Decidir por la vida: el socorrismo en cifras

Fue hace casi dos meses en Olavarría, y hace menos de una semana en Azul, y bien vale para aportar a la previa. Estamos a horas del tratamiento, en el Senado, del proyecto de ley para la legalización de la Interrupción Voluntaria del Embarazo. Y si de trabajar con la realidad del aborto se trata, de ello se ocupan las Socorristas en Red, las 24 horas de cada uno de los 365 días del año. Su rama olavarriense hizo la presentación de su sistematización, de la labor voluntaria, sorora y permanente de acompañar a las mujeres que deciden abortar.

A mediados del último junio, la Facultad de Ciencias Sociales fue el escenario en el que se realizó la presentación y debate de la sistematización de casos socorristas (con datos de Olavarría), tratándose de una producción de conocimiento fundamental a la hora de la defensa de derechos. Luego de la apertura de rigor, se proyectó, a modo de introducción al tema, un audiovisual en el que se remarcaba: “Una situación que podía ser traumática, se convirtió en una oportunidad para recibir amor”. Retóricamente, emergía la pregunta “¿De qué están hechas las mujeres que abortaron, acompañadas por las feministas socorristas? De dolores, de rabias, de alivio, de fantasías, de bienestares, de ausencias, de odio, de palabras”.

Eugenia del Campo, integrante de Socorristas Olavarría, hizo una cronología de la historia de Socorristas en Red, red de diferentes grupas feministas a lo largo del país, que acompañan a mujeres en su decisión de abortar. “Socorristas se formó en 2012, iniciativa de La Revuelta, de Neuquén. Por la visibilización de la lucha por el derecho de la mujer a decidir sobre su cuerpo, de la mano de la Campaña Nacional (por el Derecho al Aborto Legal, Seguro y Gratuito), habíamos mujeres preocupadas y ocupadas por la suerte de quienes decidían abortar”, ya que, “si el Estado abandonaba, nosotras no podíamos hacerlo”.

Con ayuda de una base de datos facilitada por el área de Informática de la Universidad del Comahue, en 2014 comenzaron a sistematizar los datos recibidos de cada mujer y la importancia de dar cuenta de ello: “detrás de cada número hay una historia, una vida, una mujer, atravesada por diferentes situaciones, registradas por el acompañamiento que realiza cada una de las Socorristas”.

Socorristas Olavarría se sumó a la red nacional en 2017, con mujeres preocupadas y ocupadas por esas mujeres que ya venían acompañando a abortar desde hacía ya más de 12 años, producto de un enramado femenino que se fue construyendo cotidianamente. En ocho meses, ya habían acompañado a mujeres de Olavarría y la zona: Azul, Bolívar, Cacharí, 9 de julio, Tres Arroyos, Tandil, Mar del Plata, Bahía Blanca; y de Brasil, Chile, el Conurbano y la Argentina toda, con su presencia telefónica en el momento en que la mujer realizaba el tratamiento.

Las etapas de la ‘ingeniera socorril’ y el derrumbe de mitos

En esos ocho meses de 2017 en que se inició oficialmente el acompañamiento socorrista de Olavarría para la zona, pudieron sistematizar 41 casos, desde el momento de la primera comunicación hasta la conclusión del tratamiento con un método anticonceptivo. Las Socorristas pusieron énfasis en que el acompañamiento no se restringe a la previa, sino que la ‘ingeniería socorril’ implica: un teléfono de línea, abierto las 24 horas (al menos, en Olavarría), “al que pueden llamar las mujeres para tener información” (junto a redes sociales y mail, desde donde dan información a quienes se comunican); un encuentro cara a cara, fundamental, en el que las socorristas van de a dos (por si alguna se olvida algo, hacer equipo), donde se escucha a la mujer, que dura unas dos horas y media, y de allí se va con toda la información disponible respecto a una interrupción de un embarazo con pastillas (cuáles son las señales de riesgo, por las cuales tendría que acudir, por ejemplo, a la guardia; cómo hacer un tratamiento de dolor y cómo es cada etapa… y en caso que no alcanzara, desde ese momento quedan en guardia telefónica con esa mujer, para que llame a cualquier hora a preguntar lo que sea).

Los datos se presentaron en relación con los de las mujeres acompañadas desde la red nacional en los últimos tres años: se pasó de 1.116 entrevistas en 2014, a 5.871 en 2017. Entre las entrevistas realizadas y los acompañamientos de interrupción en sí, muchas mujeres, tras la entrevista y haber hablado y aclarado las dudas, decidieron continuar su embarazo. Cuando las Socorristas detectan que la consulta corresponde a algún tipo de aborto no punible (o ILE), lo derivan directamente a la salud pública: con suerte, lo toman; otras veces, vuelven.

Casandra Muñoz del Campo, de Socorristas Olavarría, subrayó que el de las edades de las mujeres entrevistadas es un dato que rompe mitos que inundan el sentido común alrededor del tema de la interrupción de embarazos. Sobre datos de Nación, de 2017, de las 5.871 entrevistas, un 73% corresponde a mujeres entre los 20 y 35 años; 15%, menores de 19; y un 11%, mayores de 35 años. No sólo las adolescentes deciden interrumpir sus embarazos: un 70% de mujeres que, el sentido común dicta, ‘ya están listas’, preparadas y tienen edad para ser madres, son las que deciden interrumpir sus embarazos con mayor frecuencia. Sobre las entrevistas realizadas en Olavarría, un 75% corresponde a mujeres entre 20 y 35 años; un 9% a mujeres mayores de 35; y un 15%, menores de 19 años.

Junto a la entrevista, las Socorristas llenan la ‘protocola’, base para la sistematización de los datos. Si bien, reconstruyen alrededor de 51 datos, que completan mujer a mujer, se seleccionaron sólo algunos, aquellos que permiten visibilizar el perfil de las mujeres que deciden abortar y cómo son sus entornos y realidades. Entre las preguntas, en la de si alguna vez vivieron violencia machista, “la primera respuesta es ‘no’, pero cuando aclaramos de qué se trata, al echar luz sobre las vivencias y ponerle nombre a las situaciones que, de alguna manera, nos incomodaron, a nivel nacional, un 62% de las mujeres viven violencias machistas”, señalaron. De esas violencias, el 71% de las mujeres hizo alguna denuncia: “Muchas, no sólo no se atrevieron, sino que no han visibilizado que se trataba de violencia machista”. Un 33% viven violencia emocional; 23%, violencia física; 19%, acoso callejero; y un 5,6% de violencia obstétrica, con los episodios tétricos de los que dan cuenta las mujeres al encontrarse con Socorristas. Otro tipo de violencia de las que dan cuenta las entrevistadas reside en el no respeto de las formas anticonceptivas elegidas por la mujer: “Deposita su confianza en un acuerdo previo, que luego rompen. Sin embargo, las mujeres son las juzgadas cuando deciden abortar y todo el peso cae sobre ellas”.

En Olavarría, el panorama no es de lo más alentador: el 83% de las entrevistadas por Socorristas han vivido o viven violencia machista, por sobre todo violencia emocional, así como noviazgos violentos, en los que ellas tuvieron que cambiar su modo de vida para seguir con esa pareja. El acoso callejero también está presente en las calles olavarrienses. La alarma la da un 21% de violencia física.

“Ateas, ignorantes y sin instinto maternal”

Otra de las preguntas versa sobre creencias religiosas, de lo que resulta que un 58,3% de esas mujeres las tienen. Con ello, se echa por tierra aquello de que ‘las mujeres que deciden interrumpir un embarazo no profesan ninguna religión’. De hecho, mayoritariamente, son católicas, y le siguen evangélicas. Al preguntárseles si son practicantes, muchas se sienten en la obligación de decir que ‘no’ “porque les cae ahí un ‘darse cuenta de’”, lo que resulta en un 20% de mujeres las que dicen ser practicantes. En Olavarría, un 49% tienen creencias religiosas, y un 25% de ese 49% son practicantes.

Otro dato es el de la condición laboral. En 2017, de las 5.871 mujeres entrevistadas a nivel nacional, tenían trabajo un 57,5%: de manera formal (en blanco), un 29%; informal (en negro), un 28,5%. De quienes se encontraban en ese momento sin trabajo, el 18,9% estaba buscando; y quienes no, 23,7% (muchas trabajan en tareas de cuidado -no reconocido ni remunerado- y/o estudian). De quienes tenían trabajo, el 32,6% recibía más del salario mínimo vital (de 8.860$); 11% recibía entre 8 mil y 10 mil; y menos del salario móvil, un 55,8%. En Olavarría, trabajan un 41%, con un 50% de manera formal. Un 59% no está buscando trabajo (por dedicarse a tareas de cuidado y/o por estar estudiando). En cuanto a salarios, el 21% recibe un salario de entre 2 mil y 4 mil pesos. El 54% de las mujeres no llega a percibir el salario mínimo, vital y móvil. “Por eso, decimos que es una cuestión de salud del Estado hacerse cargo”.

Sobre el nivel de instrucción alcanzado en ese momento, a nivel nación, sólo una de las 5871 entrevistadas no había pasado nunca por el sistema educativo; un 30% de esas mujeres no cumplía con el ciclo formativo de la Ley Nacional de Educación (en Olavarría, cerca de un 25%): mujeres con primario y secundario incompleto. Debe tenerse en cuenta que hay mujeres, en el momento de la entrevista, estudiando en el secundario y aparece como incompleto. Un 23% se encuentran estudiando un nivel terciario o universitario: un 35% aún incompleto, y un 12% tiene terciario y/o universitario completo. En Olavarría, el 20% de las mujeres tiene el terciario y/o universitario completos, mientras otro 40% se encontraba estudiando en esos niveles,  universitario o terciario, y un 20% lo tenía incompleto. Un porcentaje amplio de las mujeres se encontraba estudiando en ambos niveles.

Otro de los prejuicios sobre las mujeres que deciden abortar, afirma que ‘las mujeres abortan porque no saben lo que es ser madre: son egoístas, no tienen en el cuerpo la sensación maravillosa de ser madre’. “Pues no: un 57% de las mujeres que abortan, a nivel nacional, ya son madres”. Sumado a que la edad de las mujeres que mayormente abortan es de 25 a 35 años: mujeres que ya empezaron su ciclo reproductivo, y ya se dieron cuenta que las maternidades adolescentes, como las que supieron elegir, alteran el desarrollo de su proyecto de vida. En Olavarría, un 51% de las mujeres entrevistadas son madres: ninguna dio a ningún hijo en adopción y se hacen cargo de ellas y ellos.

Esto se suma al otro bolazo de magnitudes insondables, como el de que las mujeres, una vez legalizada la IVE, ‘saldrán a abortar en manada y utilizarán el aborto como un método anticonceptivo’. Vale desasnar que un 93% de las entrevistadas a nivel nacional, nunca antes habían tenido un aborto; y del 7% que sí había tenido un aborto, sólo el 1% tuvo más de un. En ese punto, vale señalar los motivos por los que las mujeres deciden abortar. “Como cualquier decisión trascendental en la vida, nunca hay un solo factor que hace tomar la decisión”. Por ello, en la protocola se ofrecen distintas opciones, incluso ‘otros’, “para que puedan aportar algo más de lo que dice la entrevista y marque los motivos por los que, en ese momento, decide interrumpir su embarazo”. En un 43%, decisiones vinculadas a la maternidad (con opciones que se le dan a la mujer: ‘no quiere ser madre ahora’, ‘no quiere volver a ser madre’, ‘no quiere ser madre nunca’, ‘no quiere tener más hijos/hijas’ o ‘tiene muchos hijos/hijas’, o ‘no quiere tener un hijo/hija con la pareja de este momento’). Luego, el hecho de que ese embarazo, en ese momento, no se correlaciona con su proyecto de vida. El tercero es el motivo económico. Después, ‘sin pareja’ (un 5,8%), ‘cuestiones relacionadas con la salud’ (1,8%), ‘decisiones vinculadas a las violencias’ (1,7%), y ‘otros’ (0,6%). En Olavarría, decisiones vinculadas a la maternidad, como ‘Con esta persona no quiero tener un hijo’ aparece en el 44% de las entrevistas. Seguidamente, el ‘proyecto de vida’ de la mujer en ese momento, y lo económico.

Acompañar la decisión

Sobre los distintos tipos de acompañamiento que tienen las mujeres, al encuentro y entrevista con Socorristas, un 41% de las mujeres fue acompañada, a nivel nacional, mientras que a nivel local un 98%. En su mayoría, acompañadas por vínculos sexo-afectivos (una pareja, ex pareja, un amante, novio); por amistades (30%); y/o por otro familiar (18,1%, suele ser una hermana que acompaña a la mujer).

En la decisión de abortar, un 91,9% a nivel nacional estaba acompañada, y un 95% en Olavarría. Acompañadas, a nivel nacional, principalmente por el vínculo sexo-afectivo (40,2%), amistades (30,4%) y/u otro familiar (18 %). En Olavarría, por una amiga (26%), un familiar (24%), pareja (17%), y/o madre (8%). La mujer no está sola al momento de tomar esta decisión: siempre acompañada por alguien de su círculo afectivo. Raramente está sola.

Sobre el acompañamiento al momento del uso de la medicación, a nivel nacional, un 62,3% estuvo acompañada (46% por vínculos sexo afectivos, amistades -23,6%-, y otro familiar -14,8%-), y un 79% en Olavarría (por un familiar -28%-, sin dato -18%-, pareja -18%-, y amigas y socorristas -12%-). Las Socorristas aclaran que, si bien la mujer está en plena capacidad de hacerse un aborto ella sola, “lo que sí se necesita y sí ayuda es un acompañamiento afectivo: que una persona la esté escuchando, le esté haciendo mimos, masajes, para hacer el proceso más llevadero. Un proceso que vive con su cuerpo, y se está ahí para acompañarla”. También recalcan que, “si bien puede no estar acompañada físicamente la mujer, siempre hay una socorrista del otro lado del teléfono, para cualquier duda que la mujer tenga, contestarla y hacerle acompañado el aborto”.

El número de acompañamientos ha ido creciendo en el tiempo. De 1.116 en 2014 a los 4.783 de 2017. De esos totales, el 16% asistió a una guardia médica en las 72 horas posteriores al uso del medicamento, en 2014; mientras que en 2017, lo hizo un 11,9%. “A medida que avanzamos en el conocimiento de los acompañamientos, nosotras también fuimos creciendo, y nos permitió darle más seguridad a la mujer para registrar las pautas de alarma por las cuales podía acudir a una guardia”. También es cierto que, en sus inicios, Socorristas recomendaba que, una vez utilizada la medicación, se acudiera a una guardia para terminar el proceso.

Sobre el tratamiento recibido por las mujeres de parte del personal médico en esos servicios públicos, Socorristas distinguió entre ‘muy bien’, ‘bien’ o ‘mal’. En 2014, el 34% consideró que se sintió ‘muy bien tratada’; el 37% ‘bien tratada’; y ‘maltratada’, 9,2%. En 2015, un 49% se sintió ‘muy bien tratada’; ‘bien tratada’ el 42%; y ‘maltratada’ el 7,9%. Buen trato atribuíble a que en 2015 se aprobó el Protocolo Nacional de Interrupción Legal del Embarazo, lo que dio una idea de la forma en que las mujeres debían ser tratadas cuando ingresaban a un servicio de salud solicitando una interrupción legal; y también aprobaron el Protocolo de Asistencia Post-aborto, para “ordenar y estipular cuál era el tratamiento que tenía que recibir una mujer en situación de aborto”.

En 2016, las cifras fueron: ‘muy bien tratada’, el 38,9%; ‘bien tratada’, el 52%; y ‘maltratadas’ el 8%. En 2017, 34% ‘muy bien tratada’; ‘bien tratada’ el 53%; y 11% ‘maltratadas’. Vale recordar que la provincia de Buenos Aires, en 2016, y por decisión de Vidal, no adhirió al ‘Protocolo Nacional de Interrupción Legal del Embarazo’, por no ser el protocolo en vigencia, ya que la provincia tenía su propio protocolo (mucho más restrictivo). También habla de la diferencia marcada entre los profesionales de la salud ‘garantistas’ y los autodenominados ‘pro-vida’ (que mejor les cabe el mote de ‘antiderechos’). En Olavarría, el Servicio de Maternidad del Hospital se declaró ‘pro-vida’: un servicio que no garantiza las interrupciones legales de los embarazos y en el que se sienten habilitados a volver a prácticas de maltrato.

Del total de mujeres entrevistadas en Olavarría, el 87% no concurrió a la guardia a finalizar el proceso ni por alguna consulta relativa al aborto. De las que sí concurrieron, el 80% quedó internada, más por protocolo del servicio, que por real necesidad de internación. “Aunque somos puntillosas en cuáles son las pautas de alarma, muchas veces, por miedo o inseguridad, la mujer decide consultar a la guardia”. Ingresada al servicio, por protocolo se le hace una ecografía, que Socorristas recomienda hacer entre los 7 y los 10 días, ya que el del aborto no es un proceso que termine con la expulsión: “Lleva días que el cuerpo se reacomode. Si se hace una ecografía inmediatamente después de realizado el proceso, quedan restos y es normal, pero el servicio lo considera una complicación y al 75% de esas mujeres se las sometió a un legrado evacuador, muchas veces innecesario.

Legrado completamente contraindicado, en desuso en los lugares con la más alta calidad de atención post-aborto. El legrado involucra una internación, anestesia general, y es un procedimiento quirúrgico: el paso de una cucharada por dentro de las paredes del útero de la mujer. Persiste porque tiene algo de castigo, no hay un replanteo de las prácticas, también tiene que ver con la hegemonía médica: ‘Es la práctica que yo hago, yo la decido, y yo la establezco’. Lo más beneficioso para el paciente, a veces, no es considerado.

En cambio, la Aspiración Manual Endouterina (AMEU) está recomendada por la Organización Mundial de la Salud, por ser de los métodos más seguros para concluir un aborto en proceso o para realizar un aborto. La AMEU se puede hacer en un consultorio, es ambulatorio, con anestesia local. Con un instrumento estéril, se produce una aspiración rápida del contenido uterino, que tiene menos posibilidades de hemorragias y de complicaciones después de hacerlo. El aspirador usa cánulas que se esterilizan, sin requerir un procedimiento costoso.

Sobre los controles post-aborto, Socorristas trata de establecer un vínculo entre un médico amigable y la mujer que realizó el aborto. El 39% realiza el control post-aborto, el 29% no se vuelve a comunicar, el 24% ‘no, porque no lo considera necesario’, y el 8% ‘no, porque acudieron a la guardia’. El 73% de las mujeres entrevistadas en Olavarría, culmina con un método anticonceptivo, dentro de su elección (proceso mediante con un ‘médico amigable’, para garantizarse que el método no sea uno indicado en forma inconsulta o impuesta), donde el 88% es un anticonceptivo oral y el 12% preservativo; un 9%, no, porque la mujer decide no usar ningún método; y de un 18% no hay datos, porque al cerrar la protocola, la mujer aún no decidió qué método usará.

La charla, oficialmente, se cerró con un relato, modalidad que enlazó las temáticas implicadas a lo largo de la presentación: “Yo fui socorrida. Fui ayudada. Fui apoyada por quienes no me conocían. Fui entendida de que no quería, de que no podía. Fui acompañada. Fui abrazada. Fui consolada. Fui defendida. Aborto legal. Siempre en mi corazón, socorristas”, expresaba Florencia, de 32 años.

También se proyectó la segunda parte del audiovisual con el que se había abierto la exposición, esta vez con la pregunta “¿De qué están hechas las activistas socorristas que acompañan abortos?”, y ensayando una respuesta colectiva: “De deseos libertarios, de vértigos, de miedos, de confianza, de compañía, de ira, de sospechas, de ganas de ser, de fuerza, de valentía, de conjuros, de vida colectiva”. En el film, se indicó que para 1.509 mujeres de las 5.871 entrevistadas por las Feministas Socorristas, “fue el primer acercamiento para abortar de una manera cuidada, segura y con la medicación adecuada. Aborto legal lo debe el Congreso Nacional”, cerró.

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Compartimos algunos de los relatos que se fueron leyendo, entre estadísticas y análisis…

. “Me temblaban las piernas. Esto no podía estar pasando. Eran dos rayitas, sí, ya lo había comprobado. Pero estas cosas no les pasan a mujeres como yo. Yo lo sabía. Soy una mina grande. Ya tuve hijos. Esto no podía estar pasando, pero sí, eran dos: dos líneas que marcaban un final, el final de mi vida como estaba siendo hoy. Ya algo había cambiado para siempre. ¿Cómo podía pasarme esto? A mí, una mina formada. ¿Cómo? Caminé como pude a la habitación. Las piernas no dejaban de temblarme. Un llamado. Un mensaje. Respirá. Respiré. Me senté en la cama. ¿Cómo me podía estar pasando esto? Pero acaso… ¿yo no era mujer? Quizá fue esa pasión que me hacía sentir, como hace mucho tiempo no sentía, después de tantos maltratos, tantas lágrimas, después de tantas responsabilidades, había llegado alguien que me veía. Que me veía mis sufrimientos, mis desvelos y cansancio. Este trabajo excesivo, este cuidar de tres hijos con un padre ausente… Tantas historias repetidas, y ahora estas dos rayitas. Esas dos rayitas que me decían que ya nada era lo mismo: que habría más responsabilidades, más desvelos, más cansancio, y un solo cuerpo que, a partir de ahora, era otro. No quería cambios. No quería más. Dos rayitas y otra ausencia. Tendría que revisar con más profundidad mis elecciones, me dije.

“Y ante tanta angustia, tanto desconcierto, tanta nada y tanto todo, estaban ellas, mis amigas, con su consuelo, con sus consejos, con su presencia. Presentes en la distancia y en la cercanía. Presentes en el dolor y el desasosiego, palpitando conmigo cada minuto de este nuevo desafío que la vida me ponía adelante. Quiero mi vida de vuelta, les dije. Entonces, apareció un rumor, algo que alguien sabía: otras mujeres, otras presencias que acompañaban y cuidaban; y una continuidad de dolores, una cadena de reparos, de corazones y cuerpos maltratados, llenos de ausencia que se hacían fuertes juntos. Y aparecieron para darle una presencia, una palabra, un cuerpo, un respiro, una solución. No estaba sola. Mi angustia se hacía más llevadera y el dolor dolía menos, y el cuerpo ya no pesaba, y la mente se aquietaba. Y ahí estaban, ahí estuvieron: dieron indicaciones, me acompañaron y me ayudaron a sanar”. Mariana, 34 años, Tres Arroyos.

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. “Me había cuidado, pero el método falló. No tenía una relación de pareja estable ni deseaba tenerla, y cuando me hice el test, me dio positivo. Jamás había escuchado la palabra misoprostol ni sabía que un aborto seguro podía practicarse con pastillas. No lo dudaba. No quería seguir adelante con el embarazo. No fue una decisión fácil. Nunca lo es. Pero es una decisión que yo tuve la oportunidad de tomar libremente, atravesando muchas barreras de prejuicios. Lo hice siendo consciente de mis posibilidades, algo que hoy el Estado argentino le debe a todas las mujeres, a nuestras mujeres: la oportunidad de elegir si continuar un embarazo o no, y llegado el caso, de abortar en condiciones seguras.

“En mi mente habían trabajado años de educación católica, ya que hice mi educación primaria y secundaria en escuelas religiosas. Pero más fuerte que todo ese discurso, que históricamente ha estigmatizado y sometido a los cuerpos de las mujeres, fue el haberme hecho cargo de mi existencia como mujer, sujeta de derechos y dueña de mi vida y de mi cuerpo. Ese empoderamiento no cae del cielo: lo construyen las mujeres, las miles de mujeres que diariamente y en cada ámbito de la vida, se niegan a seguir cediendo derechos. Que todas, todas tengamos la posibilidad de elegir, y que las que deciden abortar, lo puedan hacer de manera digna. Aborto legal, seguro y gratuito.” Paula, 33 años.

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