Ambiente y Patrimonio Histórico: desvistamos los simulacros urbanos

Llegó la hora de desvestir los simulacros, si es que no queremos terminar enredados en ellos, con nuestras ciudades devastadas y con cada vez peores condiciones para la existencia y la convivencia”. Así comienza la nota que lleva la rúbrica de María E. Argeri, docente de la Unicen, que aquí compartimos…

Las ciudades son escenarios urbanos –gestados por decisiones políticas- que no sólo deben describirse y tipificarse por acceso mayoritario de los vecinos a la tecnología de punta, a la propiedad de la vivienda, a la propiedad de uno o más automóviles, acceso a los servicios o nivel educativo alcanzado. Hoy se hace imperioso poner en esas sumas y restas: niveles de electro contaminación; comida saturada por agrotóxicos; calidad del agua; lluvias ácidas conteniendo pesticidas y herbicidas; calidad del aire; etcétera. Además, las estrafalarias readaptaciones que sufre el patrimonio histórico de la mayoría de nuestras ciudades, envueltas en argumentaciones de globalización, progreso y modernidad.

Con este marco, intentaremos apenas describir algunos disparates que acontecen en nuestro cotidiano cuando se mezclan y ensamblan estrategias del Estado Municipal con dos tipos de empresas: las de gran portento global, altamente contaminantes; y las de pequeño y mediano mercadeo, que viven del turismo y del ‘aquí y ahora embolso’ lo que más puedo.

En las ciudades del presente, la relación administrativa y política conjunta entre Producción, Trabajo y Medioambiente –tal y como se entrecruzan en una Comisión de nuestro Honorable Concejo Deliberante de Tandil- no es la mejor simbiosis a la hora de poner un freno a las grandes empresas –globales o transnacionales-, en caso de destrucción de patrimonio ecológico, daño ambiental, contaminaciones varias y riesgo para la salud, ya sea por utilización de agroquímicos, telefonía inalámbrica, lluvias ácidas, deterioro de la calidad del agua, de la calidad del aire, etc.

Sin lugar a dudas, en un esquema político donde las tres dimensiones están mezcladas, en caso de choque de realidades y de intereses, se espera una negociación. Y en esas negociaciones, antes como ahora, poderoso caballero es don dinero. Obviamente, rara vez este portento  –que está impreso en los billetes- se hace explícito en los argumentos. Inversamente, las excusas, incluidas las más sensibleras, se colocan en primer lugar. Se dice, por ejemplo, “estamos creando fuentes de trabajo”; “ayudamos a los discapacitados” o “brindamos oportunidades a los desocupados”. Pero, en la realidad, este croquis de organización, sea aquí en Tandil o en todo el país, cambia trabajo temporario por salud. Lo hemos visto muchas veces, a pesar de que la salud no debería ser un ‘asunto’ negociable.

Asimismo, este boceto de “adaptación” de los municipios con las grandes empresas contaminantes se reproduce con las de mercadeo mediano o pequeño. Ellas, por su parte, son mayoritariamente las directas responsables de la destrucción del patrimonio histórico urbano. Y lo son, no sólo por avaricia de aprovechamiento rápido, sino también porque los gobiernos locales dejan hacer, en lugar de pensar y diseñar nuevos espacios y nuevas oportunidades reguladas. A los gobernantes y legisladores no se les ocurre generar nuevos espacios laborales. Pensar es algo que ya no se usa. Pareciera que está prohibido. Sin embargo, muchos de ellos, y con frecuencia, agarran sus pasaportes y van a otros países y otros continentes… ¿Dónde miran y qué miran cuando están haciendo turismo? ¿Tan difícil es que se den cuenta que en otros países las ciudades tienen un centro histórico y después están los barrios nuevos con estética modernista? ¿Tan difícil es darse cuenta que, salvo en países bananeros como el nuestro, nadie usa de inodoro la sopera o la frutera Limoges de la bisabuela?

En este mismo “no pensar y hago lo que quiero”, se inscriben tanto la destrucción de montes y árboles añosos, como la totalidad de lo que contengan los paseos públicos tradicionales de una ciudad. Ya no se hacen nuevos parques y nuevos paseos públicos. Si el objetivo de muchos es sacar dinero atrayendo turismo, por qué no piensan en construir nuevos edificios ultramodernos o imitando estilos antiguos, los promocionan, ganan dinero y, al mismo tiempo que se llenan los bolsillos, dejan bellos paseos para su ciudad…

Aquí, en Tandil, se esquilma lo que hay. Y con ”sesudas argumentaciones” (en las que podemos usar tanto a los desocupados, como a los discapacitados, a los niños o a las embarazadas) queremos, por ejemplo, modificar el diseño de un paseo tradicional trazado en 1920 -cuando la vida, la tecnología y las relaciones sociales eran otras- y adaptarlo a 2020, forzando todo, incluso queriendo obedecer y dar respuestas positivas a múltiples subjetividades egoístas que pululan por los medios o las inminentes y falsas tramas “académicas”, que si las dejamos hasta quieren “mejorar” la geología. En ese esquema, los árboles de portento simplemente molestan. Entonces, si molestan, los talamos, y en su lugar ponemos arbolitos ultra podados en ramas y raíces, dejándolos tamaño de un arbusto.

En las ciudades de la región, el panorama es cada vez peor. Mucho más en aquellas progresistas con aires fashion y de “radical chic”, como dicen los europeos. Como venimos, cada vez hará más falta trabajo y dinero. Una de las maneras de obtenerlo es el turismo. Pero entre la andanada turística desordenada al compás de “quién da más”, el “dolce far niente” de los arquitectos locales y los disimulos del poder local, todo paseo público hecho por los antiguos tiene una única y exclusiva finalidad: mercachiflear con él. No hay organización o empresa que no quieran picotear del mismo sitio. Si para conseguir dinero es necesario tunear, se tunea. Si el Parque se destruye, pues se destruye. Después vemos si lo derrumbamos o lo acomodamos…

En concreto, si de devastar la ciudad se trata, apropiándose de lo que otrora era público, los argumentos sobran. A continuación, está todo lo otro, propio de una ciudad: la política cotidiana, las puertas giratorias donde viven y circulan los funcionarios-empresarios, y las miserias personales de puro chiquitaje hábilmente disimuladas en frases new age.

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