Gardey se está organizando contra las fumigaciones

La localidad, que se encuentra a poco más de 20 kilómetros de Tandil, está recibiendo una afluencia de nuevos habitantes, por su característica tranquilidad y cercanía con la naturaleza. Sin embargo, desde algunos campos cercanos les llega la ‘deriva’ de las fumigaciones y sufren el tránsito de los ‘mosquitos’ con agrotóxicos en pleno casco urbano. Hace una semana, algunos vecinos se reunieron con autoridades municipales e institucionales. Un llamado de atención frente a esta problemática acuciante en la ruralidad.

La preocupación en torno a las fumigaciones con agrotóxicos y sus consecuencias no es novedad en Gardey. Hay quienes hace una década viven en la localidad y la presencia de ‘mosquitos’-aplicadores ha sido una constante. Comentarios sobre arboledas muertas, por alguna ‘deriva’ no controlada de algún fumigador, no han faltado. Hace un par de años, un vecino hizo una presentación en la Dirección de Medio Ambiente del Municipio de Tandil, ya que la mismísima Delegación fumigaba los bordes de las veredas y los espacios públicos con RoundUp. Práctica que se repitió hasta hace muy poco. La excusa: la supuesta falta de personal para trabajar con desmalezadoras o bordeadoras. “Muchos vecinos les habían pedido al Municipio que no les fumiguen sus veredas, porque les mataban plantas que ellos mismos habían plantado y cuidado, pero desde la Delegación no hacían caso”, señaló.

Avanza el atardecer y de ello ni se entera la decena de niñas y niños que juegan a la mancha. Los caballos atados son testigos del avance de la construcción de casas por parte de quienes eligen Gardey por su tranquilidad, su cercanía con la naturaleza y con la misma ciudad de Tandil, y por tener buena parte de los servicios ya instalados. Así como las casas proliferan, también lo hacen los galpones en la planta urbana, que sirven para el acopio de agrotóxicos y para el estacionamiento de los ‘mosquitos’ aplicadores. Las llamadas al área municipal de Medio Ambiente se repitieron al respecto, respondieron estar al tanto, que iban a actuar, pero los aplicadores siguen ahí estacionados, como si nada.

Sobre la calle 21, un camino real con una intensa circulación de camiones, se encuentra la entrada de la Estancia ‘Don Juan’. Ahí se han detectado fumigaciones. Entre los vecinos, la charla era recurrente sobre la urgencia y necesidad de juntarse y hacer algo, porque, por momentos, sobre todo al atardecer, el olor “tipo feedlot, prácticamente fétido”, se vuelve insoportable, “y si hay olor, hay envenenamiento”, subrayaron.

La juntada no se hizo esperar. Mediante una nota, pidieron una reunión con autoridades, para tratar: las fumigaciones en los espacios públicos (plazas, jardines, escuelas y hogares), por parte de la Delegación y el Municipio; la circulación y estacionamiento en la planta urbana de los ‘mosquitos’-aplicadores; el acopio de material y guardado de bidones con productos agrotóxicos en lugares urbanos; las fumigaciones en la dicha estancia, violando la Ordenanza Municipal 12.316/2011 del Plan de Ordenamiento Territorial que establece un mínimo de 300 metros del casco urbano como distancia apta; y el pedido de un relevamiento sanitario para el pueblo, por la aparición de enfermedades ‘raras’ entre sus habitantes.

Fue en la tarde del 19 de julio. En redes sociales, las y los vecinos, autoconvocados bajo el lema ‘Paren de fumigarnos’, difundieron una nota, en la que definieron como ‘exitosa’ a esta reunión sobre las fumigaciones que se están realizando en la localidad tandilense. Junto a las y los vecinos convocantes, se apersonaron en Gardey el director de Medio Ambiente del Municipio de Tandil, Héctor Creparula; la titular de la Defensoría del Pueblo de Tandil, Paula Lafourcade; el director de Asuntos Agrarios de la Secretaría de Desarrollo Económico Local, Ignacio Diribarne; el delegado municipal, Edgardo Zubigaray; integrantes del Colegio de Ingenieros Agrónomos; y representantes de la Cooperativa Agrícola de Gardey-Vela y Tandil, entre otros.

Con los temas planteados y expuestos a las autoridades, tal lo indicado en la nota difundida por el vecindario de Gardey, “desde el Estado municipal, se comprometieron a intervenir en los casos donde se violen ordenanzas. En los casos de fumigaciones de espacios públicos, el propio delegado Zubigaray se comprometió a suspender dicha práctica insalubre. Se acordó, además, presentar la propuesta en los establecimientos escolares del pueblo, para informar sobre los peligros que provocan las fumigaciones y los productos relacionados”. Remarcaron que también solicitaron a las y los funcionarios realizar un relevamiento sanitario de la población.

LA VERSIÓN OFICIAL, DESDE MEDIOAMBIENTE DEL MUNICIPIO

Héctor Creparula, responsable de la Dirección de Medioambiente del Municipio de Tandil, en diálogo con ABCHoy Radio, comentó que su idea de la reunión con los vecinos «era que hablemos entre todos y mostrarles cuál es el grado de responsabilidad en base a la normativa y, a partir de ahora, poder actuar«. Vale recordar que la convocatoria surgió de las y los vecinos de Gardey.

En palabras de Creparula, se habló de «la aplicación de productos fitosanitarios (fumigaciones) en el campo, que en el caso de Gardey está cerca de las casas«; y del espacio que ocupa la maquinaria fumigadora al terminar la tarea. «La mayor parte de la frontera de la ciudad está con un establecimiento que cuando aplica no es tan lejos. Tiene que correr la frontera en base a lo que dice la ordenanza«, explicó el titular de Medio Ambiente comunal.

Según Creparula, estas cuestiones «tienen que ver con operatorias históricas que tienen que aprender a cambiar. Para eso está la normativa. Esto es dinámico y la normativa también puede ir cambiando”, ya que “la ciudad crece y la frontera con el campo se mueve«. Anunció que, para las venideras actuaciones sobre la Estancia ‘Don Juan’ y sus fumigaciones indebidas, ya pasaron la información a la Unidad de Fiscalización Vegetal, para su primera acción informativa: “Se revisa qué se aplicó y se le solicita la receta agronómica. En caso que no la tenga, puede que tenga la aplicación de una sanción. Si la tiene, se le va a explicar cómo es el tema de la frontera«. La Provincia planteó temas de amortiguación pero desde el Municipio de Tandil lo hacen desde el concepto de frontera, porque buscan un sector “en el que esté cuidado el vecino«.

VARIOS ASUNTOS HUELEN MAL EN GARDEY

Ignacio Diribarne, de la Dirección de Asuntos Agrarios, comunicó a los vecinos de ‘Paren de fumigarnos’ que ya notificaron y labraron actas a los propietarios de los ‘mosquitos’-aplicadores, como también a los responsables de la Estancia ‘Don Juan’. Pero los reclamos no se reducen a estos hechos: también hay quejas respecto al encendido de secadores de la Cooperativa Agrícola, que produce un polvillo que también afecta a las vías respiratorias.

Muchos vecinos están en contra de estas situaciones, como testigos directos de las consecuencias, a corto plazo, del envenenamiento del agua, la tierra y el aire de Gardey. Una asidua caminante de la rivera del arroyo ha visto decenas de animalitos muertos en la costa, “por envenenamiento, porque no tienen marcas de pelea ni de balas”, expresó. Uno de los veterinarios del pueblo está cansado de atender perros intoxicados con veneno. “Esta situación, por ahora, no pasa a mayores, pero si no se le pone un freno ya puede ser un desastre”, remarcan varios habitantes de este poblado rural. Hasta han dado cuenta del caso de un niño que nació con los huesos del cráneo soldados y que le salieron dientes en el paladar. Su padre se había dedicado a la fumigación: “Hoy día, el nene está bien, pero el cirujano que lo operó dijo que era una típica malformación por agrotóxicos en el organismo”.

Para las y los vecinos de Gardey, “se está fallando por todos lados, sobre todo cuando desde la Delegación se fumiga con RoundUp dentro del pueblo, incluso en la vereda del Jardín de Infantes, en la plaza… Es un delirio”. Destacaron la predisposición de la Dirección de Medio Ambiente y el compromiso del Municipio para sacar los ‘mosquitos’ del pueblo. En la reunión, confirmaron sus sospechas: no pueden ni deben circular camionetas con bidones de agrotóxicos en sus cajas, en el pueblo. Por otra parte, un ingeniero agrónomo los informó de que la única manera de fumigar es con un agrónomo que arma la receta, pero no se cumple. También se anoticiaron que quien maneja el fumigador debe tener una credencial, registrar el ‘mosquito’, y es su deber saber repararlo, “para que, ante una rotura, no tenga que entrar al pueblo. Y en caso de no poder hacerlo, el mecánico tiene que ir del pueblo al campo, porque el ‘mosquito’ no tiene que entrar al pueblo”.

Lugareños y la Defensoría del Pueblo solicitaron al Municipio más difusión y capacitaciones en instituciones educativas sobre la prohibición de fumigaciones y agroquímicos cercanos a zonas urbanas, para concientizar a la población (tanto a niños como a sus familias y aplicadores). Por lo pronto, asciende a cuatro los ‘mosquitos’ que se pasean dentro del perímetro urbano de Gardey. “Ahora hay que esperar los resultados. Frente a mi casa, siguen estacionando el ‘mosquito’. Si se cumple o no, me voy a enterar”, expresó un vecino, y agregó: “Falla el escalón de la Delegación. Continuamente tenemos que ir a Tandil a denunciar, cuando se supone que para algo está la Delegación”. De hecho, se le reclamó al delegado Zubigaray, que ni siquiera vive en Gardey, que tiene que estar más presente. Vale recordar que estos delegados de localidad son elegidos desde el palacio de Belgrano al 400, donde digita su poder y designio el Ejecutivo del Municipio de Tandil. “Hay muchas problemáticas de las cuales este hombre no se hace cargo. El delegado tiene que ser elegido por la gente de Gardey”, reclamaron.

En Gardey, desde hace algunos años a la fecha, desembarcan nuevos pobladores desde diversos puntos de la región y de la provincia. Así lo hacen notar las innumerables casas construidas recientemente, en proceso y prontas a inaugurarse, observables en una parcial recorrida por ese poblado en cuya entrada se destacan los silobolsas, a modo de carta de presentación. Un destino para asentarse, elegido por su tranquilidad y sus comodidades: un pueblo pequeño, con los servicios básicos instaladas, muy cerca de Tandil, cómodo incluso para quienes no tienen movilidad propia (se han conseguido tres horarios para el servicio de colectivo). El Tren Turístico, inaugurado en 2014, que hacía su pasada los fines de semana, supo servir para la promoción de Gardey entre propios vecinos de Tandil, como para turistas de todo tipo y color. Pueblo turístico que ha recepcionado a muchas y muchos que pensaban en Tandil como el lugar para construir sus moradas, pero que el desorbitante precio de los terrenos los depositó a 20 kilómetros de esa ciudad cabecera, vía la Ruta Nacional 226; y a otros equidistantes 18 kilómetros de distancia, por camino de tierra, de esa María Ignacia – Vela en la que Osvaldo Soriano se inspiró para su ‘No habrá más penas ni olvidos’.

La bicicleta queda afuera, apoyada a la pared del Club Ferroviarios, asegurada por la confianza. Las y los pibes siguen jugando en las calles de tierra. Un joven riega su nutrido jardín. Anochece y el olor fétido impregna el aire y esfuma a la fascinación. Un patrullero pasa, vigila, pero el peligro y la inseguridad van por otros carriles: emergen, afloran en ese olor y en los ‘mosquitos’ que circulan y ‘descansan’ en ese rincón bonaerense, en una de las zonas de la provincia donde lo agropecuario pretende imponerse a la vida. Gardey ya lanzó su primer grito: ‘Paren de fumigarnos’. Y se va a hacer escuchar.

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