Vidas detenidas en sincronía alrededor del planeta…

En estos días, parece imposible decir algo que no se esté escribiendo en muchos lados en sincronía extendida.Todos enfrentan el mismo escenario. Su casa. Si la tienen. 3000 millones de personas en el mundo recorriendo y conociendo cada detalle de su propio hogar. Los primeros días ordenando, readecuando espacios, haciéndolos vivibles. Quizás limpiando, tirando cosas inútiles, arreglando detalles, haciendo pequeñas composturas.

Obviamente, poseen un tesoro quienes acceden a comida, calefacción, agua, electricidad, televisión, internet. Dinero para gastar en compras necesarias o no… Algunos otros tenían biblioteca, y el ánimo de disfrutarla. Otros ni siquiera vida interior suficiente…

Muchos se dedican a estudiar en detalle los pormenores de lo que enfrentan sus ventanas o terrazas. Quizás estén frente a algo interesante, esa es una módica lotería… Un paisaje, un escenario natural o artificial que brinde entretenimiento interesante. Malditos aquellos que viven frente a vecinos intrascendentes, que mantienen sus ventanas cerradas o que no dan a los voyeurs un espectáculo cotidiano digno de ser mirado.

Peor aún los solos, los que disponían de un mundo donde refugiarse pero no contaban con quién compartirlo. Es verdad, algunas soledades son elegidas y también múltiples infiernos están arraigados en la convivencia. Dos caras de una moneda envenenada.

Bienaventurados los que tienen un patio, los que vivían en una quinta o en el campo pero con comodidades, millonarios los que durante el extendido verano tuvieron a disposición una pileta con agua limpia.

Recuerdo y no puedo ubicar un autor que recorría lentamente su casa como si de un continente extraño se tratara. Creí que era algo como el viajero inmóvil pero no. Para todos los demás, este viaje ha tenido múltiples etapas en su inmovilidad. El destino parece estar cada día más lejos. Aceptación, goce, rebeldía, molicie. Todas las hemos pasado.

Y seguirán, en tanto esta crónica no se escribe al final sino entretanto. Ejercimos todas las artes y todas nos aburrieron. El sol giró y giró hasta gastarse en el cielo, hoy gris. Consumimos todos los relatos, nos enganchamos en todas las mentiras y hasta generamos las propias.

Añoramos lejanías, rutas, paisajes, atardeceres, amigos, parientes. Soñamos mucho. Y varias veces lo confundimos con la realidad. Hubo días mejores y otros peores. Descansamos, trabajamos, comimos, nos bañamos una y otra vez, tratamos de respirar aire libre y de alejarnos por un rato de las pantallas. Eso es lo único que no es posible.

Nos prometimos hacer tantas cosas, y acá nos ve, cada día igual al anterior. Solamente sabemos cuándo podemos salir a comprar pan, o verduras. En lo demás, los días son todos iguales