no conozca a alguien transitando, con mayor o menor fortuna, la enfermedad. Tal el caso del reconocido escritor Elías El Hage, quien hizo pública su condición de enfermo por covid, con el mea culpa de haberse contagiado en un bar, luego de haber propuesto la apertura de los mismos. El Hage es quien asesora al intendente en su comunicación, y ha escrito muchos de sus mejores discursos. La relación es de afecto mutuo, personal y cercana; por esa razón, al saberse del contagio del escritor, el intendente fue hisopado preventivamente. La declaración pública del enfermo, que debería mover a piedad pues pidió que recemos por él, despertó la bronca de Teruggi, quien lo retó por dar a conocer públicamente su condición, sin entender que lo personal es político y social.

En ese afán de ver lo social como personal, Civalieri, en la misma sintonía, salió a los medios a contar que se sentía defraudado por la actitud –para muchos tardía- de la oposición, que personalizó en Iparraguirre y Méndez, a quienes tildó de “perversos”. Da la sensación que el gobierno municipal no entiende los conceptos básicos de la democracia, de la representatividad, del rol interpelativo que debe tener la oposición. Otra vez llevan al terreno personal aquello que claramente no lo es. La vanidad, la soberbia de creerse eje de todas las cuestiones, les impide ver que cuando se habla, se habla de política social y el rol del estado. Nuevamente, Civalieri, como Teruggi, como Lunghi, cree que el Estado es él. A los tandilenses, asolados por la muerte cercana, poco nos importa cómo se siente un funcionario al que le pagamos para que nos cuide, no para que se ofenda si le cuestionamos algo.

Clara muestra de que la vida está por encima de todas las cuestiones, y que no hay personalismos posibles en medio de una guerra contra la pandemia, la dio el resultado de las encuestas de El Eco de Tandil y La Voz de Tandil. Ambos medios suelen encuestar a sus lectores, que no son demostrativos más que de un segmento que suele ser afecto al gobierno comunal. Sin embargo, en la semana que pasó quedó muy claro que casi el 70% de los tandilenses no está de acuerdo con el semáforo como espíritu rector. Es muy alto porcentaje si, repito, la encuesta se hace sobre público oficialista. Una luz de alerta, si se me permiten usar la analogía del semáforo para esto, para que entienda el oficialismo que pueden tener votantes cautivos cuando la cuestión no condiciona la vida.

La concejal Silvia Nosei publicó esta semana algunos números interesantes. Da cuenta en su página de Facebook que La ordenanza Nº 16866 que declaraba la emergencia sanitaria por 180 días, consta de 17 artículos, y fue tratada en sesión del HCD el 17 de marzo. En el artículo 6º, dice: “Créase el Comité Municipal de Seguimiento y Gestión de Riesgo que estará presidido por el Sr. Intendente Municipal e integrado por miembros del Departamento Ejecutivo que se consideren pertinentes, autoridades del SISP, y representantes del Departamento Deliberativo de cada Bloque. Invítese a integrar dicho Comité a autoridades de la UNICEN, Fuerzas de Seguridad, Fuerzas Armadas con asiento en nuestra ciudad, Jefatura Distrital y Concejo Escolar. Dicho comité estará facultado para realizar protocolos y recomendaciones necesarios…”

No sucedió. No se cumplió con es punto de la ordenanza que el mismo Ejecutivo promovió. Tampoco, ya se sabe, fueron convocados representantes de estos sectores a participar de la decisión tomada por esos cien notables que seguimos sin saber quiénes son.

Nosei sigue diciendo: En el Artículo 7 de la ordenanza, se habla de desafectación de fondos. “desaféctense saldos disponibles al 31 de diciembre de 2019 y los correspondientes al ejercicio 2020 de los fondos afectados de origen municipal, tanto de la Administración Central como del Sistema Integrado de Salud Pública Ente Descentralizado con miras a afrontar la situación de emergencia, …” Es decir que hay una muy importante cantidad de dinero que se sumaría al tercio del presupuesto municipal que ya está destinado al SISP. Y al que hay que anexar los 3.300.000 recaudados por donaciones de funcionarios y privados. La concejala cuenta que en Anexo 2º del Segundo Informe Bimestral se registran los gastos del Sistema Integrado de Salud, que da cuenta de que en Reactivos de Pruebas de Covid se invirtió 18.300 pesos al inicio de la pandemia, y 665.160 pesos a posteriori, sin que especifiquen cuántos, cuáles, dónde fueron comprados.

En el ítem “Recursos Humanos”, dice la concejala que aparece un gasto de 2.037.513 pesos y se pregunta, y es cita textual: “¿son sueldos? ¿contrataron más personal? ¿ se designó o se contrató personal? ¿si hubieran habido designaciones y contrataciones, cuántos son los efectores incorporados?, porque los sueldos se pagan con emergencia o sin emergencia. ¿A qué se le atribuye este gasto? Cabe recordar, y no es un dato menor, que en el artículo 3º se faculta al SISP de suspender el otorgamiento de licencias y permisos para todo el personal y en el 4º, a interrumpirlas licencias.“

Sigue contando ítems de compra: “Barbijos, guantes y otros insumos por un total de 1.903.263 pesos”, y se pregunta: “ ¿Cuántos barbijos, cuántos guantes?, ¿Qué son los otros insumos? Porque a saber, los y las enfermeras del SISP, ayer, tuvieron que realizar una colecta para tener una crema de base para manos, y así contrarrestar el daño y la sequedad que provoca en la piel el incremento del lavado de manos. Es decir que el personal se tiene que ocupar de proveerse de esos insumos y terminamos, la sociedad toda, acercando de manera solidaria, cremas para que puedan cuidar sus manos. Manos que salvan vidas, manos que están en la primera línea de fuego combatiendo el covid, manos, que si no fueran por ellas, se caería cualquier sistema de salud.” Sigue: “Infraestructura y Equipamiento: 1.155.622 pesos y 165.702 pesos. ¿Qué se hizo?, ¿Qué equipamiento? Respecto a este punto, contarles, que un 15 % que recauda el FAS (Fondo de Ayuda Solidario, que pagamos todos en la boleta de la Luz), se utiliza para equipamiento y que cada vez que nos solicitan la autorización para el uso de esos fondos, lo aprobamos.

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Yendo a un tema conocido, el del agua caliente que tanto nos preocupa, aun no se resolvió. La obra, que comenzó en el verano, no se siguió y tampoco entendemos por qué, ya que durante los meses de marzo, abril, mayo, el Hospital, redujo al mínimo la atención (no se hicieron cirugías programadas, no se daban prácticamente turnos de consulta, se mudó todo el área de maternidad a la Clínica Chacabuco), entonces, ¿Por qué no se termina la obra, con un edificio que estaba casi vacío en algunos sectores? Pregunta que le hice en reiteradas ocasiones al presidente del SISP y cuya respuesta fue: “Contexto de pandemia”. Y ante mi insistencia, volvió a responder: “Contexto de pandemia”. Parece tomada de pelo ¿no?”

Agrega Silvia Nosei: “Medicamentos, descartables y otros insumos farmacológicos y de Laboratorio: 11.812.406 pesos más 7.256.711 pesos. ¿Cuáles?, ¿Qué medicamentos? ¿Todos relacionados al covid?, porque los de siempre ya estaban incluidos en el presupuesto.”

Esto se pregunta la concejala vicepresidenta de la Comisión de Salud Municipal. Me lo pregunto yo también, y todos a coro pensamos: “Es mucha plata”. Mucha. Pero poca en relación a los ciento cuarenta y siete millones recibidos de provincia, los 3.3 millones de donaciones, más los dieciséis de esta remesa. Es muchísima plata. ¿Dónde está?