El periodismo en (tiempos de) crisis, transición y desafíos

Hace unas semanas, el reconocido periodista Carlos Ulanovsky presentó su nueva obra, ‘En otras palabras’, en el Centro Cultural Universitario de Tandil, en el marco del ciclo de conferencias que ha propuesto para este año el renovado Sindicato de Trabajadores de Prensa de Tandil y Azul y que cuenta con el auspicio del área de Cultura de la Unicen. Treinta y cinco periodistas de alrededor de treinta años analizan la actualidad y el porvenir de la profesión, ‘entre la grieta y la precarización’, con la batuta, la iniciativa y la pluma de su autor, con 55 años de labor en los medios, que cedió las regalías de las ventas a La Garganta Poderosa.

Minutos antes de la presentación, en la tarde del 30 de agosto, Ulanovsky conversó con periodistas de Tandil y estudiantes de comunicación sobre el estado de situación del sector en la ‘Serrana Gentil’, con más énfasis en el aspecto preocupante de precarización en que se encuentra buena parte de las y los trabajadores de prensa, que en el de la dimensionada ‘grieta’.

La periodista Belén Cotine, secretaria general del Sindicato de Prensa de Tandil y Azul, agradeció a la Universidad Nacional del Centro por el espacio y la colaboración con el ciclo de conferencias; y dio la bienvenida a Carlos Ulanovsky, dispuesto a hablar “de este oficio que hemos elegido y que ha transitado por derroteros no siempre amables pero sí desafiantes”, en tiempos complejos como el de los primeros 2000, “pero supieron encontrar en esa veta de crisis la creatividad para salir adelante, sin perder la mirada sobre cuestiones que ya no coyunturales sino estructurales en los medios, como la precarización de quienes laburamos de esto”, señaló Cotine.

Seguidamente, Marcos González, periodista de El Eco de Tandil, definió a Ulanovsky como “un hombre enamorado de las palabras, que se sigue preguntando”, como buena herramienta del periodismo, “porque no se tienen todas las respuestas pero en este oficio, a veces, caemos en la trampa de creer que las tenemos”, puso de relevancia González. Subrayó, además, que a pesar de hablar de “precarización laboral, falta de creatividad y todas las miserias que atraviesa hoy el oficio”, para González, ‘En otras palabras’ brinda “una luz de esperanza, representada en esta generación joven que está enfrentando el cambio… en el oficio”, cerró su introducción, entre risas y aplausos del público, ante la resignificación de la palabra ‘cambio’.

Llegado su turno, Ulanovsky agradeció a la editorial Punto de Encuentro, por acercarlo a Tandil; y al Sindicato de Prensa de Tandil y Azul, por la invitación. Explicó que el título del libro fue un acierto de la editora Cristina Angelini, a raíz de que “los protagonistas de la opinión, los propietarios del discurso, los que dan cátedra son los 35 y el discípulo agradecido soy yo”. Ulanovsky sí reconoció como propias la iniciativa, la idea, las preguntas: “Siempre lo llamé ‘el libro que ninguna editorial me pidió, salvo mi deseo’”; mientras “lo realmente valioso son las respuestas, las propuestas, las salidas y el relato de sus penurias”. El autor de ‘En otras palabras’ llegó a las y los 35 entrevistados con la hipótesis de que el periodismo argentino, en todos los medios, atraviesa un momento de baja creatividad.

Como sitúa la bajada del libro, se trata de 35 periodistas, de alrededor de 35 años, ‘entre la grieta y la precarización’. Grieta a la que no todos le dan importancia (ni la que le da el propio Ulanovsky), con conceptos tales como ‘La grieta es un invento’, ‘existe desde siempre’, ‘es un slogan cool’, ‘es un chiste de Lanata’, ‘La grieta es un negocio de los medios’. En lo que sí se identifican todas y todos es en términos de ‘precarización’. Se trata de jóvenes “con ocupación, con un lugar, con una trayectoria, pero agotadas y desbordados por la ‘multiocupación’ y la ‘multitarea’, que les impide profundizar en cada uno de sus trabajos”. Ni siquiera con cinco o seis trabajos les alcanza para sobrevivir.

El entrevistador caracterizó a sus entrevistadas y entrevistados como jóvenes activos, experimentados, innovadores, con ‘bajo perfil’, titulados, especializados, con maestrías, “muy tecnologizados y ‘redsocializados’”, así como ‘freelanceros’, “que cobran ‘a los premios’; vulnerables, precarizados, despedidos y desocupados”. Con un promedio de 35,4 años, crecieron en la democracia recuperada: “Tienen muy asumida la noción de trabajo con libertad”. Son la última generación que tuvo maestros dispuestos a enseñar en las redacciones, mientras hoy pululan los editores. Sufrieron el estallido del 2001, crecieron en el sistema analógico, al calor del debate de la Ley de Comunicación Audiovisual, y se desarrollaron en el mundo digital para convertirse en “usuarios irrestrictos y permanentes de las redes sociales”.

Como señala Ulanovsky, estas y estos 35 periodistas “se sienten trabajadores y entendieron, precozmente, que ninguno es el medio en que trabajan; que la objetividad no existe; que la independencia es un bien muy difícil pero por el que vale la pena pelear; y que la libertad de expresión es un recurso que empresas privadas o ADEPA (Asociación de Entidades Periodísticas Argentinas) utilizan cuando les conviene”. Como estilo laboral, exponen más de lo que sus medios les permiten. Saben de la existencia de ‘operaciones’, “están alertas, las aborrecen, pero tienen que convivir con ellas”.

El autor contó el caso de Juan Amorín, uno de los entrevistados, que cuando aún no recibido, le envió su currículum “a diez periodistas que admiraba. Uno, Roberto Navarro, le respondió, se interesó y así empezó a trabajar Juan”, que realizó la investigación sobre los ‘aportantes truchos’ para la campaña electoral de 2017 de Cambiemos en la provincia de Buenos Aires. “Lo hizo en condiciones difíciles, quitándole horas al descanso, con muy pocos recursos, y así concretó una investigación que conmovió al poderes”.

Con una primera tirada de mil ejemplares, ‘En otras palabras’ apareció durante la última Feria Internacional del Libro de Buenos Aires. Alguien le definió esta nueva obra a su gestor como ‘un legado’, y a Ulanovsky le gustó: “Es un llamado de atención a la interna de nuestro oficio. No sólo recogí información y me vinculé con jóvenes que me parecen admirables: también traté de eludir las ‘pálidas’”. Les pidió que mencionaran a colegas de su misma edad, cuyos trabajos les parecieran destacables. Las y los 35 le ofrecieron más de 300 nombres. El libro podría haber llegado a los 335 entrevistados, en efecto, pero ninguna editorial iba a estar dispuesta a editarlo, con más de 700 páginas. “Si tengo que aceptar que el libro es un legado, es porque tomé la decisión de mencionar a esos 300; y también, porque tomé la decisión de donar las regalías a un colectivo social al que admiro como es La Garganta Poderosa”, resaltó Ulanovsky.

El reconocido periodista, docente e historiador de los medios de comunicación argentinos, a quienes le preguntan cómo salir de la precarización, en el actual estado de conmoción e incertidumbre, no duda en sugerirles el camino de la autogestión. Así encontraron su rumbo radios como FutuRock, periódicos como Tiempo Argentino; periodistas como Victoria De Masi y Emilse Pizarro, con un taller de enseñanza periodística; Iván Schargrodsky con ‘Cenital’, revista digital de política nacional, internacional y economía; Natalia Zuazo con una empresa de análisis institucional y mediático; Maru Ludueña con una agencia informativa de temática LGBTIQ. “Ese es el camino y lo enseñan los 35 entrevistados, a quienes les pregunté con libertad y respondieron con absoluta libertad”, reseñó Ulanovsky.

UNA FRASE, 35 DEFINICIONES

Otro de los tantos trabajos que se tomó Carlos Ulanovsky para la presentación de ‘En otras palabras’: seleccionar una frase de cada entrevistada y entrevistado “a los que les creí”, para hacerlos presentes: “En el periodismo, lo que está agotado es el modelo del negocio” (Sebastián Abrevaya); “Mecanismo típico del actual gobierno: hacer lo necesario para que tus gritos no los escuche nadie” (Juan Amorín); “La grieta K-AntiK está mutando hacia K-Macrismo, y en un tiempo más, probablemente, será Macrismo-Antimacrismo” (Noelia Barral Grigera); “La convergencia exige al trabajador de prensa que se adapte a nuevas condiciones, que desarrolle múltiples tareas y que ocupe, a la vez, el lugar de un fotógrafo, de un editor de fotografía o de un camarógrafo ” (Luciana Bertoia); “En América Latina y en Argentina, existen muchas historias no contadas, que merecen entrar en agenda” (Sonia Budassi); “Cada vez, la concentración mediático-empresaria es más espantosa, la distribución de las pautas publicitarias privadas y públicas son cada vez menos equitativas, y la multitarea de cada trabajador de medios lleva a una reducción de la creatividad” (Julián Capasso).

Los nichos o lo que le interesa a pocos, me termina diciendo más del contexto político, económico y cultural, y de cómo nos encontramos” (Martiniano Cardoso); “La revista MU habla de política, pero no de los partidos. La revista MU habla de economía, pero elige hacerlo desde el lugar de las fábricas recuperadas. Básicamente, la revista MU habla de lo que quiere, y por eso tiene un carácter inclasificable” (Franco Ciancaglini); “El ‘no importa, vaya’ de los medios online, se vuelve en contra de nuestra tarea y altera nuestra productividad” (Victoria De Masi); “Muchos periodistas se preguntaron en años recientes: cómo hacer para no terminar trabajando en consultoras, en áreas de prensa, en relaciones públicas o como escribas de discursos” (Pablo Martín Fernández); “La precarización laboral exacerba el individualismo, tiende a que cada periodista cuide su propia quinta, en vez de pensar en un periodismo colectivo” (Tali Goldman); “Hoy hay mucho ‘periodismo call center’: trabajar sin salir a la calle y sólo contar con información superficial, incompleta y perecedera” (Diego Igal).

Me cuesta mucho asociar mi trabajo con el poder: el verdadero poder lo ejercen los multimedios y los operadores políticos disfrazados de periodistas” (Humphrey Inzillo); “Hay razones para desilusionarse del periodismo: vas a cubrir una conferencia de prensa, y no sólo hay periodistas, sino que nos rodean ‘twitteros’ o celebridades como ‘influencers’ o ‘instagramers’” (Agustina Larrea); “A mí me llegan entre 150 o 300 mails diarios. Hay que tomar la decisión de no considerarlos fuentes informativas” (Maximiliano Legnani); “La realidad que muestran los medios más tradicionales es fácil de tergiversar por dinero o inventarla u ocultarla, según lo que convenga en ese momento” (Nacho Levy); “Parte de la falta de creatividad es nuestra, de los periodistas. Es más cómodo hablar de lo que está pasando que empezar a dar la discusión” (Ari Lijalad); “Imagino que vamos a tener que gestionar cada vez más los medios que queremos, sin patrones, ocupándonos de conseguir los fondos y aprendiendo a administrarlos” (María Eugenia Ludueña).

Me cuesta imaginar cómo será nuestro trabajo en el 2023: a lo mejor, seremos reemplazados en la tarea por criaturas con inteligencia artificial o por robots”(Juan Pablo Mansilla); “La grieta siempre existió, y en relación a las del pasado, la de ahora tiene una ventaja: por lo menos, no nos terminamos agarrando a los tiros” (Julia Mengolini); “Salvo los índices económicos o el resultado de un partido, siempre se escribe desde una subjetividad, y me parece sano que eso se haga como verdad compartida” (Flor Monfort); “Hoy, en Argentina, el periodismo es una herramienta al servicio del poder económico, que puede o no coincidir con el gobierno de turno” (Fernanda Nicolini); “Veo medios que se mueren por ser los que me lo cuentan antes, pero no ponen el mismo entusiasmo en ser los que lo cuenten mejor” (Facundo Pedrini); “Hoy percibo un periodismo sin deseo, sin amor. Hay una tendencia a caer en una burocracia, como si fuera un laburo administrativo más” (Lucas Pedulla).

Si fuera un varón, ganaría más de lo que gano y contaría con más cantidad de derechos laborales. Es verdad que estamos más precarizadas las mujeres” (Luciana Peker); “En los online, no existe el recurso de la ‘fe de erratas’: lo dijeron, lo publicaron, alcanzó categoría de existencia; y si dañó, es difícil en esos casos volver atrás” (Emilse Pizarro); “¿Quién compra el diario en papel? Muchos se acuerdan de su existencia recién cuando lo necesitan para prender el fuego del asado. Yo leo en una computadora. No sé ni cuánto vale un diario” (Juan Ignacio Provéndola); “Para mí, la grieta es algo importante, porque me indicó un lugar y me dio sentido de identidad. Nunca me pensé fuera de la grieta” (Pedro Rosemblat); “La guerra entre Clarín y el gobierno de Cristina fue casi barcelonesca. Llegó a un límite que cualquiera podía ser sospechado de comprado y cualquier información podía ser tomada como operación” (Fernando Sánchez); “Las ambiciones de los periodistas de hoy son menos épicas, más chiquitas que lo que exponían los periodistas de antes” (Iván Schargrodsky).

Hay un tipo de periodismo que está en crisis, incluso en vías de desaparición, pero también, en la ‘Era de la Información’, hay un montón de oportunidades a explorar” (Natali Schetjman); “La gente le pide al periodismo que no haga operaciones, que investigue a los poderes y que cuente la verdad, pero también -y eso se nota mucho en Internet- la gente demanda recreos” (Javier Sinay); “El periodismo de hoy sirve para tuitear, porque parece una gran conversación permanente; y más que ninguna otra etapa, sirve como forma de intervención política” (Alejandro Wall); “Cuando volví al país, tuve que reeducarme en materia de televisión: en Venezuela, aprendí que el espacio radioeléctrico es un bien público; y aquí, el concepto de ‘lo que es de todos’ se toma con liviandad” (Lourdes Zuazo); “La tecnología es como la economía: difícil hasta que alguien te ayuda a entenderla. El temor es humano, pero peor es seguir ciegos, dominados” (Natalia Zuazo).

En palabras de Ulanovsky: “Entre ellos y humildemente también con mi contribución, el libro pinta un panorama bastante aproximado de lo que es el periodismo en la Argentina hoy”.

DE LA MERMA DE CREATIVIDAD, DE INSISTENCIAS Y EXPERIENCIAS

A la hora de las preguntas, el periodista Marcos González cortó la cinta con el comentario de que ‘En otras palabras’, “para quienes estamos en el oficio, ayuda a pensar sobre actualidad y a vislumbrar lo que puede venirse en un futuro no muy lejano”. Asimismo, González también se refirió al hecho de no saber si esta generación de jóvenes periodistas tiene las mismas dudas de la suya acerca del futuro del periodismo ni les observa “ese miedo, esa incertidumbre respecto de lo que va a venir porque lo están haciendo”. Según Ulanovsky, quien se autodefine con más presente que futuro, estas y estos jóvenes corren con la ventaja de que “tienen casi todo o mucho por hacer, pero también tienen incertidumbre en lo laboral, en lo cotidiano”.

Sobre la hipótesis que impulsó este trabajo, la de la baja creatividad, Ulanovsky reconoció que “no todos estuvieron de acuerdo: algunos refutaron, otros acordaron, otros dudaron”. González retrucó, retóricamente: “¿Cómo no va a mermar la creatividad si andan entre cuatro o seis trabajos? ¿Quién se puede dar el lujo de ser creativo y sentarse a pensar cuando tenés que tomarte el colectivo para ir a otro laburo?” En ese punto, Ulanovsky reveló que uno de los diarios líderes paga 650$ una reseña de libro, con todo lo que conlleva (dedicarle tiempo para leerlo y analizarlo), y ni siquiera se pagan en diez días, sino a los premios. El conductor del ciclo radial ‘Reunión Cumbre’ recordó sus primeros pasos en la profesión, al salir de la secundaria, muy similar entre los de su generación: “Recorrí redacciones y en todos los lugares nos abrían la puerta. Llevábamos un sumario de notas y hasta salíamos con una encargada”. Contó también que en 1970, tuvo un traspié laboral, se quedó sin trabajo, pero sobrevivió con sus colaboraciones. “Ahora es imposible: se pagan poco y con mucho retardo”, lamentó.

A propósito de experiencias, un nostálgico fan de la revista le preguntó por su paso por Humor, de 1986 a 1999, en la sección ‘En el medio’, precisamente, sobre medios. Luego de los “grandes años” de la publicación, entre 1978 y 1983, “fue curioso lo que pasó con Humor después: nunca se pudo adaptar ni tener la misma repercusión que tuvo en esos años. Se decía, irónicamente, que era mucho más fácil contra la dictadura”. Cuando publicaba tapas y materiales críticos sobre Menem, el riojano ganaba elecciones, al punto de que enterró, en 1999, a “una de las experiencias más ricas y más estimulantes del periodismo argentino”. Ulanovsky aprovechó la ocasión para recomendar el trabajo de Diego Igal, muy completo, sobre la dicha revista.

En virtud de ser un año especial para este Sindicato de Prensa regional, por cumplirse 50 años de la ida de Osvaldo Soriano de Tandil, a raíz de su nota en ‘Primera Plana’ sobre la procesión de Semana Santa, Cotine invitó a Ulanovsky a contar la anécdota sobre cómo ‘el Gordo’ se integró a ese semanario, de los mayores anhelos de todas y todos los de aquella época. Tiempo en que “había diez semanarios y mucha posibilidad de trabajar, como personal fijo o como colaborador”. Recién desembarcado a Buenos Aires desde Tandil, se instaló en la redacción de ‘Primera Plana’: “Fue un día, se sentó, y nadie le preguntó quién era ni por qué estaba ahí ni qué quería. Se sentó y se sentó, hasta que alguien se apiadó de él y le preguntó si lo podían ayudar en algo y les dijo ‘soy periodista y quiero proponer una nota’, sobre la procesión de Semana Santa en Tandil”. Nota que prácticamente le costó el destierro. Fue atendido por el periodista Osiris Troiani: “Soriano seguramente le explicó y lo sedujo, y a las pocas semanas apareció su primera nota en la revista”.

Una pregunta colocó a Ulanovsky en el lugar de sus entrevistados, cuando le consultaron sobre sus maestros en el oficio y los colegas que admira. Carlos recordó a Rogelio García Lupo, periodista al que admiró y con quien nunca trabajó, pero del que fue muy amigo. Cuando falleció, en 2016, Ulanovsky ‘garabateó’ algunas líneas, en función de la sensación que le dejó esa pérdida, la de quedar “sin referentes, sin maestros”. Sin embargo, un volantazo en el tecleo dio con el génesis de ‘En otras palabras’ y comenzó a preguntarles a periodistas jóvenes. “A algunos los conocía de chicos, porque trabajé con sus padres; a otros, por algunas de sus notas. A la mayoría no los conocía y fue fantástico conocerlos”, expresó Ulanovsky, quien fue completando y haciendo su lista de periodistas a entrevistar porque a cada uno le pidió le recomendara colegas coetáneos. Un libro que se hizo en los ratos que los demás trabajos que lo sostienen liberaban al autor.

Consultado sobre si notó cierto ‘desencanto’ de las y los entrevistados para con la profesión, Ulanovsky señaló que así como “en cada periodista anida una cuota razonable de escepticismo”, los y las entrevistadas se encuentran trabajando, “muy orgullosos del lugar donde trabajan, tienen iniciativas particulares, y no creo que se dejen vencer fácilmente”. De todas maneras, también aclaró que ese desencanto, el que lleva a abandonar el periodismo para dedicarse a otra cosa, también estaba en la década del ’70.

Como actual modelo a seguir, Ulanovsky señaló a Hernán Casciari, por cómo se independizó de ‘monstruos’ como ‘La Nación’ y ‘El País’ de Madrid, y de las grandes editoriales. Así empezó con ‘Orsai’, tanto como editorial de sus libros y de crónicas (género que ve con optimismo el buen lugar que tiene en el país), como también una revista que sale cada seis meses, en donde paga al contado las colaboraciones y las ilustraciones. Sumado esto al espacio que tiene Casciari en el último informativo de Telefé, donde cuenta un cuento cada noche para ayudar a dormir, auspiciado por una marca de colchones.

Alguien recordó palabras de Tomás Eloy Martínez cuando, ante el avance tecnológico y la presunta extinción del periodismo gráfico, pregonó que lo único que podía salvarlo era la ‘buena pluma’. En ese punto, el disertante compartió que lee con gusto revistas web como Anfibia y muchas notas de ‘El Cohete a la Luna’, “fantásticamente escritas. La buena escritura también es un recurso que no hay que perder”. Al día de hoy, Ulanovsky colabora en un medio impreso y en uno on-line: “Trato de escribir lo mejor que puedo”.

Con casi una veintena de libros editados, Ulanovsky es conocedor del peculiar (mal)trato de las editoriales en Argentina, que han espaciado tanto los pagos que lo hacen una vez al año, cuando antes eran por semestre. Envían mails que hacen temblar a autoras y autores. Ulanovsky ejemplificó con el caso del libro ‘Días de radio’: con 60 mil ejemplares vendidos, Planeta acaba de ‘saldarlo’, cotizándolo a un precio vil, para que lo que queda de la edición sea comprado por un ‘saldero’. Por su parte, Penguin Random House tiene el libro ‘Estamos en el aire’, sobre la historia de la televisión en Argentina. Le avisaron a Ulanovsky que “iban a destruir los 675 ejemplares que quedan”, porque les cuesta más el espacio para archivar los libros que convertirlos en pulpa de papel; y no tienen política de saldo ni de reparto entre las bibliotecas populares, “porque descubrimos que luego los venden”. “¿Y qué tiene de malo que los vendan? Por lo menos circulan”, fue la categórica respuesta de Ulanovsky, quien hasta el momento logró recuperar 225 ejemplares, para que “vuelvan a estar en manos de los estudiantes, de las tecnicaturas, de las universidades, de las carreras de comunicación”.

Su autor, así como todas, todos y todes quienes se encuentran comprometidos con el periodismo comprometido socialmente y éticamente, esperan que ‘En otras palabras’ se venda lo más posible, así La Garganta Poderosa recibe algún dinero que le sirva. Ulanovsky lo entrevistó a Nacho Levy “porque él me interesa como persona y todo lo que hace La Poderosa es fascinante”. Antes de esa entrevista, cada vez que compraba la revista, el propio Ulanovsky reflexionaba: “Los jefes de redacción de medios importantes deben agarrarse la cabeza cuando ven la tapa y se preguntarán ‘cómo hicieron estos tipos para conseguir a estas figuras y encima los hacen gritar en la tapa’”. La respuesta a ese ‘cómo hacen’ está en insistir: “Van, le hablan, se instalan hasta convencer”. Retomó lo dicho por Diego Igal en el libro, sobre el ‘periodismo call center’: “Lo viví en los primeros ’90, cuando Página/12 había dejado de pagar viáticos, la gente no salía a hacer notas y empezó la costumbre de hacerlas por teléfono”. A este maestro e historiador del periodismo le parece “horrible” perder la posibilidad del ‘cara a cara’, por lo que destaca y aplaude como “admirable” lo hecho por las y los pibes de La Garganta Poderosa, con muchas menos posibilidades económicas: “Demuestran la pasión y son insistidores”.

UN EPÍLOGO PARA EL QUILOMBO

Una pregunta, sobre los recursos o herramientas a recomendar a los y las periodistas, para estimular esa creatividad que se encuentra en baja, le sirvió a Carlos como excusa para leer el epílogo de ‘En otras palabras’. Aquí lo compartimos: “Hace unos años, el Papa argentino y futbolero les pasó un santo y seña a unos jóvenes. Me parece que fue en 2015, frente a la costanera de Asunción, en Paraguay, aunque también lo volvió a tirar como consigna frente a otros jóvenes creyentes brasileños. La frase era: ‘Hagan lío’. La invitación conmovió al hiper conservador edificio vaticano y, como era de esperar, desde entonces nada cambió demasiado. Aprovecho las líneas finales de este libro para parafrasear el dicho de Francisco: ‘Armen quilombo’. Eso: allí donde vayan, armen sus buenos quilombitos, porque estoy seguro que en tiempos como los que corren -y vaya si los corren-, agitar un poco es lo único que vale la pena, y es lo que los convertirá en inolvidables, y también en vanguardia.

“Para este momento aciago del periodismo, el quilombo consiste en aportarle cosas tan simples, queribles y difíciles como: mirar con amor al oficio; renovar los formatos (si hacés televisión, apartate del ‘panelismo’; si trabajás en radio, rajále al ‘magazine’; si laburás en impreso, resistile a la afirmación de que ‘ya nadie lee en papel’; y si tu medio es digital, aceptá que las posibilidades son fabulosas pero también admití que las redes sociales no lo resuelven todo); pensar en grande y con generosidad; seguir avanzando, a pesar de las enormes y abrumadoras limitaciones; probar permanentemente y tomar riesgos; buscar el ‘sí’, porque el ‘no’ ya se nos ha convertido en algo familiar; hacer, primero hacer, y después, si resulta necesario, pedir disculpas.

“Ustedes, quienes respondieron los cuestionarios y los muchos que fueron mencionados por sus colegas, seguro que no necesitan de estatutos ni tampoco de mandatos: deben saber cómo hacerlo. Sé que son chicas y chicos formados, curiosos, inquietos, actualizados, titulados, autores de millares de páginas publicadas en medios y en libros”.

Finalmente, desde el público recordaron la visita de Francisco ‘Paco’ Rabini, de SiPreBA, al finalizar el último mayo, que afirmó que era más aceptable decir que se es vendedor de droga antes que periodista, por la visión de la sociedad sobre el periodismo; y recomendaron leer esta nueva obra de Ulanovsky, para interiorizarse sobre las discusiones de quienes hacen periodismo hoy… y por el solo placer de leerlo. Luego de los aplausos más que bien merecidos, Ulanovsky donó libros a la Biblioteca de la Unicen, que fueron recibidos por Alejandro Latorre, del área de prensa de la Unicen. Para que la pluma y la palabra de Ulanovsky (y esas ‘otras palabras’ de los y las 35 entrevistadas) sigan circulando y alimentando debates…

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